Los garantes de la estabilidad del euro afilan sus cuchillos mientras se preparan para sancionar a España y a Portugal. Porque los vecinos peninsulares también tendrán que sufrir las consecuencias por no haber cumplido con el Pacto de Estabilidad.
En su caso, habían prometido cumplir a rajatabla con los objetivos, ya que esperaban situar su déficit pordebajo del 3%. Pero 2015 acabó y Portugal tuvo un déficit del 4,4%, lo que se traduce en 7.893 millones de euros en negativo. Ese 4,4% se debe principalmente al impacto extraordinario de la liquidación de Banif.
A la espera de conocer la decisión final de la Unión Europea, que se sabrá el próximo día 27, todo apunta a que tanto España como Portugal tendrán que claudicar para que las autoridades europeas sean indulgentes y no impongan la multa ni congelen los fondos estructurales en su totalidad. Lo que se traduce en reajustes en los próximos años.
El Gobierno de Portugal ha remitido a las autoridades comunitarias su carta de alegaciones para intentar reducir lo máximo posible la multa que prepara Bruselas por la falta de "medidas eficaces" para controlar el exceso de déficit.
El ejecutivo de António Costa se compromete a realizar en 2017 un reajuste del déficit 0,6%, por lo que fija su objetivo dos décimas por debajo de lo previsto anteriormente. Entre las áreas afectadas estarán sanidad, educación, las adquisiciones estatales, el sector inmobiliario y el análisis presupuestario de las empresas públicas.
Para este año Bruselas le pide a Portugal situarse por debajo del 2,3% de déficit. El Gobierno portugués calcula que estará en el 2,2% y Bruselas que en el 2,7%. Para sofocar a Europa desde Portugal aseguran que los Presupuestos de 2016 incluyen una partida de reservas de capital por si existen excesos de déficit.La coalición de izquierdas prometió no recortar
El Gobierno socialista, investido gracias al apoyo del Partido Comunista y del Bloque de Izquierda, prometió acabar con los recortes impuestos por Bruselas, aunque también se juró que cumpliría con los objetivos de déficit. Parece que al final no podrá cumplir ninguna de sus dos promesas.
En los meses que lleva al frente del país, Costa ha intentado acabar con la austeridad impuesta desde Bruselas. Para ello bajó el IRPF, subió las pensiones y el salario mínimo y repuso el sueldo atrasado a los funcionarios. Además de acometer otras medidas de corte más social, como modificar la ley del aborto para que las mujeres no paguen.
Costa llegó al Gobierno en noviembre de 2015, sustituyendo al conservador Passos Coelho. Lo que significa que todavía no ha cumplido un año al frente del ejecutivo y parece que tendrá que prometer ciertos recortes a Bruselas si no quiere perder la posibilidad de utilizar fondos estructurales, de los que Portugal tiene gran dependencia. Una situación difícil para un Gobierno que depende de muchas fuerzas y que podría tambalearse si cede ante Europa.
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