Nairo Quintana y la esperanza de la tercera semana en el Tour

Muchas cosas han pasado desde que un sonriente Nairo Quintana insistiera hace una semana en el primer día de descanso del Tour en que seguía soñando con ganar, cuando sólo le separaban 23 segundos de Chris Froome. Siete etapas después, a casi 3 minutos, sueña con un milagro en Los Alpes.

En las montañas del Principado Quintana se sentó ante los periodistas inusualmente relajado, tras rodar un rato con Jorge Lorenzo, campeón del mundo de MotoGP, satisfecho por haber sorteado sano y salvo las trampas de los primeros días, que dejaron por el camino a Alberto Contador.

"Sigo soñando, sigo soñando", subrayó entonces junto a su jefe en el Movistar Eusebio Unzué. Este martes en Berna, en la segunda jornada de descanso, la situación es muy distinta. Quintana se ha dejado tiempo en todos los terrenos ante un intratable Froome, impulsado por una formación, Sky, que funciona como un reloj.

Más allá de los tiempos, los dos grandes rivales transmiten sensaciones completamente opuestas.

Lejos de la imagen que proyectó en sus dos primeros triunfos (2013 y 2015), un líder acostumbrado a controlar todos los elementos y alérgico a las aventuras, ahora el británico parece más completo que nunca, contagiado por el espíritu de libertad de Peter Sagan, con el que comparte a diario gestos de complicidad.

Disfruta en carrera adentrándose en terrenos desconocidos y el público francés se lo reconoce. Ya no es el antipático ciclista dominador, ahora su nombre es sinónimo de espectáculo.

Abrió su diferencia con su acrobático descenso en Peyresourde (8ª etapa, 23 segundos) y la cimentó en su inédita escapada en terreno llano junto a Sagan a 13 kilómetros de Montpellier (11ª etapa, 12 segundos).

Quintana, por el contrario, no puede ocultar su frustración. Justificó el 'desmarque' de Froome en Peyresourde en un fallo de atención, pero en Montpelllier ya señaló a la organización, por el trazado de una etapa a su juicio muy peligrosa.

A partir de entonces el colombiano de 26 años ha insistido en el viento, en el calor y en la fortaleza del Sky como los elementos que le han impedido estar a la altura de Froome.

'¿Cuándo aparecerá el verdadero Quintana?', 'Quintana, un espectador más', se desesperan los periódicos franceses, ansiosos por asistir a la gran batalla.

Se le esperaba en el Mont Ventoux, etapa que comenzaba a 35 segundos de Froome. Lo intentó tímidamente en dos ocasiones al inicio del puerto y luego no pudo aguantar el pedaleo desatado de su rival.

Luego llegó la caída del líder, su asombrosa reacción al correr unos metros montaña arriba y el vídeo que circuló por las redes en las que se ve a Quintana pasar agarrado a una motocicleta. Resultado final de los comisarios; el corredor del Sky mantuvo el amarillo con 54 segundos sobre Quintana.

En la 13ª etapa sucedió lo esperado. El líder asestó un importante zarpazo en la contrarreloj a Quintana, que se dejó algo más de dos minutos, lo que llevó la diferencia a los 2:59 actuales.

Tras el día de descanso en Berna quedarán cuatro batallas y el paseo del campeón hasta los Campos Elíseos. ¿Puede Quintana resucitar?

En sus dos anteriores participaciones en el Tour (segundo en 2013 y 2015 tras Froome), el ciclista de Boyacá vivió sus mejores momentos en la recta final de la carrera, siempre en Los Alpes.

El año de su explosión ganó la penúltima etapa y subió al segundo escalón del podio. En la pasada edición, con final en el mítico Alpe D'Huez, fue capaz de recortar un minuto y 25 segundos al británico, quedándose a 1:12 del triunfo final.

"Es muy fuerte en la tercera semana, me dio problemas el año pasado y espero que sea así ahora también", ha repetido Froome.

En el otro lado del ring Quintana confía en que una vez más Los Alpes estén de su lado y que por fin pueda dar el golpe definitivo en la Grande Boucle.

pm/iga

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