Abróchense los cinturones: llegan curvas en la montaña rusa de la bolsa

  • Los mercados, en plena ebullición, sólo son aptos para corazones fuertes. Entre los expertos hay división de opiniones sobre si el actual puede ser el último gran coletazo de la crisis en las bolsas y en los bonos, pero sí hay consenso en que los mercados seguirán subidos a la montaña rusa durante unas cuantas semanas más. Ni los políticos, ni las agencias de rating, ni los especuladores, ni algunas peregrinas explicaciones a las caídas bursátiles ayudan a relajar el ambiente.
Enrique Utrera

Hay consenso entre los expertos: la tendencia de fondo en las bolsas es bajista y no sería descabellado en absoluto que el Ibex 35 se encaminara, con altibajos y dientes de sierra constantes, primero hacia el nivel de los 8.500 puntos y, más que posiblemente, hasta los 8.000 puntos en una segunda etapa. Es decir, hasta los niveles de la primera semana de abril del año pasado.

Por lo tanto, toca abrocharse fuerte los cinturones. Los mercados no van a dar tregua a los inversores, que a la vista del pánico vendedor de la semana pasada han retrasado cualquier decisión de comprar por más que algunos precios son más que atractivos. Por lo tanto, el mercado está en manos de los operadores a corto, profesionales de la plusvalía rápida, que están aprovechando la debilidad de las economías mediterráneas para hacer caja.

Lo peor es que muchas de esas entidades son europeas, financieras, con nombres y apellidos de alcurnia y, por cierto, rescatadas por sus Estados cuando la quiebra de Lehman Brothers y unas cuantas toneladas de activos tóxicos las pusieron al borde del precipicio. Hoy, están haciendo un pingüe negocio a costa de atacar a unos cuantos países con los que comparten divisa y proyecto común.

Una paradoja más en unos mercados cargados de incongruencias, como los rumores absolutamente interesados que el miércoles pusieron a España en el punto de mira: el país necesitaba 200.000 millones de euros y se le iba a rebajar el ráting de inmediato. La cuestión para un buen puñado de hedge funds era cerrar posiciones cortas y salvar los muebles. Más de uno de estos inversores especulativos, que han conseguido que casi el 11% del capital de las empresas del Ibex esté apostado a la baja, también ha estado estos días al borde del desastre.

Lo que pasó en Wall Street es más de lo mismo, pero a gran escala. Resulta que la explicación a una caída que llegó a ser de 1.000 puntos en el Dow Jones –más del 9%- no ha podido ser más confusa. Que si un operador de Citi confundió los million con los billion, que el error provocó la caída libre de Procter&Gamble, que hubo una orden de derivados de 16.000 millones de dólares en futuros del S&P, que algún hedge fund desesperado se lo jugó todo a una carta… La realidad es que el pánico vendedor permitió a más de un especulador cerrar sus posiciones cortas a placer. Lo mismo que en España el día anterior.

El caos que ha rodeado a las bolsas a uno y otro lado del Atlántico no hace sino alimentar la desconfianza general. ¿Quién puede parar la rueda? Sobre todo los Estados europeos, con actuaciones contundentes y creíbles. La semana que empieza es capital. Primero, porque este domingo se celebran las tan esperadas elecciones en la región alemana de Renania del Norte Westfalia, que han tenido bloqueadas las ayudas a Grecia por imposición de Ángela Merkel, que necesita convencer a sus votantes de que los helenos devolverán los 22.320 millones que salen de las arcas alemanas.

Si se cumplen las expectativas, entre el 11 y el 12 de mayo se podrá activar oficialmente el primer crédito a Grecia, que incluye una inyección de 30.000 millones por parte de la Unión Europea y otra de 15.000 millones por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Siete días después, otro plato fuerte con el vencimiento de 10.000 millones de deuda helena.

El ventilador no para

La presión continúa en unos mercados que necesitan una buena noticia. O, al menos, que el ventilador que agita las expectativas más catastrofistas deje de girar. Todavía está el mercado conmocionado con las declaraciones de Bill Gross, director de gestión de Pimco, con perlas como "las tres grandes agencias son demasiado tímidas y lentas para rebajar la deuda soberana, y ya no sirven a un propósito válido para las sociedades de inversión. Como ejemplo tenemos el caso de la deuda española. S&P la semana pasada la bajo un grado de AA+ a AA, advirtiendo que podría enfrentarse a otra rebaja...y aunque no lo crean, Moody's y Fitch todavía mantienen la triple A".

Más leña al fuego para un mercado que teme que el riesgo de contagio de la crisis griega sea ya una realidad. Eso sí, sin prueba alguna. Máxime si se tiene en cuenta que hay razones de sobra para que no dejar morir a la economía helena. Por ejemplo, que un gran banco francés como Credit Agricole haya reconocido ayer que su exposición a Grecia es de 3.430 millones de euros, de los cuales 850 millones de euros corresponden a los títulos de deuda soberana griega. Otro aún más grande, como BNP Paribas, ha reconocido 5.000 millones. Todo un aval que los mercados prefieren no ver: las malas noticias mandan.

Mostrar comentarios