Túnez, del balonmano callejero a sorpresa del Mundial

  • En la pequeña localidad costera de Béni Khiar, en el nordeste de Túnez, a Marouène le bastaba una pequeña pelota y un pedazo de calle para montar un partido cada tarde con sus amigos.

Àlex Cubero

Barcelona, 19 ene.- En la pequeña localidad costera de Béni Khiar, en el nordeste de Túnez, a Marouène le bastaba una pequeña pelota y un pedazo de calle para montar un partido cada tarde con sus amigos.

No era fútbol, sino balonmano, el segundo deporte más popular de un país donde, entre los altos minaretes, emerge una selección consolidada como una de las revelaciones del Mundial.

Bajo una portería improvisada con lo primero que tuviera a mano, al pequeño Marouène Maggaiez no le daban miedo los tiros de sus rivales. Veinte años después, sigue haciendo lo mismo bajo los postes del Nantes y la selección tunecina, convertido en un ídolo.

El meta es el último en abandonar la zona mixta del Palau Sant Jordi de Barcelona. Atiende a cuanto periodista le requiere y, sin perder la sonrisa, saluda a los hinchas que le esperan. Tras vencer a Argentina, su equipo disputará mañana los octavos de final del Mundial de España.

"En mi pueblo, tanto en la calle como en la escuela, solo existía el balonmano. Es algo que ocurre en muchas partes de Túnez, donde el balonmano se juega de la misma manera que en Brasil los niños juegan a fútbol. Es algo cultural", explica a EFE el portero tunecino.

Desde que Túnez acogiera el Mundial en 2005, el segundo que organizaba un país africano, el balonmano ha vivido un auge cada vez mayor. En aquella cita finalizó en cuarta posición, aunque participaba en calidad de anfitriona. Ocho años después, se ha consolidado como la mejor selección actual del norte de África.

"En Túnez hay muchos jóvenes con proyección. El problema es que, una vez han crecido, no hay buenas infraestructuras y tienen que marcharse a otros países, como por ejemplo Francia. Yo mismo me tuve que ir al Montpellier y después al Nantes", señala Maggaiez.

Su técnico, el francés Alain Portes, medalla de bronce con Francia en los Juegos de Barcelona en 1992, apenas puede moverse por las calles de la capital. "Todo el mundo me para y me quiere dar las gracias. Es muy bonito, es una suerte", relata el preparador galo.

En 2010, apenas un año después de su llegada, conquistó la Copa de África, victoria que repitió el pasado año y con la que Túnez se erigía en el equipo con más triunfos del continente, nueve en total.

"Creo que somos la gran sorpresa y una grata sorpresa para el Mundial -opina Portes-. Solo hemos perdido contra Brasil. Y la victoria ante Alemania fue fantástica".

La primera vez que el técnico recorrió las calles de Túnez no cabía en su asombro: "No sé de dónde viene este amor por el balonmano. Pero lo que sí sé, y lo vi con mis ojos, es que en cualquier calle encuentras chicos jugando. Para mí fue muy sorprendente. Ciertamente había jugadores jóvenes muy buenos. La técnica era fantástica, pero la táctica quizás no tanto".

El joven Wael Jallouz es un buen ejemplo. En Grombalia, a poco más de media hora de Béni Khiar, nació este corpulento lateral de 21 años con un cañón por brazo. Juega en el AS Hammamet local, pero emigrará el próximo curso a las filas del poderoso Kiel alemán.

Todo su descaro sobre la pista se convierte en pura timidez fuera de ella. Por eso acude a su rescate el veterano Selim Hedoui, uno de los más dicharacheros del vestuario, para sacarle del apuro.

"¿La calle? Yo empecé ahí y aquello sí eran partidos duros, no como ante Francia", bromea Hedoui. "Después ya fui a un club pequeño y ahora he podido llegar a un buen equipo. Pero nunca pensé que acabaría jugando contra Francia. De niño veía a la selección por televisión y pensaba: ¿Por qué no puedo ser uno de ellos?".

Una nueva generación se abre paso. La derrota en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos ante Croacia fue clave en ello. De los estandartes del equipo que ganó cuatro Campeonatos de África en los últimos diez años, solo Issam Tej continúa sobre la pista. Los experimentados Wissem Hmam, Heykel Mgannem y Anouar Ayed decidieron dejar la selección tras este verano.

Anoche, sobre la pista del Sant Jordi, la renovada Túnez se abrazaba y celebraba eufórica el cuarto puesto, mientras en los altavoces sonaba 'Ya Belhsan ya Chedly', famosa canción tradicional. Mañana les espera Dinamarca. Y la pista volverá a ser la calle.

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