Grandes márgenes

El campo no 'sufre' la inflación: hasta un 340% más entre la granja y la mesa

Con diferencias de hasta tres dígitos, alimentos como los ajos, cebollas, patatas y carne de cerdo son los que más encarecen su precio final en los supermercados, frente a la cantidad que reciben los productores. 

Huerta valenciana
El campo no 'sufre' la inflación: hasta un 340% más entre la granja y la mesa. 
GVA - Archivo

España sufre la mayor inflación de las últimas tres décadas y los españoles ya lo notan en sus bolsillos. Solo en el mes de octubre, el Índice de Precios de Consumo (IPC), ha experimentado en octubre un repunte del 5,4%, impulsado por el precio de la electricidad y los combustibles, pero también hay otros productos de la cesta de la compra que se han encarecido. Para hacerse una idea, la inflación subyacente, que no tiene en cuenta los productos energéticos ni los alimentos para su elaboración, también ha subido un 1,4% en los últimos 30 días. En esta situación de inflación desbocada, el 'coste de la vida' es cada vez mayor, pero no todas las contrapartes son compensadas por igual. 

La prueba fehaciente radica en el hecho de que un producto llega a más que cuadruplicar su precio en las estanterías de los mercados, tiendas y supermercados, según recoge el IPOD, indicador que mide la diferencia de precios entre su punto de origen y de destino. Para muestra un botón, la brecha de un producto agrícola puede llegar a ser de un 372%, mientras que los productos ganaderos lo hacen en un 222%. En conjunto, del campo y la granja a la mesa, los productos suben un 341% según los datos oficiales. Uno de los productos que más ha subido en los últimos meses ha sido el aceite de oliva, que cuesta un 26% más que hace unos meses, aunque curiosamente sea en el que menos margen exista. Una inflación, en este caso, que sí se produce en origen y no en los pasos intermedios hasta llegar al consumidor, lo que repercute en unos buenos precios para el agricultor, algo que no es generalizado en el campo ni en las granjas españolas.

El sector alimentario y  el 'retail' ya advierten de que el consumidor se va a tener que acostumbrar a “unos precios más altos” en los próximos meses

Otro ejemplo paradigmático es el de la leche. Así, mientras en los lineales ha experimentado un ligero incremento de seis céntimos en lo que va de año, hablamos de marcas blancas, lo que cobran los ganaderos se ha mantenido prácticamente inalterable. Según los datos del Ministerio de Agricultura, la leche se vendía en España en enero en una horquilla de precios de entre 55 y 60 céntimos por litro y ahora su precio está entre los 61 y los 68 céntimos. Los ganaderos reciben la mitad de esta cuantía, por debajo de los costes de producción, que también se ven afectados por la crisis energética. 

En estas circunstancias, el sector primario ha intensificado las protestas durante los últimos meses, sobre todo en Galicia, y han conseguido que este fin de semana desaparezcan de los supermercados gallegos marcas como Larsa, President, Ram o Puleva. Las cadenas de supermercados han pactado con Unións Agrarias (UUAA) retirar los brics de leche de los dos mayores grupos lácteos que operan en Galicia, Lactalis y Capsa, por el bajo precio que pagan a los ganaderos. Los productores llevan varias semanas de rebelión contra las dos compañías debido a que el aumento de precio que aplicó la distribución en los establecimientos, es decir, lo que se paga en el supermercado por el producto, no ha repercutido en los ganaderos a los que recogen la leche.

Llama la atención cómo los productos agrícolas y ganaderos con mayores diferencias entre el campo y la mesa son aquellos de menor precio total. Así, la aceituna de mesa, pasa de costar 70 céntimos el kilo en origen a 5,24 euros en destino, un 649% más. Y en rangos parecidos, se mueven el ajo, la cebolla, las patatas, los limones o la sandía. Por contra, productos de mayor valor en el campo como son el aceite, los huevos o el champiñón, contabilizan dos dígitos de margen. En cuanto a las carnes, la de cerdo es la que más variación muestra, 1,12 euros el kilo en origen por 5,98 en destino, mientras que las de conejo, pollo y cordero, en el entorno del 200%, las que menos.

Pero, ¿por qué se encarecen tanto los productos del campo a la mesa? Después de su recolección, por ejemplo, las frutas y verduras se transportan a la central hortofrutícola. Allí se manipulan y envasan y también merman, alrededor del 20%, ya que una parte del producto no llega en las suficientes condiciones de calidad para su venta. A continuación, los productos escogidos se transportan hacia su destino en camiones y se entregan en grandes plataformas logísticas para su posterior distribución. Una vez distribuidos se almacenan en su destino para su posterior distribución. Y aquí se produce gasto en mano de obra del personal del almacén o plataforma logística, el coste de la actividad en la plataforma de distribución (cámaras, análisis de calidad, luz…) y el transporte al punto de venta final: tienda, mercado, supermercado o gran superficie. Finalmente, el último escalón es la venta al consumidor en tienda, en el que se estima que el producto aumenta su precio en un 30%. 

Tanto desde el sector alimentario como desde el 'retail' ya advierten de que el consumidor se va a tener que acostumbrar a “unos precios más altos” en los próximos meses debido al aumento de los combustibles, la electricidad y las materias primas como advierte Ignacio González, presidente de AECOC, Asociación de Fabricantes y Distribuidores, y del grupo Pescanova. Y más ahora, en estas fechas prenavideñas, en las que artículos característicos de la época como mariscos, pescados o cordero, que ya venden un tercio más caras. 

Esta alza de precios en destino no repercute en el campo, que sí tiene que hacer frente a la subida de la energía, los piensos o los fertilizantes, y las principales organizaciones agrarias, UPA, ASAJA y COAG exigen al Gobierno y al ministro de Agricultura, Luis Planas, “un plan de choque” urgente para el sector agrario. “En las últimas semanas productos básicos en la cesta de la compra como son el pan, la leche o los huevos han incrementado sus precios sin que los productores de los mismos puedan ver repercutidas estas subidas en sus cuentas de explotación”, argumentan las principales organizaciones agrarias.

Los ganaderos explican cómo adquirir piensos, semillas, abonos o agua también es más caro. Pero sin duda, las subidas más espectaculares son las que afectan al gasóleo que usan todos los productores para mover sus tractores (+73%) y a la energía eléctrica (+270%). Por último, “debemos también computar la subida del SMI  que, en los últimos tres años, ha sido del 29,7%, a lo que debemos sumar la subida de las cotizaciones a la Seguridad Social”. Con esta situación de “brutal subida generalizada” de los costes de producción y “sin que los agricultores y ganaderos puedan repercutir las alzas en el precio de venta de sus productos, el sector primario se encuentra en una situación seriamente comprometida, y si las explotaciones se ven abocadas al cierre el suministro de alimentos básicos podría no estar garantizado”.

Como ya sucediera en febrero de 2020, las organizaciones agrarias han anunciado que volverán a sacar los tractores a la calle y se movilizarán en las calles, coincidiendo con la huelga de camioneros del 20 al 22 de diciembre, porque denuncian que los alimentos están encareciéndose a los consumidores mientras que ellos siguen sin cubrir sus costes. “Es necesario un reparto más justo del valor de los alimentos en la cadena alimentaria”, aseguran. “Lo que pagan los consumidores no tiene nada que ver con lo que reciben los productores”, sentencia Lorenzo Ramos, secretario general de UPA.

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