Dos de cada tres pymes creen que los vehículos eléctricos son demasiado caros


El elevado precio del vehículo eléctrico disuade al 68% de las pymes de incorporarlo a sus flotas, por lo que el programa de incentivos a la compra aprobado este viernes por el Gobierno puede contribuir a cambiar esta percepción aunque difícilmente estimulará la demanda hasta alcanzar los objetivos de matriculaciones previstos, según Arval, compañía especializada en renting perteneciente al grupo BNP Paribas.
Según Arval, es necesario salvar todavía varios obstáculos para alcanzar las 250.000 unidades previstas por el Ejecutivo para el horizonte 2014, de las cuales, según sus estimaciones, el 95% corresponderá a flotas y el 5% restante a particulares.
Los últimos datos del sector muestran que durante el pasado ejercicio sólo circulaban por las vías españolas 400 unidades de vehículos eléctricos, cuando las previsiones del Ministerio de Industria apuntaban a un total de 2.000 matriculaciones al cierre de 2010.
Estas cifras ponen de manifiesto, señala Arval, que hasta la fecha, los bajos costes energéticos por kilómetro de estos coches, ahora que el precio del carburante marca máximos históricos, no resultan lo suficientemente estimulantes como para que las empresas apuesten decididamente por los vehículos eléctricos, por lo que es necesario salvar una serie de obstáculos.
En concreto, para más de seis de cada diez grandes corporaciones, la principal barrera para el despegue del coche eléctrico es la limitada autonomía de la batería que ronda una media de 150 kilómetros. La escasez de puntos de recarga (64%) y el coste de adquisición (59%) –sensiblemente más caro que un vehículo convencional- son también algunos de los principales impedimentos.
En el caso de las pymes, más golpeadas por la crisis en sus cuentas de resultados, el precio es el principal obstáculo (68%) para sumarse a esta moda eléctrica, seguida de la baja autonomía (63%) y la falta de infraestructuras para su recarga (58%).
Tras estas barreras, la escasa oferta de modelos adecuados para su actividad y la incertidumbre que plantea la capacitación de los talleres para reparar la tecnología eléctrica constituyen tanto para pymes como grandes empresas los principales inconvenientes.

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