El cerco judicial a Joaquín Rivero pospone su gran proyecto inmobiliario

  • Entre querellas, multas y acciones sociales de responsabilidad, el empresario inmobiliario Joaquín Rivero no da abasto. El cerco judicial es de tal magnitud que está retrasando el arranque del nuevo gran proyecto del ex presidente de Metrovacesa en España.
E.Utrera

La vuelta a España del jerezano Joaquín Rivero no ha podido ser más amarga. El hombre que en febrero de este año dejó la presidencia no ejecutiva de la francesa Gecina y cambió su residencia de París por la de Madrid, se enfrenta a una de las ofensivas legales más agresivas de la historia del empresariado español.

La Fiscalía Anticorrupción ha presentado esta misma semana una querella contra el ex presidente de Metrovacesa por presunto uso de información privilegiada por la compra de acciones de la inmobiliaria en 2005. Antes, el mes pasado, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) le multó por un total de 180.000 euros por dos infracciones tipificadas como “muy graves” también en relación con la misma compañía.

Por último, en junio, Metrovacesa interpuso una acción social de responsabilidad contra su ex presidente por supuestas irregularidades en la gestión.

Por lo tanto, la compra de la inmobiliaria en 2002, que convirtió a Rivero en el primer inmobiliario español hasta que la batalla con la familia Sanahuja provocó el reparto de la compañía, se ha convertido ocho años después en una pesadilla judicial para el jerezano.

Hasta tal punto es así que su nuevo gran proyecto inmobiliario en España está quedando relegado a un segundo plano. Primero, porque Rivero está enfrascado en la preparación de su defensa. Y, segundo, porque las acusaciones se han convertido en un obstáculo para sacar adelante un plan muy ambicioso que requiere de dinero fresco y de la entrada de nuevos accionistas institucionales.

Dos objetivos estos últimos que casan mal con un frente judicial de grandes dimensiones que Rivero ha de resolver antes de poner Bami, la sociedad desde la que está relanzando su actividad en España, a velocidad de crucero.

Asuntos pendientes

Con el año a punto de terminar, Rivero no ha podido solucionar aún el lío accionarial de Bami. La francesa Gecina, que fue adquirida por Rivero cuando presidía Metrovacesa, es la dueña del 49% del capital.

Aunque había un acuerdo casi cerrado para que Rivero comprara esa participación antes del verano, las negociaciones están paradas por las discrepancias del jerezano con algunos de los directivos y accionistas del grupo galo, entre ellos varios bancos españoles.El caso es que Rivero ha supeditado la aceleración del proyecto Bami a la toma del control total de la sociedad.

Por lo tanto, la estrategia del jerezano de sumar la actividad de promoción inmobiliaria –donde considera que hay excelentes oportunidades, sobre todo en Madrid, para promover viviendas modernas, de dimensiones no demasiado grandes y a precios muy competitivos- a la de alquiler de edificios y oficinas, tiene de momento que esperar.

Una muy mala noticia para Rivero, que en los últimos meses ha dicho reiteradamente que el actual es el mejor momento para promover viviendas, mientras el resto del sector huye despavorido de una actividad que lo ha llevado a la ruina. O saca otro conejo más de la chistera, o el cerco judicial puede hacerle perder un oportunidad única a la que llegaba con la escopeta preparada y con los galones de ser el único gran inmobiliario al que el pinchazo de la burbuja no se había llevado por delante.

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