Bañuelos celebra a ritmo de samba el tercer aniversario de la defunción del boom inmobiliario

  • Astroc, el mayor exponente del boom, se derrumbó un 42,91% el 18 de abril de 2007. El desplome fue el principio del fin de la barra libre en la que promotores, inversores, especuladores, tasadoras y bancos de inversión convirtieron el mercado inmobiliario español durante cinco años de vale todo. Enrique Bañuelos, presidente de Astroc, repite hoy experiencia en Brasil.
Enrique Utrera

Astroc, el mayor exponente del boom, se derrumbó un 42,91% el 18 de abril de 2007. El desplome fue el principio del fin de la barra libre en la que promotores, inversores, especuladores, tasadoras y bancos de inversión convirtieron el mercado inmobiliario español durante cinco años de vale todo. Enrique Bañuelos, presidente de Astroc,repite hoy experiencia en Brasil.

Este fin de semana se cumplen tres años del desplome del icono de la especulación inmobiliaria en bolsa. Astroc había debutado en el mercado bursátil sólo once meses antes a seis euros en una operación controvertida porque el grupo era un perfecto desconocido y por la propia estructura de la oferta. La OPV fue la primera de la historia que no fue asegurada por los bancos porque ya estaba cubierta de antemano.

Antes y después de la salida a bolsa, Bañuelos hizo gala de un poder de convicción sin precedentes en un empresario totalmente anónimo hasta ese momento para dar entrada en el capital a un puñado de pesos pesados. Al son de su música bailaron, entre otros, grandes fortunas como Carmen Godia o el dueño de Zara, Amancio Ortega, las inmobiliarias Nozar y Rayet o entidades financieras como Caixa Galicia.

Astroc, que llegó a subir más de un 1.000% en bolsa, despertó del sueño un no tan lejano 18 de abril de 2007. La excusa fue una revelación periodística: la empresa había vendido tres edificios a su presidente. La noticia, unida al insistente rumor de que algún accionista de referencia estaba saliendo del capital, propició un desplome del 43% en un sólo día. La compañía se limitó a comunicar a las autoridades bursátiles que “no existe información relevante que pueda estar afectando al valor".

La realidad era otra: ni el valor de los activos del grupo ni el precio en bolsa –Astroc llegó a valer 7.000 millones de euros, una cantidad sólo superada hoy por la mitad de las empresas del Ibex 35- justificaban lo más mínimo es sueño faraónico de Bañuelos.

Lo que vino inmediatamente después fue la caída en bloque de todo el sector. Ocho meses más tarde, el presidente de Colonial, Luis Portillo, el otro gran visionario del ladrillo español, salía por la puerta de atrás de la compañía ejecutado por los bancos que le habían financiado el ascenso al estrellato del mundo empresarial español. Aquella Navidad de 2007, Colonial certificaba ya de forma definitiva la defunción del boom inmobiliario.

Bañuelos se reinventa

Hoy, Enrique Bañuelos se reinventa en Brasil, el país que organizará los Juegos Olímpicos de 2016. Expulsado de España y muy lejos de Puerto de Sagunto, la localidad valenciana en la que hizo fortuna, levantó Astroc y dejó con unas minusvalías de caballo a cientos de vecinos que confiaron en su imperio de papel, Bañuelos se ha reinventado al tiempo que esquiva las balas que silban alrededor de su cabeza.

Por ejemplo la querella puesta por varios accionistas minoritarios por presunta alteración del precio de las cosas que fue desestimada por el omnipresente juez Garzón y que luego fue reabierta por la Audiencia Nacional. O la investigación abierta por la Fiscalía Anticorrupción por presunto uso de información privilegiada, de la que fue absuelto en marzo de 2009. Bañuelos, que ha vuelto a la lista de los más ricos de Forbes, tiene la suerte de cara: el supervisor bursátil español le acaba de multar con 150.000 euros por un “retraso leve” en la notificación de información... en el año 2006. Pecata minuta.

Agre es el nombre del nuevo Frankestein –construido con los despojos de varias inmobiliarias, como hizo en España- de Bañuelos en Brasil. Es ya la mayor promotora del país por viviendas vendidas y la tercera en ingresos. “Déjenme desnudo en Central Park y saldré en una limusina”. La frase atribuida a Bañuelos ya forma parte del mito de nuestro -recordando la película de Bigas Luna- “Huevos de oro” de carne y hueso. Desde la lejanía de Sao Paulo, donde ha comprado un apartamento, Bañuelos celebra hoy a ritmo de samba y Juegos Olímpicos los tres años de la voladura del sector inmobiliario español. La primera cerilla la encendió él.

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