De trabajador inmigrante a empresario

  • Mientras muchos españoles se preguntan qué diablos hacer para salir del paro, algunos extranjeros, especialmente los chinos, no paran de poner en marcha pequeños negocios. ¿Tendremos que aprender de su espíritu emprendedor?
Jordi Benítez/Revista Capital

Hong Guang Yugao se atreve con una tienda de muebles. La mexicana Karla Peña crea un centro de estética en Segovia. El venezolano Fernando Rodríguez lanza una empresa de productos de su tierra (quesos, arepas) que en un año ya distribuye por toda la Península, Canarias y Francia. La señora Lupe, como le llaman sus compatriotas peruanos, despliega con éxito las delicias gastronómicas de su país en la pollería La Colonial y en su restaurante Lupita...

Aunque estamos en crisis (o precisamente por eso), los inmigrantes se mueven. Hay que sobrevivir, y ese empeño se nota, por ejemplo, en el crecimiento de autónomos. Tras unos meses de deserciones el número de pequeños empresarios inmigrantes volvió a subir en marzo. Y el dinamismo sigue. Especialmente entre los chinos.

Como si quisieran hacer gala de su legendaria fama comercial, sus negocios florecen como setas: “Vemos oportunidades para obtener una buena posición cuando acabe la crisis”, dice Hong Guang Yugao, empresario y vicepresidente de la Asociación de Chinos de España. Y lo mejor es que las ven en todos los sectores.

Hasta el año 1992, los chinos sólo se dedicaban a la hostelería. Los que trabajaban en restaurantes, recibían su material de una tienda que importaba y distribuía los alimentos. A partir de ahí se han ido diversificando.

En España, según Guang, ya hay 4.000 empresarios chinos: tiendas de alimentación, calzado, importación y exportación, los mayoristas de Fuenlabrada…“Desde los establecimientos multiprecio, que siguen teniendo, han ido ampliando su abanico de negocios. Están mejorando mucho la calidad, por ejemplo en el textil, y la atención al público”, señala Eduardo Abad, coordinador nacional de inmigración de la Unión Profesional de Trabajadores Autónomos (UPTA), una de las principales asociaciones de autónomos de España.

Todo lo que tocan los chinos va creciendo. Pero entre los negocios que mejor funcionan están los wok –alimentación preparada en sartenes profundas y con asas–, las cadenas de hostelería de Valencia y Alicante, el textil y la importación–exportación. Negocios que surgen invirtiendo muchas horas de trabajo: “Sus jornadas laborales son extensísimas. Es otra forma de ver la vida. Prevalece el trabajo sobre el descanso”, afirma Abad.

Los horarios, siempre polémicos cuando se habla de los orientales, obedecen a una estrategia comercial de un sentido común aplastante: “No tiene sentido abrir una panadería a las 8 de la mañana si a esa hora no hay clientes. Ocurre lo mismo con un restaurante. Si cierras a las 4 y un cliente necesita comer a las 5, se va y lo has perdido”, dice el representante de los comerciantes chinos.

Por eso también tienen un sistema distinto para descansar: se turnan para reposar entre semana, y entonces pueden hacer gestiones como los papeles de extranjería. Los chinos se adaptan a lo que haga falta, aunque tengan que superar muchos reveses. No sólo los relacionados con el idioma. “La gestoría no me avisó de que tenía que pagar a Hacienda. Y me aplicó un recargo del 20%. Hacienda no perdona que no sepas”, lamenta Hong Guang.


Si no le gusta, no se lo devuelven

Y qué decir de todo un clásico en las compras españolas. El Si no le gusta le devolvemos su dinero de El Corte Inglés no funciona con los chinos: “Acaban llamando a los Municipales, pidiendo hojas de reclamaciones... Pero si nuestros productos cuestan 1 euro. ¿Qué pretende la gente? ¿Que un colador dure veinte años?”, dice.

El problema es que esta confusión sucede, dice, todos los días. Y en ocasiones da lugar a trifulcas. Este mes de julio hubo una en el madrileño barrio de Vallecas entre unos gitanos que querían que se les devolviese su dinero y una dependienta china, que acabó esgrimiendo unas tijeras para defenderse.

Quizá por estos problemas culturales, que ha experimentado en primera persona, Hong Guang está tan empeñado en impulsar la asociación de chinos. En ella se asesora sobre la creación de empresas. Incluso se ha editado alguna guía de negocios en chino. Una necesidad cuando aumenta el número de empresarios. Pero los chinos no son los únicos que emprenden.

En la ONG MITA, una institución que ayuda desde 1998 a que los pequeños empresarios inmigrantes desarrollen sus planes de negocio y encuentren financiación, reciben 600 consultas de información al año para crear un negocio.

“El colectivo que atendemos es mayoritariamente latinoamericano. De ellos, los más emprendedores son los argentinos, los colombianos, los ecuatorianos y los dominicanos. Los rumanos son también muy emprendedores, especialmente, las mujeres”, diceLeticia Chamorro, directora de la organización en Madrid.

Los emprendedores latinoamericanos empezaron cubriendo sus propias necesidades. Crearon locutorios con servicio de envío de dinero y paquetería, tiendas especializadas con productos nativos, agencias de viajes... Después se lanzaron con restaurantes, bares, asaderos de pollo, negocios relacionados con la construcción y reformas; transporte y mudanzas; ocio, gestorías...

“En muchos casos, el emprendedor inmigrante ha sido empleado del restaurante, ha aprendido el negocio, ha sido el encargado y, cuando se ha dado cuenta de que prácticamente lo lleva él, lo monta por su cuenta”, dice Chamorro.

Actualmente buscan nichos de mercado con productos especializados o servicios muy diferenciados tanto en precio como en calidad, que han desplazado a negocios locales o simplemente que se posicionan en el mercado como innovadores y creativos. Un ejemplo es Loggicc, una empresa tecnológica que estudia el comportamiento del consumidor creada por un venezolano.

Sectores que funcionan en crisis

En la actualidad, con la crisis, hay sectores como la construcción, el transporte y otros servicios que están muy mal. Pero otros, “como peluquerías, centros de estética, arreglos de ropa o zapatería, se mantienen, ya que las necesidades de la gente para el consumo de estos servicios sigue en pie, e incluso en algunos casos ha aumentado con la crisis”, dice Chamorro.

La crisis, desde luego, afecta a todos. Aunque a algunos más que a otros. Porque hay grupos de inmigrantes que se lanzan hasta a subcontratar empleados de otras nacionalidades. “En el Paseo de las Delicias –Madrid– ya he visto alguna tienda textil de chinos atendida por latinoamericanas”, reconoce Eduardo Abad. Así solucionan su problema con el idioma. Y si encima crean puestos de trabajo...

Mostrar comentarios