Caprichos absurdos a precios estratosféricos

  • Si hay algo que caracteriza a los multimillonarios, además de tener mucho dinero, es su facilidad para comprar cosas absurdas a precios desorbitados. Repasamos las adquisiciones más ridículas de los mayores derrochadores de la historia.
Jaime Santirso

La primera regla de los millonarios es que con frecuencia te tienes que gastar una cantidad de dinero que haga que el resto del mundo se lleve las manos a la cabeza. Si es algo absurdo o ridículo, vale el doble. Sólo así se explican algunas de las compras de los personajes del panorama mediático mundial.

Es complicado seleccionar y clasificar los caprichos más disparatados, pero seguro que los siguientes estarían en el top ten histórico.

Esta tradición entre los ricachones no es algo de nuestro tiempo. William Randolph Hearst, en cuya vida está basada la película Ciudadano Kane, era un experto en este tipo de compras. Durante una época de su vida se aficionó a comprar edificios repartidos por todo el mundo, los cuales apenas visitaría. Algunos de ellos son: el castillo de St. Donat en Escocia, la residencia Norman House en Long Island o un enorme bungalow en Berverly Hills.

Cuando se cansó de comprar edificios, se dedicó a construir mansiones. Levantó una lujosa casa de estilo bávaro en las montañas de California y otra en Santa Mónica, que tenía 110 habitaciones y 50 cuartos de baño. Pero la más absurda de todas sus compras fue un claustro español. Admirado por sus frisos, mandó desmontarlo para llevarlo a Nueva York pieza por pieza. Permaneció en la aduana durante dos años, Hearst no sabía dónde ponerlo.

Otro que tenía afición por los edificios era Howard Hughes. A sus 60 años de edad poseía un patrimonio valorado en 2.000 millones de dólares. Un día, se compró un hotel de Acapulco y no salió de allí nunca más. Para que no le molestara nadie, se compró dos hoteles próximos. Desde allí controlaba todo su imperio por teléfono, en contacto con apenas cinco personas. Para poder seguir viendo a gente sin salir de su edificio hacía grabar a diario las calles de las principales ciudades del mundo.

Los millonarios contemporáneos no les van a la zaga. Uno de los más conocidos es Roman Abramovich, del que se dice que siempre lleva encima 3 millones de euros. El multimillonario ruso se compró en 2003 el Chelsea, club de fútbol londinense, liquidando sus deudas y fichando a algunos de los mejores jugadores del mundo. Recientemente ha comprado un terreno de 40 hectáreas en el hemisferio sur de la luna para su novia Dasha Zhúkova, algo parecido a la extensión de 40 campos de fútbol.

Aaron Spelling, el famoso productor de series como "Dinastía" o "Sensación de Vivir", decidió satisfacer todos sus caprichos a la hora de construir su mansión. No se olvidó de nada: tiene 123 habitaciones, una bolera, una pista de patinaje sobre hielo, cuatro bares, un museo de muñecas, un jardín de rosas en el techo del garaje y hasta dos habitaciones para envolver regalos.

Andrei Melnichenko, entre los 200 hombres más ricos del mundo, se gastó 300 millones de dólares en la construcción de su yate "A", el cual se ha convertido en todo en un mito en Rusia. Su longitud de eslora es superior a la de un campo de fútbol, tiene unas medidas de seguridad excepcionales y un descomunal consumo de diesel: 690 galones por hora, o lo que es lo mismo, en un minuto gasta el depósito entero de un utilitario.

A otros les da por la música: Jasper Sanfilippo, dueño de una empresa de nueces, se gastó 2 millones de dólares para que le construyeran en su casa el mayor órgano del mundo. Con sus 8.000 tubos, deja muy atrás al segundo en esta clasificación, situado en el Radio City de Nueva York, con sus 4.500.

También hay ricos que cuidan de sus mascotas. Paris Hilton compró un trozo de tierra al lado de la tumba de Marilyn Monroe para enterrar a su cabra. David Duffield, empresario de computación en Sillicon Valley, fue más allá. Sacó 7 millones de euros de su cartera para construir una casa de lujo para sus animales. No les falta de nada: paneles de vidrio, alfombras y televisores.

Si había alguien que no podía faltar en esta lista es Michael Jackson. El genial músico construyó en su famoso rancho de Neverland un parque de atracciones privado, decorado con estatuas de personajes de Disney y de escena de La Biblia.

El representante de los actores de Hollywood en esta lista es Ben Affleck. Algunos de sus regalos a la que por aquel entonces era su pareja, Jennifer López, fueron un Rolls Royce y un inodoro con incrustaciones de rubíes, zafiros, perlas y diamantes.

Los Beckham, conocidos por sus excentricidades, contrataron a un hombre por 1.800 euros para que les abriera los regalos de Navidad. No sabemos si uno de ellos fue el vibrador con incrustaciones de diamantes con el que Victoria se entretiene cuando no tiene cerca a su marido.

Por último, el español de la lista es Juan Antonio Roca. El cerebro del llamado Caso Malaya tenía su cuarto de baño decorado con auténticos cuadros de Miró.

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