Previa Liga BBVA 2014-15. La sublevación del Atlético ante Real Madrid y Barcelona continúa

    • Sin Courtois ni Diego Costa, Simeone debe reinvertar un equipo en el que el concepto y la ideología siguen inalterables.
    • El Madrid apunta a favorito del campeonato, mientras que el Barcelona se pregunta si Messi volverá a ser un jugador decisivo.
El Atlético de Simeone, cinco títulos en dos años y nueve meses
El Atlético de Simeone, cinco títulos en dos años y nueve meses

Comienza la liga anteriormente conocida como 'liga de dos'. Abocada a un duopolio cuyo final parecía sine die, la sublevación del Atlético de Madrid la pasada temporada y su consecuente título de Liga, una de las mayores proezas en los 85 años de historia de la competición, supuso una revitalización del campeonato. Lo fue por la forma y por el fondo. Propulsado por el caciquismo de Simeone, ideólogo y armador de un conjunto esforzado y con una idea tatuada hasta las últimas consecuencias, el Atlético fue capaz de coronarse campeón en una época oligárquica, dominada por transatlánticos que son selecciones mundiales y en la era de Messi y Cristiano. Casi nada.

Ahora le toca la misión de reinventar el equipo, que no el modelo, y repetir el imposible ante dos bloques que nuevamente han sacado músculo contratando los mejores futbolistas que el dinero puede comprar. También ha gastado el Atlético, ojo, aunque la fuga de Courtois y Costa se antoja una hipoteca de altura.

Con todo, se ha reforzado bien el campeón. Moyá, un portero contrastado en la categoría y atacantes como Griezmann y Mandzukic deberían ofrecerle riqueza ofensiva y variantes. Pese a mudar la piel, en nada muta conceptualmente. La organización sin balón, la perfecta ocupación de los espacios, la solidaridad grupal, el sacrificio y la supeditación del individuo al colectivo son santo y seña de un equipo que tiene en el bloque su fortaleza. La continuidad de sus fenomenales centrales (Miranda y Godín) y de Gabi y Koke garantiza la prevalencia de la columna vertebral y de los depositarios de la identidad. Pese a ser el vigente campeón y agotar el factor sorpresa, Simeone no da volantazos en el discurso. Le ha funcionado el partido a partido. Al menos de puertas hacia fuera, el objetivo del Atlético es luchar por la tercera y cuarta plaza.

No compran esto Real Madrid y Barcelona, obligados como cada año a ganar. Parecen en puntos opuestos de la fase de maduración los dos conjuntos. Mientras que los blancos, despresurizados tras la ansiada décima, son un equipo hecho, todavía en la curva ascendente de su desarrollo y con ínfulas dinásticas, el Barcelona se encuentra en un cruce de caminos. El que representa reactivar un conjunto declinante pero que todavía quiere aprovechar los estertores de su mejor época.

Su principal incertidumbre, quizás la mayor del fútbol mundial, es Messi. ¿Qué le pasa? ¿Volverá a ser el mejor futbolista del mundo? ¿Volverá a ser decisivo en partidos importantes? Tan atribulado como Messi se encuentra el barcelonismo, inmerso en un cacao de líos con la FIFA o la Audiencia Nacional. En esas aterriza una personalidad arrolladora como Luis Enrique, llamado a acometer una catarsis que se ha aplazado desde la salida de Guardiola. El vacío de poder generado durante la maldita enfermedad de Tito Vilanova y la inacción de Martino propiciaron un equipo lleno de vicios adquiridos, pusilánime y falto de pasión, factores que se exponenciaron el curso pasado. Conocedor de la casa, con todo lo que ello implica, toma el mando Luis Enrique. Sin Valdés y Puyol del gran Barcelona, por fin ha tomado medidas el club en el centro de la defensa, contratando a Vermaelen y Mathieu. Aunque ninguno es una estrella, al menos le dan variantes y profundidad en la zaga. También se ha hecho una transfusión en el centro del campo, el tótem diferencial de su modelo. Con Rafinha, que debe tomar la alternativa en un grande, y Rakitic, debería recuperar pujanza en la medular. También delante, el fichaje de Luis Suárez, en barbecho hasta finales de octubre, garantiza goles, hambre e intensidad. Neymar está llamado a dar un paso al frente y de Messi, por primera vez en su carrera, nadie sabe a ciencia cierta qué esperar.

Coronado en Lisboa, es posible que el Madrid sea el contendiente con más certidumbres, aunque al madridismo le cuesta entender ciertas cosas. Sobre todo la inminente salida de Di María. Uno de los mejores futbolistas del planeta durante 2014, su laboriosidad, talento para el pase y habilidad para eliminar líneas de presión por dentro y por fuera mediante el regate, fueron el pegamento de un Madrid que se organiza en dos bloques: los ocho que atacan y defienden, y los tres que sólo miran al arco rival.

Ningún equipo presenta el poderío ofensivo del Madrid, alcista este curso con un Bale desatado y la llegada de James Rodríguez, un goleador de segunda línea. Kroos ha conquistado desde el primer día. Su presencia en el centro del campo ratifica la propuesta iniciada por Ancelotti de tener más el balón. Con todo, la presencia de Bale y Cristiano seguirá imponiendo el toque de corneta. Una vez más, la portería se anticipa como un foco de debate, con un Casillas que emite síntomas preocupantes y Navas sin peajes previos. El Madrid quiere iniciar su dinastía. El Barcelona reinventarse. Y el Atlético de Madrid seguir desmintiendo el imposible.

Mostrar comentarios