Eurovisión, "europasiones" políticas para la ex URSS

  • Miguel Bas.

Miguel Bas.

Moscú, 26 may.- El concurso de Eurovisión se ha convertido en campo de rivalidades y batallas políticas en el espacio de la antigua URSS, a las que este año se sumaron ya los "pesos pesados", incluidos los ministros de Exteriores y hasta los jefes de Estado.

El permanente desafío y rivalidad con Occidente, propio de los tiempos soviéticos, de nuevo se apodera de los descendientes de la URSS, pero si antes la incesante competencia solo abarcaba la política y el deporte, hoy parece incluir cualquier certamen internacional.

En dos ocasiones Rusia fue blanco de presuntos ataques políticos desde el escenario de Eurovisión.

En 2007, en pleno duelo de acusaciones y rencores entre Ucrania y Rusia, el participante ucraniano interpretó la canción "Dancing Lasha Tumbai" y tan difícil letra resultó mucho más comprensible como "Russia Goodbay", lo cual por largo tiempo se tradujo para él en un verdadero "adiós a Rusia".

Dos años después, tras la guerra ruso-georgiana, Georgia intentó seguir el ejemplo de Ucrania, al intentar presentar la canción "We Don't Wanna Put In", que para cualquier oído sonaba a "No queremos a Putin".

Pero, aunque sin connotaciones políticas tan evidentes, fue la última edición de Eurovisión la que más pasiones desató, ante todo en Rusia y Azerbaiyán, que convirtieron el concurso en desafío nacional y casi de Estado y no ocultaban sus ansias de triunfo.

Sin embargo, no fue la victoria la cantante danesa Emmelie de Forest con su "Only teardrops", clara favorita desde el comienzo del certamen, la que desató las "europasiones" en la antigua URSS, sino el fracaso de la otrora "inquebrantable amistad" entre las antiguas "repúblicas fraternas" de la URSS, que dejó patente el fallo de reciprocidad de votos.

La máxima puntuación rusa al concursante azerbaiyano no fue correspondida por Azerbaiyán, igual que el voto bielorruso por la representante rusa tampoco halló respuesta alguna por parte de Rusia.

También Azerbaiyán, ganador de la anterior edición del certamen europeo de la canción, manifestó su indignación por los resultados de este año, que dieron a su representante 47 votos menos que a la vencedora danesa.

"No podemos alegrarnos, sobre todo en lo referente a la organización de este evento, cuando le han robado 10 puntos a nuestra participante. Hemos acordado con Elmar Mamediárov (ministro de Exteriores azerbaiyano) emprender acciones conjuntas para que esta indignante acción no quede sin respuesta", declaró el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov.

La explicación la dio su colega azerbaiyano: "Según datos de los tres operadores de telefonía móvil (azerbaiyanos), Rusia quedó en segundo lugar (10 puntos)".

"¿Qué pasó con los votos y a dónde fueron a parar son preguntas que debe responder nuestra televisión pública, que es el principal socio de la Unión Europea de Radiotelevisión?", preguntó Mamediárov.

A estas denuncias de fraude se sumó de inmediato el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, indignado por los cero puntos que recibió de Rusia la representante de su país, Aliona Lánskaya.

"Conozco tu reacción a los resultados de la votación de Rusia. Puedes apuntarte doce puntos (la máxima puntuación) como poco. Esto demuestra hasta qué punto está no sólo politizado ese concurso, sino también falsificado", dijo el presidente en un encuentro con la cantante.

Por si fuera poco, en otra "ex hermana soviética", Lituania, saltaron a la prensa denuncias de compra de votos.

Precisamente, Lituania, al igual que Rusia, Bulgaria, Malta, Grecia, Irlanda, Georgia, Austria y Montenegro, dio la máxima puntuación al representante de Azerbaiyán

Según el portal lituano 15min.lt, un grupo de estudiantes lituanos se acercó a la redacción para relatar cómo un par de individuos que hablaban ruso les ofrecieron 20 euros a cambio de que votaran por SMS al cantante azerbaiyano.

Tras escuchar la denuncia, dos reporteros camuflados del diario digital concertaron un encuentro en una cafetería con los presuntos compradores de votos, que habrían reconocido el mismo fraude en quince de los países votantes.

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