Ryder Cup: Europa obra el milagro y Kaymer deja mudo el ruidoso Medinah Club

    • Los europeos levantaron cuatro puntos de diferencia, algo que hicieron los americanos en 1999.
    • Sergío García ganó un apretado duelo ante Furik y Kaymer sentenció la copa.
Martin Kaymer celebra su victoria en la Ryder Cup
Martin Kaymer celebra su victoria en la Ryder Cup
Manu Albarrán

Elitista, reservado, aburrido, soso... son algunos calificativos que la mayoría de la gente que no conoce el golf le aplica al noble deporte de los palos, los greens o los búnkers. Sin embargo, este fin de semana los mejores golfistas de Europa y Estados Unidos han demostrado que cualquier corazón, incluso el del espectador que viera por primera vez golf, podía acelerarse cuando la pelotita se acerca al hoyo.

Y es que grandes ocasiones son las que permiten que muchas personas se acerquen por primera vez a un deporte como el golf. Un evento internacional, con una rivalidad histórica entre un país y un contienente entero y la presencia de dos españoles (Sergio García como jugador y José María Olazábal como capitán) parecían los ingredientes perfectos para que España mirara, por una vez, a los verdes pastos del Medinah Club de Illinois.

No hacía falta entender lo que era un putt, el green, el rough o conocer la trayectoria de los jugadores. Tan sólo hacía falta saber quién era americano y quién europeo para apoyar al adecuado. Para más inri, a las once y cuarto de la noche, terminaba el último partido de fútbol de la Liga BBVA. Cuando el trenzilla indicaba el final del Espanyol-Atlético, la Ryder Cup estaba llegando a su fin, con apenas cuatro encuentros en juego y el marcador muy igualado.

Y mientras en España la gente se debatía entre darle una oportunidad al golf o irse a la cama, en Estados Unidos se llegaba a uno de los finales más ajustados de la Ryder de los últimos años, algo que se notaba incluso por televisión.

La Ryder transforma al, habitualmente, respetuoso público

Cada error europeo era aclamado por los cientos de espectadores que se agolpaban entorno a los jugadores en cada uno de los 18 hoyos. En la cara de todos los golfistas se podía intuir el estrés y el agobio. Elegir un mal palo, jugársela y fallar o perdonar un hoyo podían suponer tirar abajo el trabajo de tres días de todo el equipo.

El respetuoso silencio que carateriza el golf se convertía en tensa calma cada vez que un europeo se disponía a jugar o en entusiasmada espera si lo hacía un americano. En cuanto cada bola cogía altura, un murmullo inundaba las calles del Medinah Club. Y en cuanto la bola caía, ese conglomerado de comentarios sobre el golpe se convertían en aplausos y agasajos o en ácidas críticas y abucheos.

La ansiedad y la tensión se transformaban en palabras y gestos que es muy poco usual de ver en el golf. Incluso los propios golfistas celebraban cada punto clave como si hubieran ganado un gran torneo. Al final, sólo estaba en manos de cuatro golfistas la Ryder. Después de que Estados Unidos comenzara el último día con cuatro puntos de ventaja, de que Europa remontara, de que Estados Unidos obtuviera (y perdiera) varias veces la ventaja, al final, la copa sólo dependía de un golpe.

Kaymer, el elegido

Martin Kaymer era el elegido. Si embocaba un putt de metro y medio Europa, por la regla de que el empate le da la copa al equipo que ganó el año anterior, aseguraría el empate y, por ende, el título. El alemán, en medio de un tenso silencio, golpeó la bola, que rodó sobre la hierba del green y, tras poco más de un segundo se coló en el hoyo. El público americano enmudeció mientras los pocos europeos saltaban y lo celebraban. En el hoyo, Kaymer saltaba sobre un sereno Olazábal, que obtiene su primera Ryder como capitán.

El último partido entre Woods y Molinari no sirvió de nada. El 'oé, oé, oé' 'europeizado' inundaba ya el club de campo americano mientras el exnúmero uno del mundo y el alemán disputaban un hoyo eterno para el americano y gozoso para el italiano. Europa, por décima vez, era ganadora de la Ryder. En campo enemigo y tras hacer un último día espléndido. A veces, el golf, también puede hacer que la vida sea maravillosa y que Manolo 'el del bombo' o cualquier otro español salte en sus sillones con un deporte que quizá nunca antes hubiera visto. Señoras y señores, esto es golf en estado puro.

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