Eugenio Calabuig, el gran ganador del último arreón de Laporta en el Barsa

  • Eugenio Calabuig (Castellón, 1959), es desde el miércoles un hombre tranquilo. Uno de los personajes clave del Levante económico español y casi un perfecto desconocido fuera de los límites de la Comunidad Valenciana es el gran beneficiado del ataque de euforia que la obtención del título de Liga ha provocado en el todavía presidente del FC Barcelona, Joan Laporta.
E.Utrera

Eugenio Calabuig (Castellón, 1959), es desde el miércoles un hombre tranquilo. Uno de los personajes clave del Levante económico español y casi un perfecto desconocido fuera de los límites de la comunidad autónoma es el gran beneficiado del ataque de euforia que la obtención del título de Liga ha provocado en el todavía presidente del FC Barcelona, Joan Laporta.

El miércoles, el club azulgrana anunció el fichaje del delantero del Valencia, David Villa, por 40 millones de euros. En medios futbolísticos se especula con que la cifra alcance los 50 millones según el número de partidos jugados y de títulos conseguidos por el futbolista, el más deseado del fútbol patrio.

Calabuig, que en septiembre de 2007 tomó el relevo del naviero y ex presidente del Real Madrid Vicente Boluda en la presidencia de Aguas de Valencia y que es el primer ejecutivo de Fomento Urbano de Castelló, el grupo más activo y poderoso de las comarcas de la Plana, ha hecho un negocio redondo, al menos en su primer año como acreedor del club.

Licenciado en Económicas por la Universidad de Valencia y MBA por el IESE, fue el salvador del Valencia cuando el club se encontraba a las puertas del concurso de acreedores. A través de Fomento Urbano, Calabuig puso sobre la mesa los 50 millones de euros necesarios para salvar el Valencia hace trece meses. Pero no lo hizo gratis. Aplicó al préstamo un tipo de interés algo inferior al 8%, y se aseguró la devolución del préstamo que permitió al club pagar las nóminas de los futbolistas en dos años.

Ha cumplido el objetivo con creces. La pasada temporada ya cobró una parte de los 15 millones de euros que el Valencia recibió por el traspaso de Albiol al Real Madrid y ahora se lleva 25 de los 40 que reporta la marcha de Villa. El resultado es que le quedan por cobrar poco más de 20 millones de euros, pecata minuta en comparación con la friolera de los 250 que el club adeuda a Bancaja, que en la operación Villa se queda como estaba.

A la caja valenciana, que estos días vive obsesionada con el futuro de la CAM, que quién sabe si pasa por la manos de Rodrigo Rato y su Caja Madrid, le toca aguantar el tirón también en lo que a lo futbolístico se refiere: no puede afrontar el descalabro que en sus cuentas supondría la suspensión de pagos del Valencia ni tampoco el desgaste político. Los últimos 75 millones prestados al club para sacar adelante una ampliación de capital fueron avalado por la Generalitat valenciana.

El nuevo escenario que deja la venta de Villa presenta a Calabuig como el mayor y, quizá, el único ganador. El Valencia tendrá que seguir vendiendo futbolistas para cumplir con sus acreedores y retomar las obras del nuevo estadio, paradas desde comienzos de 2009, Bancaja haciendo encaje de bolillos para sostener una situación muy compleja y… ¿el Barsa?

El precandidato a las elecciones del club culé y máximo favorito a ocupar la silla de Joan Laporta, Sandro Rosell, avisó ayer que los fichajes del club –Cesc será si no hay sorpresas de última hora el nuevo refuerzo- son válidos pero recordó la deuda del club de 489 millones de euros, una cifra que calificó de estratosférica.

A estas horas, Calabuig debe estar frotándose las manos. Ni el recrudecimiento de la crisis económica, ni las grandes cifras del Barsa ni su inminente marcha han persuadido a Laporta de realizar el fichaje –el de Villa- más deseado. El fútbol, tan imprevisible siempre, ha puesto en manos del empresario castellonense un regalo.

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