El debate sobre el ingreso de Islandia en la UE marca la campaña electoral

  • La conveniencia de que Islandia entre en la Unión Europea (UE), con la que negocia su ingreso desde hace dos años, ha sido uno de los asuntos centrales de la campaña por las elecciones presidenciales del próximo sábado en este país nórdico.

Copenhague, 25 jun.- La conveniencia de que Islandia entre en la Unión Europea (UE), con la que negocia su ingreso desde hace dos años, ha sido uno de los asuntos centrales de la campaña por las elecciones presidenciales del próximo sábado en este país nórdico.

Aunque se trata de un área ajena a la responsabilidad del presidente, el actual jefe de Estado, Ólafur Ragnar Grímsson, ha logrado convertir la cuestión, muy sensible en un país tradicionalmente euroescéptico, en punto recurrente de debate.

En una hábil maniobra política, se ha erigido en defensor de los recursos naturales y la independencia de Islandia, amenazados por Bruselas, desoyendo las críticas de sus rivales a que centrar las discusiones en la UE es interferir en el debate parlamentario.

Pero el veterano político, de 69 años, alega que no puede ignorar un asunto tan importante, argumento parecido al que le llevó a vetar en 2010 y en 2011 dos leyes del Parlamento para indemnizar a ahorradores extranjeros por la quiebra del banco islandés Icesave.

Su veto provocó la convocatoria de dos referendos que rechazaron los acuerdos y le permitieron recuperar popularidad a un presidente que curiosamente se había significado durante años como un defensor de la ola expansiva de los banqueros islandeses.

La recuperación de los activos del antiguo Landsbanki, dueño de Icesave, ha permitido ya pagar la mitad de la deuda contraída con esos ahorradores, británicos y holandeses, y se espera que llegue para devolver el monto total en 2015.

Pero eso no ha evitado una demanda judicial contra Islandia por parte del Reino Unido, Holanda y la Autoridad de Supervisión de la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio), de la que Islandia es miembro, con Liechtenstein, Noruega y los 27 países de la Unión.

Acusan a Islandia de no garantizar los depósitos y discriminar a los ahorradores extranjeros, pero ésta lo niega y dice que el Estado no es responsable si el fondo de garantías y los bancos colapsan.

Que la UE se personase con la parte demandante no ha ayudado a aumentar el número de sus simpatizantes en Islandia, y ha dejado al Partido Socialdemócrata de la primera ministra, Jóhanna Sigurdardóttir, como única fuerza política que defiende el ingreso.

Pese a ello, el Gobierno -coalición de socialdemócratas y el euroescéptico Movimiento de Izquierda Verde- ha salvado una moción para convocar un referendo sobre si continuar las negociaciones con Bruselas, que además aún no han tocado cuestiones clave como la pesca.

La crisis del euro y que Bruselas aumente el control económico tampoco entusiasman a los islandeses, en especial al conservador Partido de la Independencia, al que los sondeos pronostican una victoria aplastante en las elecciones legislativas de 2013.

De ahí que Ólafur Ragnar Grímsson haya querido ganarse el apoyo de sus votantes presentándose como opositor a la UE y obligando a los otros candidatos a posicionarse sobre la cuestión, incómoda sobre todo para su principal rival, Thóra Arnórsdóttir.

Al igual que los otros candidatos, no ha apoyado entrar en la UE, pero tampoco se ha opuesto, y su esfuerzo por discutir otros asuntos, no ha debilitado la imagen de candidata apoyada en la sombra por la primera ministra, una insinuación lanzada por Ólafur Ragnar Grímsson, que la acusa de ser un mero "títere".

Cuando el nuevo Gobierno de izquierda presentó la solicitud de ingreso en la UE en julio de 2009, Islandia se encontraba inmersa en la mayor crisis de su historia reciente, tras el colapso bancario que había obligado a recibir ayuda del FMI a un país que no podía rescatar unos bancos cuyo tamaño superaba diez veces el del Producto Interior Bruto (PIB).

Pero Islandia ha logrado revertir la situación poco a poco, pese a los recortes en el gasto público, ayudada por su alto nivel de vida y por una población reducida de en torno 320.000 habitantes.

El paro se situó en mayo en el 5,6%, el índice más bajo en tres años, y entre enero y marzo, el PIB creció un 2,4 % intertrimestral, un 4,5 % más que el año anterior, el nivel más alto en cuatro años, impulsado por el aumento del consumo, las exportaciones y el turismo, atraído por la devaluada corona islandesa.

El Gobierno, que ya ha devuelto una quinta parte de su préstamo al Fondo Monetario Internacional (FMI), planea relajar el control de capitales y vender una parte de su paquete en los bancos nacionalizados.

A pesar del alto endeudamiento que Islandia tiene todavía, las perspectivas económicas son positivas, de ahí que el ingreso en la UE ya no parezca una necesidad, menos aún cuando ésta sufre una crisis de proporciones insospechadas.

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