5 problemas que alertan del peligro de una nueva burbuja bancaria

    • Para los bancos, se trata de la crisis de nunca acabar, pues enfrentan graves problemas de rentabilidad y de estructura semejantes a los de 1980.
    • Los ingresos recurrentes han caído mucho y, además, está a punto de desaparecer la partida de ingresos más boyante de los últimos años: el resultado de las operaciones financieras (ROF).
La banca firma hoy con el Gobierno ampliar en 3.000 viviendas la aportación al fondo social
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Es un secreto a voces: los bancos españoles se enfrentan de nuevo a problemas muy serios, casi existenciales. En primer lugar, problemas de rentabilidad: la pesada carga de 'non-performing loans' y de activos inmobiliarios atribuidos, unidas a unas estructuras comerciales y de personal montadas para los buenos tiempos en lo que el crédito crecía al 16-18 por ciento (en 2014 el crédito bajó algo más del 6), son dos de los factores principales que lastran las cuentas de resultados.

Por el lado de los ingresos, las noticias tampoco son buenas: el margen financiero (la diferencia entre lo que se paga por los depósitos y los que se cobra por los créditos), que durante décadas había sido la fuente fundamental de los ingresos bancarios, se estrecha, porque los tipos de interés están muy bajos, por si fuera poco, está en trance de muerte súbita la partida de ingresos más boyante durante los años pasados: se acabaron las operaciones financieras con el BCE, precisamente porque el BCE ya no presta dinero exclusivamente a los bancos, sino a cualquiera que se lo pida.

Por último, la decisión de las familias de priorizar el pago de las deudas vivas a la contratación de nuevos préstamos para segunda o tercera vivienda, deja a los bancos sin el importante mercado de particulares. De hecho, entre 2008 y 2014 el crédito de bancos y cajas ha bajado un 30 por ciento, de 1,7 a 1,3 billones de euros. Y por el contrario, el pasivo ha bajado un 27 por ciento. Los clientes ahorran más de lo que gastan: mal asunto para los bancos.

También problemas de capitalización: como la rentabilidad sobre recursos propios es baja, solo un 4,36 de media (tres veces menos que el 14,36 obtenido en 2008), y lo será por mucho tiempo, encontrar capital nuevo se convierte en misión utópica… Precisamente cuando la nueva autoridad supervisora de Europa exige más nivel de recursos propios y pone en cuestión que la partida de créditos fiscales diferidos pueda ser considerada como como recursos propios.Riesgo de una nueva burbuja

Según Aristóbulo de Juan, que desde su puesto como director general del Banco de España puso en marcha los planes de saneamiento de la banca española en los años 80, el sector bancario español presenta en 2015 muchas similitudes con el que se vivió 2007, en vísperas de la crisis. Para De Juan, el riesgo de una nueva burbuja bancaria está latente.

A continuación se concretan las cifras de esta difícil coyuntura en los seis bancos españoles más grandes. Para los casos de Santander y BBVA solo se tienen en cuenta los datos de sus respectivos negocios en España, que suponen una cuarta o quinta parte de sus resultados.

1. Problemas de capital

La apariencia es que, de media, los bancos españoles cumplen con los niveles de capital exigidos por las nuevas normas internacionales: por cada cien euros de dinero que prestan o invierten presentan unos recursos propios en el entorno de los 10 euros.

Pero no menos cierto es que una parte, variable según los casos, de ese capital no está constituido por dinero o activos liquidos, sino por activos fiscales diferidos -en roman paladino: créditos fiscales.

Para la recién nombrada presidenta del Consejo Único de Resolución, la alemana Elke Konig, "los Activos Fiscales Diferidos (DTA por sus siglas en inglés) son una espada de Damocles para la banca (…) Los DTA dependen de la rentabilidad futura. Bien, pero cuando un banco entra en problemas, si hay algo seguro es que no hay rentabilidad futura. Entonces la cuestión es: ¿Cuánto vale realmente este activo?".

2. La endiablada cuenta de resultados

La cuenta de resultados bancarios ha dejado de ser lo que era. El Presidente de la AEB, Antonio Roldán, ha señalado reiteradamente que se tardará mucho hasta que los bancos recuperen, sobre recursos propios, una rentabilidad del 10 por ciento, que se considera el nivel atractivo para que los inversores compren acciones.

