Natalia, una atleta de los pies a la cabeza

  • Natalia Rodríguez, que obtuvo hoy la primera medalla española en los Mundiales de Daegu un bronce en 1.500, pertenece a esa rara especie de atletas aguerridos que, lejos de dejarse aplastar por la competición, la buscan con impaciencia y se baten sin complejos ante 60.000 espectadores por ver realizado su sueño.

José Antonio Diego

Daegu (Corea del Sur), 1 sep.- Natalia Rodríguez, que obtuvo hoy la primera medalla española en los Mundiales de Daegu un bronce en 1.500, pertenece a esa rara especie de atletas aguerridos que, lejos de dejarse aplastar por la competición, la buscan con impaciencia y se baten sin complejos ante 60.000 espectadores por ver realizado su sueño.

De tren inferior poderoso y torso liviano, ideal para carreras de mediofondo, Rodríguez tiene, todavía, una virtud mejor: su cabeza, una facultad que, como bien saben los que no la tienen, no se entrena.

Abandonarse a la depresión después de haber sido despojada de una medalla de oro, como le ocurrió hace dos años en los Mundiales de Berlín, era una reacción comprensible para cualquier atleta. No para Natalia, que al día siguiente del despojo, en el aeropuerto, sin haber pegado ojo durante toda la noche, ya pensaba en el desquite.

Nacida en Tarragona el 2 de junio de 1979 en el seno de una familia extremeña -de ahí que a su hija, nacida en noviembre de 2007, le pusiera Guadalupe-, Natalia Rodríguez se había construido una reputación de mediofondista exquisita pese a que los resultados no terminaban de confirmarlo.

El salto de calidad se produjo en los Europeos en pista cubierta de Turín 2009, donde conjuró, con la medalla de plata, el maleficio del sexto puesto que parecía perseguirla como frontera infranqueable en alta competición desde que, hace ahora diez años, fue segunda en los Europeos sub-23 de Amsterdam.

Año y medio después de dar a luz a Guadalupe, Natalia Rodríguez regresó al atletismo con un carácter más ambicioso, dejando a un lado su timidez, convencida de que podía estar entre las mejores. En Turín sólo cedió ante la rusa Anna Alminova.

Desde que empezó a competir en categoría absoluta, Natalia Rodríguez no había pasado del sexto puesto. Le sucedió en los Europeos al aire libre de Múnich 2002 y en los Mundiales de Edmonton 2001 y Helsinki 2005. Incluso le había ocurrido en los Mundiales júnior de 1998.

En 2008, de vuelta a los entrenamientos tras su maternidad, Rodríguez tomó en marcha el tren de los Juegos, pero en Pekín volvió a chocar con el muro del sexto puesto. La diferencia es que en la capital china ya compitió convencida de que podía ganar una medalla.

La plata europea en pista cubierta, en marzo del 2009, no fue sino el aperitivo de lo que iba a sucedes en el estadio Olímpico de Berlín, donde Natalia, cinco meses después, disfrutó del título mundial durante tres minutos, los que tardaron los jueces de pista en descalificarla por obstruir a una rival.

El grupo había llegado muy compacto a la última curva, y en ese punto, Natalia, que marchaba algo encerrada, tropezó con Gelete Burka cuando la etíope, mucho más pequeña, emprendía la maniobra de apertura para disputar el esprint.

La española tuvo que cortar su progresión. Fue entonces cuando la bahrainí Maryam Jamal cobró unos metros de ventaja, pero cuando Natalia volvió a afirmarse en sus piernas, salió en su busca y la batió por tres metros en la línea de meta. Los abucheos del público, que juzgó culpable a la española, movió la voluntad de los jueces y, como los emperadores romanos, pusieron el pulgar hacia abajo. Descalificada.

La revancha llegó siete meses después. En los Mundiales en pista cubierta de Doha 2010, Natalia batió a Burka, aunque hubo de conformarse con la medalla de plata. El oro fue para otra etíope, Kalkidan Gezahegne, de 18 años, que compitió sin la menor presión.

Natalia Rodríguez se entrena con Miguel Escalona y es la actual plusmarquista española de 1.500 con una marca de 3:59.51. Su próximo reto, los Juegos de Londres 2012, y como en Daegu, asegura que su objetivo es la medalla de oro.

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