Javier Algarra: "Intereconomía también es crítica y exigente con el Gobierno"

  • Radio, prensa, televisión... Javier Algarra ha tocado todos los palos antes de llegar a Intereconomía, donde dirige el programa "El Gato al Agua", que "disfruta de una independencia" que otros no tienen y en el que hacen gala de criticar también al Gobierno porque no pertenecen a ningún partido.

Raquel de Blas

Madrid, 18 ago.- Radio, prensa, televisión... Javier Algarra ha tocado todos los palos antes de llegar a Intereconomía, donde dirige el programa "El Gato al Agua", que "disfruta de una independencia" que otros no tienen y en el que hacen gala de criticar también al Gobierno porque no pertenecen a ningún partido.

A sus 52 años, este periodista catalán, máximo responsable de los Informativos del grupo, se confiesa orgulloso de que su programa "favoreciera" el triunfo electoral del PP con su "crítica implacable al zapaterismo y la defensa de valores morales".

Desde su experiencia, Algarra asegura, en una entrevista con EFE, que él ha tenido la suerte de no recibir presiones ni en medios públicos ni en privados, y cree que si se trabaja de forma profesional no tienen porqué existir y que en el caso de que alguien quiera ejercerlas, "basta con no hacerle caso".

PREGUNTA: En 2008 llegó a Intereconomía como director de Informativos y este año ha sido nombrado director y presentador del espacio estrella de la cadena, "El Gato al Agua". ¿Qué balance hace?

RESPUESTA: Muy positivo. Intereconomía Televisión es un auténtico fenómeno sociológico. Ha sido el primer canal que ha defendido una línea editorial diferente a la dominante en el resto de televisiones. Y lo ha hecho sin complejos, con periodismo independiente y con vocación de servicio público.

P: En su franja horaria hay una fuerte competencia ¿Qué tiene su programa que no tengan los otros?

R: Además de ser pionero en su género, "El Gato al Agua" disfruta de una independencia que otros programas que nos copian no pueden ofrecer. Estamos orgullosos de haber favorecido el triunfo electoral del PP con nuestra crítica implacable al zapaterismo y la defensa de valores morales. Pero ahora, si hemos de ser críticos y exigentes con el Gobierno, lo somos. Porque no pertenecemos a ningún partido, nos debemos a los espectadores y ellos, como ciudadanos, tienen que ser exigentes con sus gobernantes. Otros programas no pueden decir lo mismo.

P: Usted ha trabajado en medios públicos y en privados. ¿Encuentra diferencia a la hora de desempeñar su trabajo?

R: En la empresa pública estás obligado a respetar la representación de los partidos políticos, ya que te someten a control parlamentario. Cumples una función, la de informar sin opinar. Es una manera determinada de hacer periodismo, muy respetable y necesaria, y con excelentes profesionales. En la privada, puedes defender una determinada línea editorial y abogar por un modelo determinado de sociedad.

P: ¿En cuál recibe más presiones?

R: He tenido la suerte de no recibir presiones en la pública (...) Si se trabaja de manera profesional, no tienen porqué existir las presiones. Y si alguien pretende ejercerlas, basta con no hacerle caso.

P: ¿Debe volver la publicidad a Televisión Española?

R: No necesariamente. La tarta publicitaria se la puede repartir el sector privado, siempre que se defina cómo debe ser la radio y la televisión pública y se establezca su dimensión y cómo debe financiarse. Lo malo es que eso nunca se ha definido.

P: ¿Los periodistas deben posicionarse políticamente?

R: En Estados Unidos, en el Reino Unido o en otros países de gran tradición democrática, nadie se sorprende de que los medios de comunicación pidan el voto para una determinada opción política. Aquí debe ocurrir lo mismo. Los medios privados deben defender su línea editorial y un determinado modelo de sociedad.

P: ¿Cree que en España los medios de comunicación están excesivamente politizados?

R: Ese es el problema, el cainismo de nuestra sociedad. Existe demasiado revanchismo entre las opciones enfrentadas. Un poco más de respeto y de diálogo sería bienvenido.