Al mirar con detalle la cuenta de resultados se advierte enseguida problemas por el lado de los ingresos: durante los últimos años de la crisis, los bancos abandonaron el negocio recurrente de tomar y prestar dinero a los clientes particulares o empresariales, para hacer negocio con el 'trading' de deuda pública: pedían fondos al Banco Central Europeo al 1 por ciento y los invertían en deuda pública española, que por lo menos rentaba dos o tres veces más.

Ese capítulo de ingresos aparece contabilizado en la cuenta de pérdidas y ganancias como Resultado de operaciones financieras (ROF). Algunos bancos tuvieron durante 2014 tantos ingresos por ROF como por prestar dinero a clientes particulares o empresariales.

Como debido a la política de manga ancha del BCE ya se ha acabado esta oportunidad de trading, los bancos deberán encontrar otra fuente de ingresos… Que al día de hoy nadie es capaz de identificar.

3. Productividad: dos varas de medir

El ratio de eficiencia mide lo que gasta un banco en el proceso de convertir en crédito el dinero que ha recibido en depósitos. La fórmula para calcular la eficiencia es dividir los gastos de explotación entre el margen ordinario: cuanto más bajo es el resultado más eficiente es el banco, en los buenos viejos tiempos, los bancos españoles aspiraban a rebajar su margen de intermediación al 40-45.

En este capítulo de nuevo se advierte la importancia de los Resultados de Operaciones Financieras, pues si se descuentan de los ingresos procedentes del trading, el ratio de eficiencia de la banca recurrente empeora sensiblemente.

4. Los agujeros negros del activo

Una cosa es prestar dinero y otra que te lo devuelvan. La crisis ha dejado en los bancos una pesada carga de créditos que nunca se devolverán, pero que siguen figurando en el activo de los balances bancarios porque ni se generan beneficios suficientes ni se cuenta con capital bastante para reconocer esas pérdidas, a costa de disminuir beneficios o reducir recursos propios.

5. Gastos: mucho pollo para tan poco arroz

Como todo el mundo sabe, el vertiginoso derrumbe del sector inmobiliario, a partir de 2008, dejó una estructuras bancarias sobredimensionadas.

Dado el modelo de negocio de la banca nacional, cuando la economía crece, contar con una tupida red de oficinas es un arma competitiva de primer orden, y viceversa: en coyuntura económica depresiva, la red de oficinas se convierte en una carga.

Es cierto que las plantillas de personal y las redes de oficinas han disminuido desde entonces, más en las ex-cajas que en los bancos, pero nadie piensa que la restructuración haya terminado en lo referente a adecuar el tamaño a la dimensión real del mercado.

Soluciones difíciles

A grandes males, grandes remedios: cada semana aparecen nuevas quinielas sobre las fusiones de dos o más bancos, entre uno de los seis grandes y alguno de los medianos o más pequeños, entre dos grandes…

Desde luego que un banco más grande que los actuales podría ganar en volumen y con ello el número de operaciones. Pero ese objetivo, razonable sobre el papel, exigiría una previa reducción de gastos, tantos generales como de plantilla o de sucursales. No parece que el tiempo político ayude a esta estrategia, por razonable que sea.

La solución adoptada por algunas entidades es salir de compras por el extranjero, de manera que se compensen las dificultades nacionales con la menor turbulencia de otros mercados. Así lo han hecho sobre todo Sabadell y Popular, comprando sendos bancos en el Reino Unido y México. Pero alcanzar una dimensión internacional suficiente, aunque no fuera de la proporción de Santander o BBVA, exige un capital propio que no siempre se tiene. De hecho, el Popular ha renunciado a comprar el negocio minorista de Citi en Centroámerica precisamente por los requerimientos de nuevo capital.

Lo que es seguro es que al día de la fecha en España no hay negocio bancario para tantas entidades… Y ahora la fórmula de salir del atolladero no depende tanto del Banco de España como de los nuevos organismos europeos.

(Aclaración y fuentes: en los cálculos solo se ha tenido en cuenta el negocio español de Santander y BBVA. Las fuentes son variadas: las propias entidades, el Banco de España, el Test de Stress de 1994 y la AEB).

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