El deporte modesto se resiente

De la yerba al barro: el golpe de la Covid derriba y desciende a clásicos del rugby

El Club de Rugny Santander y el INEF femenino de Barcelona se quedan sin recursos ni patrocinadores y son castigados a jugar en divisiones inferiores al potencial que se habían labrado en los últimos ejercicios.

De la yerba al barro: el golpe de la Covid derriba y desciende a clásicos del rugby.
De la yerba al barro: el golpe de la Covid derriba y desciende a clásicos del rugby.
La Información

"Todo es posible". Este es el mensaje más visible que aún mantiene en su web el equipo cántabro de rugby que en 24 horas ha eliminado de su camiseta el nombre de la empresa de lavabos que desde hace cuatro años le patrocinaba. De sopetón, han tenido que volver a sus orígenes de equipo modesto que juega en campos de barro o tierra. Al Club de Rugby Santander ya no le salían las cuentas. Alega que una semana antes de empezar la liga de División de Honor el patrocinador incumplió lo apalabrado. El efecto dominó fue fulminante: multa (12.360 euros) y descenso de dos categorías

En Barcelona, el equipo femenino de INEF también se ha visto obligado a dar un sonoro portazo al deporte de élite para regresar a la competición regional. Es uno de los clubes más laureados, pero la crisis, no entiende de estas cosas. El presidente del club cántabro, Juan Pascual Gómez, asegura ser "consciente" del problema que han creado a la Federación ,"algo a lo que nos hemos visto obligados al quedarnos a última hora sin margen de maniobra".

Pese a todo, el compromiso de este ex jugador que ha militado en equipos de Cantabria, Madrid y Palma de Mallorca para reflotar el club es total. "La sanción económica que nos han impuesto es desproporcionada sin ni quiera darnos la oportunidad de explicarnos ni de hacer alegaciones sobre las causas que han provocado esta situación. Ahora se trata de aprender de los errores y de volver a los orígenes de cara a sentar las bases de un nuevo proyecto que sirva para volver a los más alto en un futuro no muy lejano".

Todo el lío con el patrocinador ocurrió de forma repentina en un club que ya tiene 192 licencias a pesar de su corta vida. En sólo trece años ha logrado instalarse en División de Honor. Su meteórica progresión le ha llevado a contar también con un equipo femenino y a competir en todas las categorías, incluida la sub 6. Raúl Lombó, un vocal de la junta directiva, recuerda con precisión los pasos dados para llegar a la élite, incluida la época cuando veían los campos de yerba por televisión y tenían solo dos patrocinadores "que nos servían para cubrir gastos porque no se nos pasaba por la imaginación subir de categoría", admite. 

En enero de 2017 la empresa Bathco se dirigió al club para exponerles su proyecto de esponsorización. El apretón de manos fue rápido. Se hicieron varios fichajes y esa misma temporada consiguieron subir a División de Honor B. "Con la entrada del patrocinador se firmó un proyecto de patrocinio a tres años con el objetivo de llegar en ese espacio de tiempo a División de Honor, un objetivo que se cumplió con creces porque lo conseguimos en tan solo dos", añade Lombó. El acuerdo de las últimas temporadas preveía una inyección económica de 100.000 euros anuales prorrateados. El resto de sus ingresos provenían de las subvenciones de otras instituciones públicas como las del Ayuntamiento (75.000 euros) y las del Gobierno regional (30.000 euros). 

El esponsor, como hacen otras muchas empresas, incluyó una cláusula Covid mediante la cual el acuerdo quedaba roto si se suspendía la liga o si encerraban otra vez a la gente en sus casas. Además del dinero, la empresa concedió al club una línea de crédito de hasta 45.000 euros hasta enero, que era cuando recibían las subvenciones y podían devolver el dinero. Desde el club informan que el pasado 8 de octubre el acuerdo de renovación del patrocinio, a falta de firma, se daba por hecho. El sol dejó de brillar ocho días más tarde cuando a l2:34 horas recibieron un mail donde se les comunicaba que se eliminaba esa línea de crédito. Dicho de otro modo, las cuentas ya no cuadraban porque si desde el mes de abril el acuerdo de esposorización estaba roto y no podían pedir un crédito, lo impagos se iban a acumular el último trimestre de año. 

