Explotación ilegal de lapislázuli financia a la insurrección afgana, según ONG

Los insurgentes afganos obtienen 20 millones de dólares al año con la explotación ilegal de minas de lapislázuli en el noreste del país, advierte la ONG británica Global Witness, que pide que se catalogue esta piedra como "mineral de conflictos".

La piedra semipreciosa se encuentra en gran cantidad en las minas de la remota provincia de Badajshán.

Esta región, antaño estable, es ahora escenario de intensos combates entre "los talibanes, algunos diputados locales y caciques de la región", que se disputan el control de las minas y sus ingresos, destaca Global Witness en un informe publicado el lunes.

"Las minas de lapislázuli de la región de Badajshán son un concentrado del problema que afecta a todo el país. La explotación minera es la segunda fuente de ingresos más importante para los talibanes", asegura Global Witness.

Sin embargo, los talibanes no son los únicos. Las minas podrían interesar también al grupo yihadista Estado Islámico (EI), implantado en el este de Afganistán.

Por eso, la ONG británica pide que el lapislázuli afgano sea considerado "mineral de conflictos", para que se regule su comercio en algunos países.

El lapislázuli sirve para decorar objetos de arte o muebles, y su explotación, si estuviera más regulada, podría financiar el sistema sanitario, las fuerzas de seguridad y el sector educativo en Afganistán, afirman los autores del informe.

El país cuenta con grandes reservas de gas, petróleo y minerales, cuyo valor asciende a más de un billón de dólares.

Sin embargo, la corrupción, la mala gestión y la violencia disuaden a las compañías mineras extranjeras de implantarse en el país, lo que hace que dichos yacimientos "sean uno de los motores más importantes de conflictos y del extremismo", advierte Global Witness.

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