Puyol, del gol al adiós en 48 horas

  • Àlex Santos.

Àlex Santos.

Barcelona, 4 mar.- El Barcelona de los últimos meses vive al límite y sin aliento, y todo es susceptible de ser alterado de la noche a la mañana de un plumazo. Y si no, ahí están los casos de Sandro Rosell y Carles Puyol.

El ya expresidente se presentó en público emplazando al juez Pablo Ruz de la Audiencia Nacional para que lo citase cuando antes y así dar explicaciones sobre el fichaje de Neymar Jr. Pocos días después, presentaba la dimisión sin que nadie haya entendido aún qué sucedió en ese intervalo de tiempo.

El domingo pasado, el Barça las estaba pasando canutas en el Camp Nou, donde el respetable ya se ha atrevido incluso a silbar a sus héroes, a los que ha alabado sin fisuras en los últimos años por la cantidad de títulos que han reunido, y en una acción Puyol se presentó como un oportunista dentro del área para marcar el 3-1 y desencallar una situación que se estaba poniendo fea en el choque contra el Almería.

El público, huérfano desde hace semanas de alguien a quien lanzar flores, se entregó a su capitán y volvió a corear y jalear su nombre y a mostrarle el respeto que siempre le ha dispensado, ya que en el Camp Nou pocos jugadores se han librado alguna vez de una pitada, entre ellos Puyol, número uno en coraje y sudar la camiseta.

Puyol parecía que rebrotaba con ese gol, después de tantos meses sufriendo en silencio las miserias de su rodilla derecha, y como sumándose a la inercia de una entidad cada vez más alocada, ha decidido poner punto y final a su carrera como barcelonista, que concluirá el 30 de junio próximo.

Puyol, que un día anunció que se retiraría en el campo y no en el quirófano, espera llegar vivito y coleando al final de la temporada para cumplir un deseo de mínimos; saludar desde el centro del campo vestido de azulgrana a su afición, con un adiós tras diecinueve años en el club, catorce en el primer equipo.

Y, así, se apagará una de las luces más intensas que ha brillado en el barcelonismo durante el último decenio. Puyol no tendrá ni la recompensa de jugar su último Mundial, ya que ha decido que quiere descansar, quizá también dedicarle los mejores años de su vida a su hija, Manuela, recién nacida hace unas semanas,

No jugará su último mundial, como tampoco jugó la última Eurocopa, en la que sacrificó su asistencia porque quería recuperarse para estar a disposición del Barcelona en el arranque de la Liga.

De poco le ha servido tanto esfuerzo, pues Carles Puyol ha sido en las dos últimas temporadas una sombra del impecable central que fue dueño de su parcela en una época dorada del barcelonismo, sin duda los años más victoriosos del FC Barcelona.

Puyol se va porque dice que no quiere arrastrarse en un campo. Y nadie en el barcelonismo le va a llevar la contraria, ya que en algunos de sus últimos partidos ha sufrido con su capitán, limitado en todo lo que antes era extraordinario e inigualable.

Carles Puyol, tímido y reservado, poco amigo del histrionismo, ha decidido apagarse por voluntad propia, para no sufrir, ni hacer padecer a los suyos, a sus amigos y familiares, y seguidores.

Él más que nadie sabe que el punto de velocidad y agresividad ha sido su marca personal, sin la cual ha pasado a ser un jugador del montón. Lo ha dado todo por el Barça, y más, y ha creído que otro debe de recoger su testigo.

Al final, ha podido más su cabeza que el corazón, y a pesar de que tenía apalabrados dos años más de contrato con suculentas cantidades económicas, ha vuelto a dar una muestra de ser un tipo íntegro y respetuoso con su entidad.

En su tarjeta de presentación aparecen 593 partidos y 18 goles, e incontables acciones en las que supo imponerse en defensa y mejorar a sus compañeros.

El Barça, ahora ya sin rodeos, no podrá escabullir el bulto como ha ido haciendo estas últimas temporadas y deberá acelerar la contratación de un central, como mínimo, si es que no lo tiene ya atado.

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