Alcuri: "La palabra escrita tiene una fuerza literal que es incomprensible"

  • El escritor uruguayo Ignacio Alcuri comienza su último libro de cuentos "Basurita" con una historia ficticia entre el apóstol gay Renée y un Jesús con una abundante descendencia.

Borja García de Sola Fernández

Santiago de Chile, 12 nov.- El escritor uruguayo Ignacio Alcuri comienza su último libro de cuentos "Basurita" con una historia ficticia entre el apóstol gay Renée y un Jesús con una abundante descendencia.

En la conversación que mantienen, Renée se queja ante su maestro de que no aparece en su biografía porque Pablo le ha omitido y, además, ha decidido suprimir la bienaventuranza sobre los homosexuales.

De esta forma tan provocadora e irreverente, Nacho Alcuri (Montevideo, 1980) critica la interpretación literal que se hace en ocasiones de muchos libros, ya sean religiosos, superventas o de dietas.

"La palabra escrita o la tradición verbal tiene una fuerza literal que es demasiado, que es incomprensible", señaló Alcuri en una entrevista concedida hoy a Efe en Chile, donde participó en la Feria Internacional del Libro de Santiago, que finalizó este domingo, con una asistencia de 300.000 personas, según los organizadores.

Según este polifacético autor, que también es conductor de un programa de televisión, guionista y bloguero, entre otras muchas cosas, "un libro no puede ser, no debería ser el camino único, no solamente para la vida, sino para el pensamiento de las personas".

Nacho Alcuri, como prefiere que le llamen, intervino en Feria del Libro de Santiago en los diálogos latinoamericanos para hablar sobre el humor, junto con otros autores.

El uruguayo, influenciado por su compatriota Leo Maslíah, empezó a escribir en la adolescencia como una "forma de expresarse". A los 23 años publicó su primer libro de cuentos, "Sobredosis Pop", y desde entonces ha escrito "Combo 2", "Problema Mío", "Huraño enriquecido" y "Temporada de Pathos".

"Mi estilo es, primero, humorístico, pese a que a veces no quede tan en evidencia y pueda fallar. Después, le doy mucha importancia a las referencias que son 'pop'. Crecí leyendo cómics, libros, mirando la televisión y no reniego de la importancia que tuvo eso en la formación de mi persona", señaló Alcuri, quien escribe sus relatos de pocas páginas "en los viajes de ómnibus o caminando por la calle" porque es un momento sin "distracciones".

Sus historias pueden provocar en el lector una empatía temporal con los personajes, identificación que termina cuando se produce el giro en la narración.

"Yo lo que trato es de generar humor. Busco bajarte un poco las defensas y después darte un golpe inesperado. No para que te sientas mal, sino para decir: 'qué hijo de puta, lo que acaba de escribir'", explicó Alcuri, que aborda sin ningún pudor el amor, la muerte o la enfermedad desde un peculiar punto de vista.

El escritor no duda en usar el humor negro para "incomodar en el buen sentido" y generar un "cosquilleo raro" en los lectores.

"Estoy seguro de que no le puede gustar a todo el mundo y si le gustara a todo el mundo sería muy sospechoso, sería como para ponerse a pensar qué estoy haciendo mal", indicó.

Asimismo, precisó que "uno a veces tiene que medir muy bien sus disparos de amor" y que el error está cuando "el chiste es gratuito".

Sobre la película en la que se denigraba al profeta Mahoma y que desató las iras de parte de la comunidad musulmana, aseguró que "lo que busca es ofender por ofender".

"Una cosa es el humor que te encuentra la vuelta y otra cosa es la provocación, lo gratuito. Esa película es un ejercicio de provocación. Belicoso, provocativo y de enfrentamiento", dijo.

Y agregó: "Yo no hablo de la religión como mi enemiga. Nunca utilizaría un cuento para destruir a alguien que yo considerara mi enemigo y ahí puede estar la principal diferencia".

Nacho Alcuri, que señaló que en Uruguay no se puede vivir de los cuentos, aseveró que como escribir no va a ser su "manutención", esto le da la libertad de no sentirse "presionado".

Por último, el autor de "Basurita" manifestó que emplea "el lenguaje como trampolín para el humor" y que escribe cuentos porque nunca "pudo escribir algo muy extenso".

"También escribo cuentos porque reflejan de manera inconsciente esa mente de zapping que ya tenemos muchos, esa idea de hipertexto, de Internet, de que nunca estás en una página más de dos minutos y estás yendo a otra y nunca pensaste que hubieras terminado ahí", concluyó.

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