El doble juego de Zapatero en la guerra contra los excesos de la banca

  • El presidente del Gobierno, y máximo mandatario de turno en Europa, defiende en público para el Viejo Continente unas medidas contra el sector financiero que, en privado, descarta aplicar de manera radical en España.
Ruth Ugalde

Primero fue la lucha contra las retribuciones desorbitadas de algunas entidades financieras, y después, la posibilidad de aplicar a la banca un impuesto que vele por la sostenibilidad del sistema. Ambas medidas tienen cabida en el programa presidencial de José Luís Rodríguez Zapatero al frente de la Unión Europea. Sin embargo, todavía está por ver si está dispuesto a aplicarlas también en España.

El lunes pasado, lainformacion.com publicó que Zapatero había incluido en su programa económico como presidente de turno de la UE “promover políticas de retribución que sean compatibles con una gestión sana y eficaz del riesgo” dentro del sector financiero. Apenas cuatro días después, el ejecutivo salió en respaldo de la 'tasa Obama', un impuesto que la Casa Blanca quiere aplicar a las mayores entidades del país para penalizar sus excesos, entre los que figuran las retribuciones disparadas de algunas cúpulas.

Pero, cuando se pregunta al Ministerio de Economía sobre el alcance que podrían tener estas medidas en España, la respuesta es que resulta innecesario asumir normas tan radicales. Entre otros motivos, según un portavoz de la cartera que dirige Elena Salgado, porque contamos con un sistema financiero saneado (aunque periódicamente el Banco de España da toques de atención sobre la insostenible situación de las cajas de ahorros), sin excesos retributivos (mejor olvidar que tuvo que resolverse en los juzgados los 108 millones de euros que percibió el consejero delegado de Santander, Ángel Corcóstegui, por su retiro), y libre de ayudas públicas (hasta que el FROB, todavía pendiente de recibir el visto bueno de Europa, inyecte el dinero que necesitan las cajas para consolidar su proceso de fusión).

Mucho ruido…

Por el momento, el Gobierno se conforma con las medidas incluidas en la Ley de Economía Sostenible, según señalan desde el Ministerio de Economía, cuyas grandes líneas de actuación son someter al voto de la Junta, con carácter consultivo, las retribuciones de la cúpula, publicar de manera individualizada el sueldo del Consejo de Administración y de la alta dirección, y autorizar al Banco de España para que vele por que estos sueldos no pongan en riesgo la solvencia de la entidad.

Las dos primeras forman parte de una directiva europea, cuyo cumplimiento ya propuso llevar a cabo la CNMV a finales del pasado ejercicio, mientras que la segunda, a la espera de que el Banco de España se atreva a imponer directrices más concretas, parece un canto al sol, sobre todo, si se compara con las propuestas hechas por los principales líderes europeos.

El presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha llegado a un acuerdo con la banca gala para crear un sistema de bonus malo, que liga la retribución variable de las cúpulas también a las pérdidas, no sólo al beneficio, además de aplazar hasta tres años el cobro de las primas más elevadas. Con esta decisión, Sarkozy va más allá de si las remuneraciones de los primeros espadas franceses ponen en riesgo o no la solvencia de la entidad, y entra en el terreno de la meritocracia: sólo se puede recibir un premio cuando realmente se ha logrado un objetivo. Si éste se pierde, también se quita la medalla.

Con esta medida, se podría erradicar un extendida práctica, que consiste en vestir como variable unas retribuciones que se prometen a los ejecutivos como fijas, pero que se entregan bajo esta fórmula por ventajas fiscales.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, Gordon Brown, se han sumado al mandatario francés en la idea de promover medidas legales que limiten las retribuciones de la banca. El inquilino del número 10 de Downing Street ha ido todavía más allá al proponer gravar con un 50% las retribuciones de los financieros, otra vía para impedir que los bonus (incentivos por el logro de grandes objetivos) se utilicen como un disfraz del fijo con ventajas fiscales.

Barack Obama ha dejado pequeñas todas estas ideas al querer imponer una tasa al sector financiero. Aunque con este dinero el presidente de Estados Unidos espera recuperar el dinero prestado a las entidades para evitar el colapso del sistema, su aplicación no distingue entre aquellos que han recibido ayudas públicas y los que no. Quizás, porque el objetivo de este impuesto va más allá del problema coyuntural vivido en los dos últimos años y trata de poner coto también a las “bonificaciones obscenas” (Obama dixit) percibidas por algunas cúpulas.

El alcance de la medida que quiere implantar el presidente de Estados Unidos podría llegar a salpicar a BBVA y Santander, presentes en el país a través de Compass y Sovereing, dos de las mayores entidades del país. Sin embargo, desde el Ministerio de Economía señalan que una medida de este tipo carece de sentido en España, ya que las entidades no han sido rescatadas con dinero público, matiz que Obama no ha tenido en cuenta, al menos por el momento, y Zapatero parece que tampoco a la hora de llevarlo al debate de la Unión Europea.

La pregunta que surge es: ¿Por qué Zapatero respalda en público la guerra contra los excesos del sector financiero como presidente de la UE, pero en privado su brazo ejecutor, el Ministerio de Economía, tira balones fuera y defiende dejar a España fuera de esta tendencia?

Mostrar comentarios