P: ¿Por qué los ciudadanos tienen tan mala imagen de los periodistas?

R: Hemos olvidado que somos notarios de la realidad y defensores de unos determinados valores, para convertirnos en protagonistas cuando no debemos serlo. Existen demasiadas informaciones que se basan en el enfrentamiento entre medios de comunicación o que llevan su afinidad política a extremos innecesarios. Además, parece que hemos perdido el respeto por determinadas creencias. Hay algunas burlas en televisión que no son aceptables. Recuperaremos el prestigio si somos capaces de mantener la educación, el buen gusto y el respeto a unas determinadas reglas de juego.

P: ¿La información política se trata de forma rigurosa o se tiende al sensacionalismo?

R: Hoy en día ya no existe la información política; existe la información de declaración y contradeclaración. Los periodistas deberíamos ser capaces de alejarnos de ese lenguaje para analizar con seriedad la acción de gobierno de nuestros dirigentes y la labor de control de la oposición. Pero ellos, los políticos, son los primeros en emponzoñar las cosas al no atajar la corrupción y al utilizarla como arma arrojadiza entre ellos.

P: ¿Cómo ve la profesión actualmente?

R: El periodismo se encuentra en un momento muy delicado, en el que debe reinventarse. Las nuevas tecnologías, el modo en que ha cambiado la sociedad de la información, la crisis económica y el cambio de hábitos de los ciudadanos, obligan a una profunda reflexión acerca de nuestro sector. Internet es, sin duda, un camino de futuro, pero todavía no hemos descubierto el modo de rentabilizarlo.

P: ¿Peligran los medios en papel?

R: Hace unos años, yo hubiera asegurado que los periódicos nunca desaparecerían. Pensaba que el análisis de calidad y la infografía requerirían ese soporte de papel. Pero ahora estoy convencido de que se extinguirán, como los dinosaurios. Estamos ya en una nueva dimensión y lo que hemos de hacer es adaptarnos a ella.

P: En los últimos tiempos han proliferado las tertulias de cualquier índole ¿Cree que cualquiera puede ser tertuliano?

R: No cualquiera puede ser tertuliano, y la prueba de ello radica, justamente, en algunos tertulianos habituales. Algunos son opinadores profesionales, que hablan de oído, que saltan por las televisiones y las radios a lo largo del día, sin aportar datos ni reflexión. Por eso es tan importante, para quienes hacemos programas de análisis y tertulia, buscar a los profesionales adecuados, que tienen información, base sólida y capacidad analítica. Los espectadores se dan perfecta cuenta de cuáles son los buenos y cuáles no.

P: ¿La audiencia prevalece por encima de todo?

R: No debería ser, aunque a veces parece que es la máxima fundamental. Lógicamente, la audiencia es necesaria para la supervivencia, pero no todo vale por conseguirla. En ese aspecto, los seguidores de los programas saben discriminar a la perfección (...) Hay que trabajar para buscar la calidad. Si se hace bien, la audiencia acaba dando sus frutos.

P: ¿La gente acogería bien que los medios cobrasen por sus contenidos digitales?

R: Supongo que llegará el momento en que eso sea necesario. El descenso en la inversión publicitaria hace difícil la supervivencia. Hubo un tiempo en que, en España, era impensable pagar por ver la televisión, y ahora hay más de dos millones de abonados a plataformas de pago y se ha generalizado el pago por contenidos. Todo llegará.

P: ¿Por qué a la mujer le cuesta tanto alcanzar puestos de dirección?

R: Parece mentira. Entre los periodistas hay más mujeres que hombres, pero, efectivamente, son menos las que alcanzan puestos de dirección. Pero eso irá cambiando, igual que en el resto de sectores. La normalización de nuestra sociedad seguirá avanzando, sin necesidad de ridículas cuotas que no benefician a nadie.

P: ¿Qué dotes hacen falta para ser un buen comunicador?

R: Sobre todo, curiosidad. Si te interesas por conocer las cosas lo mejor posible, haciéndote preguntas y cuestionando situaciones, y leyendo todo lo que cae en tus manos, serás capaz de explicarlo bien.

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