Escartín: "Hasta los motoristas, con el casco que llevan, pueden quedar partidos por la mitad en un accidente"

  • El ex corredor Fernando Escartín lamenta el fallecimiento del belga Weylandt en el Giro de Italia y analiza el problema de los cascos y los quitamiedos.
Jorge Ramírez Orsikowsky

"Me acabo de enterar por Twitter", contesta Fernando Escartín, un conocido corredor de la década de los noventa, cuando coge el teléfono. El oscense lamenta el fatal accidente del belga Wouter Weylandt, del equipo Leopard-Trek, que encontró la muerte en la tercera etapa del Giro de Italia camino de Rapallo, en el descenso del Passo del Bocco. Lo siguiente que pregunta es si es muy joven. 26 años.

"La muerte de un ciclista es un hecho muy triste. Una persona joven, fuerte, deportista… Es cierto que ha habido fallecimientos en otros deportes como el fútbol, pero el ciclismo es un deportes de riesgo. La carretera, las altas velocidades…", comenta Escartín, que, como todos los corredores, cuando competía asumía que se jugaba la vida.

El ex corredor de equipos como Clas-Cajastur, Mapei y Kelme vivió dos hechos muy graves cuando formaba parte del pelotón y que le vienen a la cabeza con la muerte de Weylandt. "Es un golpe muy duro. Yo lo viví en mi época con (Fabio) Casartelli", explica el escalador. Se refiere al accidente que segó la vida al italiano en el Tour de francia de 1995, en el descenso del Col de Portet d'Aspet.

El casco, una medida de seguridad insuficiente

Como Weylandt, Casartelli sufrió fracturas en la cara y el cráneo (el belga, en la base del mismo). A diferencia del fallecido en el Giro, el italiano no llevaba casco, y su muerte originó un gran debate sobre la obligatoriedad del mismo. Sin embargo, casi 16 años después, el casco no ha salvado la vida al corredor del Leopard-Trek.

  

Escartín lo tiene muy claro. Ni un casco de motorista daría una seguridad del 100% a los ciclistas, que por otra parte no podrían llevarlo. "Mira a los motoristas, que con ese casco de repente pueden verse partidos por la mitad por culpa de un quitamiedos", declara el ex corredor de Biescas. Weylandt se golpeó contra un muro protector.

Uno de esos quitamiedos estuvo a punto de costarle la vida a Escartín en la Vuelta a España de 1999, en la que era uno de los favoritos. Es el otro recuerdo que le ha venido a la cabeza. "Si no pongo el brazo y me golpeo con la cabeza, a lo mejor no lo cuento", asegura. Escartín, que había logrado acabar la carrera española en segundo lugar en dos ocasiones, sufrió la fractura del cúbitoal caerse por la lluvia en el descenso del Puerto del Cordal. Ahí se acabaron sus opciones de ganar una de las grandes rondas por etapas, el mismo año en el que había acabado en el podio, tercero, en el Tour de Francia.

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