El "deshonor" de presentar un concurso de acreedores

  • El concurso de acreedores como instrumento legal para salvar a las empresas en situación de insolvencia está siendo infrautilizado en España, donde los empresarios todavía consideran un "deshonor" iniciar un proceso que suelen retrasar hasta que solo es posible liquidar la compañía.

Desirée García

Valencia, 8 oct.- El concurso de acreedores como instrumento legal para salvar a las empresas en situación de insolvencia está siendo infrautilizado en España, donde los empresarios todavía consideran un "deshonor" iniciar un proceso que suelen retrasar hasta que solo es posible liquidar la compañía.

Según expertos consultados por EFE, en los próximos meses se avecina la "tercera oleada" de concursos desde el inicio de la crisis, que hace prever una cifra récord en el último trimestre del año en España.

Economistas y abogados valoran que la reciente reforma de la Ley Concursal potenciará soluciones a la insolvencia al margen del concurso, aunque no impedirá que este trimestre sea "el de mayor crisis por insolvencias de la historia concursal española".

España ha destruido 300.000 empresas en los dos últimos años, cifra que a finales de 2011 podría aumentar hasta las 310.000, con costes por insolvencias que superarán los 30.000 millones de euros, según ha avanzado a EFE el decano del Colegio de Economistas de Valencia, Leopoldo Pons.

El ejercicio se cerrará con unos 7.000 concursos en toda España, cifra muy inferior a la de la mayoría de países como Francia (con una media anual de 50.000), Alemania (20.000), Bélgica (10.000) o Dinamarca (6.000).

Pons achaca este desequilibrio a que el sistema bancario español "ha bloqueado las soluciones concursales" -de lo contrario, serían más de 30.000 las insolvencias anuales-, y a la falta de "transparencia" en la fase de refinanciación previa al concurso.

La reforma de la Ley Concursal, aprobada el pasado 22 de septiembre en el Congreso, tampoco logra, a juicio del economista, potenciar las soluciones extraconcursales, que considera el principal "problema".

Los grandes bufetes son más optimistas respecto a la nueva ley, aunque coinciden en señalar la dificultad para regular un aspecto menos tangible: la "mala imagen" del concurso de acreedores.

"Presentar un concurso crea mala fama y los empresarios son reacios", advierten desde Garrigues, donde han observado que el empresario "prefiere acudir primero a la refinanciación y esperar a presentar el concurso porque para él es una lacra".

"Se mezcla el concurso con el honor y eso es la muerte, porque en algunos momentos es la única opción", apuntan desde Uría Menéndez.

En Gómez & Pombo también han advertido de que esta figura está "mejor vista" en otros países, donde no esperan a que la empresa haya agotado todo su "músculo financiero" para entrar al concurso, que termina en liquidación en el 90 % de los casos.

"Se tarda tanto por un tema psicológico: el que va a concurso tendrá siempre una mancha en su currículum, aunque no sea así", dice Raúl Martínez-Guinea, responsable del área Concursal de este bufete.

Aunque el número de concursos ha sido creciente en los últimos meses, también han ido perdiendo entidad económica en términos relativos al pasivo y al activo de las sociedades concursadas, indican desde Cuatrecasas.

Durante el último trimestre se mantendrá el "goteo constante" de pymes, a las que podrá sumarse alguna gran compañía que refinanció su deuda hace aproximadamente dos años y que se subirá así a la tercera "ola" de insolvencias.

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