Paolo Guerrero, el último mohicano

  • No tendrá el llamativo corte de pelo de Neymar, ni la fama de Messi, pero el peruano José Paolo Guerrero confirmó ayer frente a Uruguay que, cuando su selección lo necesita, hace honor a su apellido.

David Blanco Bonilla

Mendoza (Argentina), 5 jul.- No tendrá el llamativo corte de pelo de Neymar, ni la fama de Messi, pero el peruano José Paolo Guerrero confirmó ayer frente a Uruguay que, cuando su selección lo necesita, hace honor a su apellido.

A los 27 años, Guerrero lució toda su experiencia en el estadio de San Juan y cumplió para diez puntos la sacrificada tarea a la que fue enviado: hostigar constantemente la salida uruguaya y mostrar toda su capacidad técnica para aprovechar al máximo las pocas opciones que tendría para asediar al portero Muslera.

Lo hizo tan bien que firmó el gol del empate 1-1 de Perú en el minuto 23 del partido, al recibir un centro largo de Guevara, ganarle en velocidad a dos defensas uruguayos y, con gran sangre fría, driblar a Muslera para anotar a voluntad.

Aunque antes del descanso, Luis Suárez marcó el empate definitivo, en el segundo tiempo el 'Depredador' siguió generando peligro y, cuando se juntó con el ingresado Juan Vargas tuvo en su cabeza la victoria, pero su remate salió desviado por muy poco.

Su actuación le valió ser elegido el mejor jugador de un choque al que llegó como el único baluarte de una ofensiva peruana que hecha de menos a los lesionados Claudio Pizarro y Jefferson Farfán, y que tenía al frente a nombres tan destacados como Forlán, Suárez y Cavani.

En ese sentido, estuvo a la altura de sus antecedentes, que pasan desde haber sido preparado en Alemania por el mítico goleador Gerd Müller, que lo tuvo a sus órdenes en los juveniles del Bayern de Múnich (y le regalaba un chocolate por gol anotado), y su raigambre familiar con la camiseta de Perú.

El delantero del Hamburgo es hermano de Julio Rivera, un veloz atacante que llegó a la final de la Copa Libertadores de América de 1997 con el Sporting Cristal, pero, sobre todo, es sobrino de José 'Caico' González Ganoza, el hermano de su madre que defendió la portería de Perú en los años setenta y ochenta y que murió en el trágico accidente de aviación del Alianza Lima, en 1987.

En Perú se dice que "de raza le viene al galgo", por lo que Guerrero había ofrecido que, a pesar de los lesionados, su selección no iba a defraudar e incluso confesó que cuando se pone la camiseta nacional se transforma.

Tras el partido de ayer se dio un momento para el análisis e incluso, cuando todos los elogiaban, para la autocrítica, lamentándose por haber fallado el remate de cabeza en el minuto final del partido.

"Me voy mal por la chance que no concreté. Es una lástima. Nos hubiera dado la primera victoria. Pero ahora hay que pensar en el próximo partido. Hay que ganar sí o sí", comentó en alusión al choque del próximo viernes frente a la bisoña, pero corajuda, selección de México.

También, como buen profesional, reconoció las virtudes de Uruguay, al que calificó de rival "muy complicado, con grandes jugadores" y coincidió en que los partidos de la Copa América son muy disputados, lo que ha contribuido a la gran cantidad de empates.

"No es casual: los partidos salen muy cerrados y cuesta hacer goles", reconoció este solitario atacante que, como en la novela "El ultimo mohicano", de James Fenimore Cooper, tiene en sus pies la misión de hacer que su país cante victoria y vuelva a soñar. EFE.

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