Éramos pocos y llega la CNMV a cortar el chollo de la autocartera

  • El supervisor de la bolsa ha puesto otra piedra en el camino a empresarios como Florentino Pérez o Luís del Rivero al decidir poner coto a las operaciones de autocartera. Una vía que sendos presidentes han utilizado en reiteradas ocasiones para engordar su cuenta de resultados.
Enrique Utrera

Como no podía ser de otra manera en un país que amenaza ruina y en el que sus torres más altas, los bancos, ofrecen síntomas elocuentes de debilidad, que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) vaya a meter mano a la autocartera de las empresas cotizadas no podía pasar de noticia de segunda división. Sin embargo, seguro que más de un director financiero y otros magos de la operativa por cuenta propia están a estas horas de los nervios.

Se entiende que en un país en el que el déficit público alcanza ya el 11,4% -razón que debería ser más que suficiente para que se pongan las bases de un pacto de Estado que nos evite un colapso sin precedentes- y en el que la crisis ha dejado ya más de dos millones y medio de parados, éste de la autocartera debería ser un asunto menor. Pero no es el caso. Ya verán en los informes anuales como algunas de nuestras compañías se han puesto las botas en 2009 aprovechando la recuperación brutal de las bolsas desde el pasado mes de marzo.

El asunto no es baladí. Antes de que empezara la crisis y la renta variable empezará a dar disgustos, empresarios muy doctos en la materia como Florentino Pérez o Luis de Rivero se dieron un homenaje de aupa a costa de la autocartera. En 2006, ACS se metió en el bolsillo 25 millones de euros y casi 45 el año anterior. Y Sacyr Vallehermoso 106 millones en 2006, el equivalente al 20% del resultado neto anual. Son sólo dos ejemplos de los rendimientos de unas prácticas que, ya veremos hasta dónde, la CNMV está por la labor de acotar.

Hace apenas unos días, el organismo que preside Julio Segura dejó bien clarito que se lo va a trabajar para poner negro sobre blanco qué operaciones se pueden hacer y cuáles no con acciones propias. Como de lo que se trata es de evitar que está práctica incida en la formación de precios, se puede llegar a la conclusión de que todo lo que no sea utilizar la autocartera para dar contenido a los contratos de liquidez y para los programas de recompra y estabilización de instrumentos financieros implica directamente influir en los precios. Máxime si se tiene en cuenta que, hoy por hoy, los requisitos de información que las empresas han de cumplir en materia de acciones propias están bajo mínimos.

Prepárense para una batalla encarnizada, porque pedirle a una empresa que renuncie a hacer dinero fácil con la que está cayendo no es cualquier cosa. Máxime si, como saben, se ha ampliado del 5% al 10% el porcentaje de capital que se puede amasar en acciones propias para homologar la legislación española a la europea. La CNMV, que sabe que la tentación campa a anchas en el proceloso mundo de los mercados, se ha puesto manos a la obra a la caza y captura de manzanas podridas.

No se trata ya de acabar con las irregularidades flagrantes–recuerden como Parquesol colocó en junio del año un 5% de autocartera a una empresario afín argentino en un aparcamiento de acciones descarado que la CNMV echó para atrás- sino con unos vicios casi siempre consentidos, que hasta ahora han sido moneda de cambio habitual. Vale que la cosa parece pequeñita comparada con la bomba de relojería que Zapatero y Salgado tienen entre las manos, pero comprenderán que más de uno se sienta como aquel que compró un circo y los enanos le miden ya dos.

Mostrar comentarios