Estados Unidos sigue su táctica de estrechar el cerco al presidente Bashar al-Assad y su régimen. El siguiente paso ha sido apuntar a los objetivos económicos de Siria. Las víctimas son el primer operador de telefonía móvil, así como la mayor entidad financiera y otro banco líbano con influencias en el país.
¿En qué consiste el castigo? El Departamento del Tesoro ha cortado de un plumazo los lazos entre empresas estadounidenses y Syriatel, el Banco Comercial de Siria y Líbano Banco Comercial. De esta manera, ha prohibido cualquier transacción comercial o financiera con esos tres objetivos económicos.
Para justificar esta medida, el subsecretario para Asuntos de Terrorismo e Inteligencia Financiera, David S. Cohen, señaló que se está intentando acorralar la "infraestructura financiera" del presidente sirio y su cúpula de poder.
La política de represión extendida por el Gobierno de Bashar al-Assad contra los manifestantes pacíficos en los últimos cinco meses ha sido criticada duramente tanto por Estados Unidos como por Europa, además de otros organismos internacionales.
Los crímenes de guerra
Una por una, el subsecretario justificó cada sanción. El banco más grande de Siria está en la lista negra por ofrecer servicios financieros al Centro de Investigación y Estudios de Ciencia sirio y al banco coreano Tanchon.
El problema es que las dos firmas han dado su apoyo a la profileración de armas de destrucción masiva, según ha informado CNN. En concreto, el centro de investigación controla las instalaciones de producción de misiles de Siria y supervisa las instalaciones destinadas a desarrollar armas no convencionales.
En cambio, Tanchon es "el principal agente financiero" de Corporación de Desarrollo Minero de Corea. Esta entidad, según el Gobierno de Estados Unidos, es el principal exportador de bienes y equipos relacionados con misiles balísticos y armas convencionales.
El crimen cometido por la operadora de telefonía móvil es estar controlada por un hombre de negocios que cuenta con el privilegio del régimen. Así, Rami Makhluf se considera una de las manos derechas del presidente, así como un impulsor de la corrupción y defensor de los funcionarios.
Makhluf ha anunciado recientemente que planea renunciar a su negocio y espera dedicarse a las obras de caridad. Un discurso con el que persigue cambiar su imagen, pero que no ha pasado por el aro de Estados Unidos.
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