El mercado de cerdos de Plérin, en Bretaña (oeste), que fija los precios de referencia a nivel nacional, lleva cerrado una semana por la presencia de los dos principales compradores industriales, que se niegan a pagar el precio convenido (1,4EUR/kilo) con la filial y el ministerio de Agricultura.
Para los ganaderos la situación en dramática: no solo no pueden vender sus animales, sino que los cerdos, llegados a la madurez, congestionan las granjas, y hay que seguir alimentándolos para que su valor de mercado no disminuya.
Los industriales consideran que 1,4EUR por kilo es "un precio político" que dificulta la competencia en el mercado europeo, donde los vecinos alemanes y españoles lo venden por 30 céntimos menos.
Tanto el primer ministro, Manuel Valls, como el ministro de Agricultura, Stéphane le Foll, reconocen que se trata de un problema urgente que debe ser resuelto cuanto antes.
Pero la protesta amenaza con extenderse como la pólvora, un mes después de las manifestaciones de ganaderos que, perjudicados por el hundimiento de los precios de la carne y la leche, bloquearon las carreteras y varios camiones procedentes de Alemania y España, estableciendo retenes para registrar los vehículos de carga en las fronteras.
Los productores exigen al gobierno que revise el conjunto de gastos que aumentan los costes de producción.
"Actualmente existe una distorsión de competencia con nuestros competidores españoles y alemanes", denunció Mickaël Guilloux, responsable sindical en el oeste.
"Los costes sociales tienen una relación de 1 a 3 entre Francia y Alemania y entre Francia y España, no podemos jugar en el mismo terreno de juego cuando las reglas son distintas hasta tal punto", afirmó otro responsable sindical, Michel Bloc'h.
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