Pese al duro golpe, el club se ha movido rápido y no ha dejado tirado a ninguno de los 17 jugadores (cuatro españoles y 13 nacidos fuera de nuestras fronteras) que tenían contrato profesional. "Han quedado libres de su compromiso en el menor tiempo posible", se apresura a decir Lombó. Y es cierto. En menos de 48 horas todos habían encontrado acomodo. El grupo de valencianos y un argentino han fichado por Les Abelles, que se juega contra el Hernani el regreso a División de Honor, y el resto han ido a parar a equipos de Madrid o Sevilla e incluso al Independiente, el otro club de la capital cántabra.

El rugby femenino tampoco se salva de la crisis. Las jugadoras del INEF de Barcelona, también conocidas como "las osas", han descendido directamente y sin tomar atajos de la División de Honor a la última categoría regional catalana. Nadie echa la culpa a la pandemia a la hora de que uno de los equipos más laureados (cuatro ligas en la última década) y de donde han salido infinidad de internacionales, se vea abocado a afrontar una temporada llena de incertidumbres y con escasos apoyos económicos. Jordina Marbà, que durante varias temporadas ha ejercido como capitana, recuerda que los problemas ya venían de tres años atrás cuando tuvieron que juntarse con el Hospitalet "porque al exigirnos que tuviéramos un equipo b y, como eso era muy difícil de mantener económicamente, nos tuvimos que juntar para seguir competiendo en División de Honor". 

Al término de la pasada temporada se decidió romper el proyecto y la consecuencia inmediata fue darse de bruces con una realidad: sin dinero era imposible mantenerse en la élite. Vuelta otra vez a los campos de barro. Es cierto que podía haberse autofinanciando. "El club nos dijo que si aportábamos cada una 80 euros mensuales podíamos seguir pero yo, por ejemplo, tengo 28 años y trabajo, pero casi la mitad de las chicas estudian y esa cantidad de dinero al mes representa mucho", admite la pilier del INEF. A esa cantidad hay que sumarle los casi 300 euros que tienen que pagar al año de ficha, "y eso ya es demasiado"

Atrás quedan los tiempos en los que el presupuesto rondaba los 70.000 euros. "Parece mucho – reconoce Jordina-, pero no cobrábamos nada porque la mayor parte del dinero iba para pagar el alquiler del campo donde jugábamos". Ahora toca buscar fórmulas imaginativas para encontrar un sostén económico. De momento se conforman con aportaciones públicas o anónimas al mismo tiempo que venden lotería de Navidad o camisetas del club. Incluso tiene pensado confeccionar un calendario "donde algún año hemos aparecido desnudas y en otros los hemos elaborado con fotos de Barcelona". No obstante, el futuro a nivel económico lo ve "bastante negro" porque están "hipotecadas" por el alquiler del campo "en una ciudad como Barcelona donde hay muchos equipos y pocos campos y de ahí que algunos estén obligados a jugar en Viladecans que está a casi 20 kilómetros de la ciudad". 

Con la ruptura del acuerdo el equipo ha perdido a muchos efectivos, ya que la mayoría de las jugadoras se han ido a otros equipos de mayor nivel "principalmente" al San Cugat, que en está en División de Honor B. "La temporada pasada éramos dos equipos y sólo nos mantenemos cinco chicas, tres del primer equipo y dos del segundo", se lamenta. Por su parte, el equipo masculino tiene solo cuatro años de vida y aunque su cantera se nutre de jugadores que cursan sus estudios en la universidad "estamos abiertos a cualquiera con los brazos abiertos", dice Josep González, su capitán.

El equipo, que juega en la segunda regional catalana, se quedó la temporada pasada con la miel en los labios de jugar los play off de ascenso por culpa del covid. La forma de financiación es igual que la de otros muchos clubes de su categoría que cuentan con jugadores muy jóvenes que no perciben ingresos "así que cualquier ayuda que nos llegue será bienvenida". Desde hace dos temporadas buscar un patrocinador "pero la pandemia y el nivel en que jugamos no facilita las cosas". De momento se tiene que conformar con la mano que les echan algunos veteranos y las ayudas del bar Belushi´s de Barcelona "un local que está muy bien y donde vemos los partidos de rugby".

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