Buenos Aires, 28 mar.- El jefe de Gabinete del Gobierno argentino, Jorge Capitanich, aseguró hoy que la retirada de los subsidios al gas y el agua anunciada este jueves tendrá un impacto "insignificante" en el índice de precios al consumidor y que no influirá en las negociaciones sobre subidas salariales para 2014.
"Es absolutamente insignificante el impacto que tiene el tema de la variación (de los subsidios) en el índice de precios, por la composición del servicio y por su incidencia relativa en términos cuantitativos y cualitativos", defendió Capitanich durante su rueda de prensa diaria.
El ministro subrayó también que "no hay ninguna relación posible entre la reducción del subsidio y la negociación de paritarias", pese a que varios líderes sindicales han apuntado ya que el aumento en las facturas de los servicios básicos deberá ser considerado en las mesas de discusión sobre alzas salariales para 2014.
"Es verdaderamente un artilugio que no se corresponde con la realidad", recalcó Capitanich, quien sostuvo que el impacto monetario será "poco significativo".
El jefe de ministros apuntó también que "la reducción de los subsidios implica un efecto redistributivo" porque el ahorro del Estado será destinado a financiar políticas públicas de derechos sociales.
Capitanich reiteró que la eliminación parcial de los subsidios a los servicios básicos pretende "incentivar al uso racional y responsable" y recordó la política de inversión en infraestructuras para mejorar la red de aguas.
El Gobierno argentino anunció este jueves recortes de hasta el 80 % en los subsidios en los servicios de gas y de agua a hogares y comercios a partir del próximo abril.
La industria no se verá afectada por esta medida con el objetivo de fomentar la producción nacional.
En cuanto a una eventual próxima retirada de los subsidios al consumo eléctrico -las únicas subvenciones a servicios del hogar que el Gobierno mantiene por el momento-, el jefe de Gabinete pidió que nadie se deje llevar por "la ansiedad" y que cada decisión "será anunciada".
La política de subsidios a los servicios básicos fue impulsada en 2003 por el entonces presidente Néstor Kirchner, esposo y antecesor de la actual mandataria, Cristina Fernández, para animar el consumo y ampliar el universo de usuarios tras el colapso económico que sacudió a Argentina en 2001.
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