Sam Sumyk, el bretón que acompaña a Muguruza a la gloria

De voluntario en un club de tenis de Quiberon, una península en la Bretaña francesa, a conseguir Roland Garros como entrenador de Garbiñe Muguruza este sábado. Sam Sumyk apostó por formarse en Estados Unidos para hacerse un nombre en la élite de este deporte.

"No tengo un club ni pistas de tenis, únicamente una tabla de surf, una moto y una bicicleta": El francés Samuel Sumyk no es un técnico como los otros.

Con casi 50 años y un breve periplo como jugador sin pretensiones, Sumyk se ha convertido en los últimos años en uno de los preparadores más cotizados en el circuito.

Irrumpió al máximo nivel acompañando a la rusa Vera Zvonareva y luego vivió la gloria al lado de la bielorrusa Victoria Azarenka, N.1 mundial en 2012 y doble campeona del Abierto de Australia.

Su breve relación con la joven canadiense Eugenie Bouchard en 2015 resultó menos exitoso.

Desde septiembre de 2015 acompaña a Muguruza, considerada una de las jugadoras con más futuro en el circuito femenino.

"Antes de trabajar con ella rechacé a varias jugadoras porque es un lujo, una oportunidad increíble", señaló en una entrevista con la AFP en la víspera del título de su jugadora.

Antes de viajar constantemente por el mundo, Sumyk creció en la Bretaña: "No tenía ninguna necesidad, lo único que quería era jugar al tenis, me divertía, tenía una pandilla de amigos y reíamos, era todo lo que me interesaba".

Tras su época como voluntario en Quiberon, fue profesor de tenis en Lorient.

Entonces decidió tomarse un año sabático y viajar por el mundo de la pequeña pelota amarilla. Tendría unos 25 años, pero no lo recuerda con exactitud. "Soy muy malo para las fechas".

En su viaje llega a la academia Palmer, en Florida. "Me propusieron quedarme y trabajar, acepté, no volví a Francia y desde entonces siempre he sido entrenador", señala.

"Estoy bien en cualquier lado, pero especialmente en Estados Unidos. Hago lo que quiero y la vida es mucho más sencilla que en otros lugares", explica sobre su país de adopción.

Sumyk vive ahora en California, en un entorno idílico, Manhattan Beach, cerca de Los Ángeles.

"Practico el surf, soy muy malo pero me gusta estar en el agua, en un sitio bello, el mar es un remedio terapéutico", dice el bretón, que admira al marinero Olivier de Kersauson.

Sumyk, que sueña un día con viajar por los océanos, exhibe una filosofía de vida muy positiva: "Todo lo que me molesta lo elimino en cinco segundos, no tengo tiempo que perder".

Incluso desprende un cierto aire místico. Para aceptar la propuesta de Muguruza necesitó recibir su primera mirada, de escuchar la primera palabra.

"No pido a mi jugadora de seguirme en mi manera de ver las cosas. Así es como quiero avanzar, todo lo que es tóxico no me interesa", insiste.

El francés, que sólo ha entrenado a jugadoras en su carrera en la élite, está dispuesto a dirigir hombres: "¡Lo hago saber!, no me olviden cuando no tenga trabajo".

Mientras, espera continuar con Muguruza, la jugadora que le ha llevado a ganar de nuevo un Grand Slam, señalada por muchos como la próxima dominadora del circuito femenino.

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