Berlín se debate entre abrir la mano y mantener lo acordado con Atenas

  • Los resultados electorales en Grecia abrieron hoy un debate en el seno de la coalición del Gobierno alemán sobre la conveniencia o no de flexibilizar el calendario del programa de ajustes y reformas heleno.

Juan Palop

Berlín, 18 jun.- Los resultados electorales en Grecia abrieron hoy un debate en el seno de la coalición del Gobierno alemán sobre la conveniencia o no de flexibilizar el calendario del programa de ajustes y reformas heleno.

De un lado, la tesis defendida hasta ahora sin fisuras por Berlín, según la cual Atenas debía cumplir a rajatabla sus compromisos de austeridad, y que el viceportavoz del Ejecutivo, Georg Streiter, resumió esta mañana como "nuevo gobierno, viejos compromisos".

De otro, la que lanzó ayer tarde, de forma sorpresiva y desatando las esperanzas helenas, el ministro de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle, que aseguró que "se podría hablar de cambios en el cronograma", y que coincide con las últimas especulaciones en Bruselas.

"Prevalece lo que está acordado", repitió en varias ocasiones Streiter en un encuentro rutinario de portavoces gubernamentales con medios de comunicación, ante la insistencia de los periodistas.

"Nadie está hablando de cronogramas en estos momentos", zanjó Streiter.

Argumentó que prefería ceñirse a los hechos y que era necesario esperar a que se formase un nuevo gobierno en Atenas, previsiblemente una coalición entre los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas, ambos a favor de mantenerse en la zona euro y en el rescate.

A continuación, explicó, el Ejecutivo heleno se pondrá de nuevo en contacto con la "troika" -el grupo de supervisores formado por miembros del banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- para que regrese a Atenas a realizar sus tareas de seguimiento.

Streiter evitó pronunciarse sobre qué pasaría en caso de que el nuevo Gobierno pidiese a la "troika" más tiempo para cumplir con las reformas, algo que ya se baraja en Bruselas y que probablemente se evaluará en la próxima reunión del Eurogrupo, prevista para este jueves.

Indicó, en todo caso, que el Ejecutivo alemán está dispuesto a dialogar, pese a que acto seguido añadió que ni el calendario ni la condicionalidad impuesta a Grecia están a debate.

En este sentido, agregó que el objetivo de que la deuda griega se reduzca hasta suponer el 120 % del Producto Interior Bruto (PIB) del país para 2020 se mantiene, asegurando que "eso hasta el día de hoy no ha cambiado".

El viceportavoz reflejaba con sus palabras la posición monolítica que han mantenido hasta el momento la canciller federal, Angela Merkel, y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que se encuentran desde hoy en México, para participar en la cumbre del G20 en Los Cabos.

En este encuentro está previsto que la situación helena y la crisis de la eurozona sean los temas principales y que la mayoría de los participantes presione a una Alemania cada vez más aislada para que apueste por el crecimiento y deje parcialmente de lado las políticas de austeridad.

Ajeno a esto, Schäuble recordó ayer a Atenas tras conocer los resultados electorales que "el camino no es corto ni fácil pero es inevitable", sin dejar espacio alguno para la flexibilidad.

Westerwelle subrayó ayer que "no puede haber cambios sustanciales en los acuerdos" suscritos entre Atenas y Bruselas, porque supondría no crear un agravio comparativo con el resto de países rescatados, pero abrió de seguido la puerta a una flexibilización de los plazos.

El portavoz de Exteriores, Andreas Peschke, aseguró hoy que lo "sustancial" del programa griego de reformas y ajustes debe "mantenerse", pero se vio en serias dificultades para explicar la posición de su ministro.

Streiter y la portavoz de Finanzas, Marianne Kothé, aprovecharon el encuentro para perfilar la posición alemana de cara a la próxima cumbre de la Unión Europea (UE), prevista para el 28 y 29 de junio, la enésima que persigue estabilizar la eurozona.

Recordaron los trabajos para concretar el impuesto a las transacciones financieras, negaron tener conocimiento de un plan de crecimiento francés para inyectar 120.000 millones de euros y reiteraron su negativa a las propuestas de colectivización de la deuda, sean eurobonos, el fondo de amortización de la deuda o los "eurobills".

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