Da igual cuánto gane la gran banca americana, el mercado sólo mira sus ingresos

  • Esta semana han publicado resultados algunas de las empresas más importantes del mundo y no todas han recibido el mismo trato en el mercado. Los inversores han discriminado a las compañías por su cifra de negocio. No tanto por sus beneficios, que han pasado inadvertidos ante los ojos bursátiles.
Ana P. Alarcos

Algunas de las compañías más importantes del planeta han hecho públicas sus cuentas en estos últimos díasLas acciones de Alcoa e Intel, las dos primeras en presentar sus cuentas, han salido mucho mejor paradas que las de algunos bancos de inversión como JP Morgan o Bank of America.

En este sentido, los analistas están convencidos de que al mercado se le han atragantado los resultados trimestrales, porque la caída de las cifras de negocio (facturación) ha sido el punto determinante para que las compañías hayan aprobado o suspendido el examen de los inversores, que han dejado en un segundo plano los beneficios. El motivo es que la facturación mide mejor que los beneficios el estado de salud de una empresa, porque refleja lo que ingresa... y éso es lo que está mirando con lupa el mercado.

Alcoadio el pistoletazo de salida el pasado martes con unos resultados por encima de las previsiones del mercado. El mayor fabricante de aluminio del mundo no sólo redujo sus pérdidas en un 93% con respecto al año anterior, sino que además aumentó su cifra de negocio en un 20%, hasta los 10.000 millones de dólares. Por ello, sus acciones recibieron un premio del 3% en el índice Dow Jones de industriales.

Intel, por su parte, expuso sus cuentas al mercado el miércoles… y también superó la prueba. Entre abril y junio, la tecnológica consiguió un beneficio de 2.800 millones de dólares frente a las pérdidas de 400 millones del año anterior. Además, Intel disparó su facturación en un 34%. Ese día, sus títulos se revalorizaron un 1,6% en el indicador Nasdaq. 

El banco de inversión JP Morgan fue el siguiente en la lista y estrenó los resultados de las entidades financieras estadounidenses. La firma comunicó el jueves que su beneficio trimestral aumentó en un 76%, hasta 4.800 millones de dólares. Eso sí, gracias a un fuerte recorte de las provisiones, un mínimo común denominador en los gigantes de la inversión. Además, su cifra de negocio retrocedió un 8% respecto al mismo periodo del año anterior. Estos datos dejaron indiferentes a los inversores, porque ni apostaron por el valor ni lo castigaron. JP cerró con una suave subida del 0,3%.

A Citigroup le ocurrió algo parecido. El viernes publicó que su beneficio trimestral se había reducido en un 37% -hasta 2.700 millones de dólares-, aunque también sus provisiones, que la entidad ha recortado en un 58%. Por si fuera poco, la facturación de la entidad estadounidense cayó más de un 26%, hasta 22.000 millones. Estos datos fueron los causantes de que las acciones de Citi retrocedieran en torno al 5%.

Pero el caso más claro fue el de Bank of America. La compañía cerró el segundo trimestre con un beneficio neto un 3% inferior al de 2009, mientras que su facturación cayó más de un 10%. Y parece que este ha sido el resultado que menos ha gustado a los inversores, porque las acciones de la compañía se desplomaron el viernes en torno al 8% en Wall Street, lo que le convirtió en el peor valor de todo el indicador.

Otra de las compañías que sufrió un castigo bursátil por su caída en la facturación fue General Electric. El gigante industrial aumentó su beneficio por primera vez en siete trimestres -de 3.100 millones de dólares-, aunque esta noticia no fue suficiente porque su facturación cayó algo más del 4%. Este argumento le costó una caída en bolsa de ese mismo nivel el pasado viernes.

Con todo, y a pesar de que los resultados han superado las previsiones, los expertos consideran que los números no han sido tan positivos como se esperaba hace unas semanas. Además, apuntan que el hecho de que los inversores no hayan leído los datos con claridad en esta semana puede aumentar los índices de volatilidad en los mercados de valores internacionales, que tendrán que seguir evaluando las cuentas de sus empresas cotizadas.

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