Kalle Lasn, el hombre que pretende juntar 20.000 indignados en Wall Street: "Queremos que sea como la Puerta del Sol"

  • Kalle Lasn, editor de la revista AdBusters, es el responsable de la iniciativa 'Ocupemos Wall Street', que pretende que una marea de 20.000 personas fluya mañana por el bajo Manhattan e inunde el distrito financiero con tiendas de campaña, cocinas portátiles y barricadas pacíficas para protestar contra el orden económico internacional.
Kalle Lasn
Kalle Lasn
GlobalPost
Roberto Arnaz

A sus 69 años, Kalle Lasn no se ha visto afectado por la crisis. No ha perdido su casa ni su trabajo. Su pensión tampoco peligra, pero está indignado. En lugar de resignarse a convertirse en un jubilado más, se ha convertido en un agitador que considera que es necesario un cambio: de él nació la iniciativa 'Ocupemos Wall Street', que pretende reunir mañana a más de 20.000 personas para protestar contra el actual sistema financiero.

"Los jóvenes de Estados Unidos están sufriendo, se han dado cuenta que no tienen futuro. Es el momento en que se revelen contra las fuerzas económicas de Wall Street", explica Lasn a lainformacion.com desde su oficina en Vancouver (Canadá), mientras ultima los preparativos de la protesta.

Él estará allí, en primera línea, si sus asesores se lo permiten. No tiene miedo, se ha pasado la vida luchando. Nació en Estonia mientras Europa se desangraba enfrentada en la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivió de milagro al epílogo Nazi. Malvivió su infancia en un campo de refugiados en la Alemania Oriental.

Consiguió escapar de su destino y se instaló en Austria. Allí estudió y, con apenas 20 años, emigró a Japón donde montó una empresa de investigación de mercados. Ahorró y se mudó a Canadá, donde editó una decena de publicaciones hasta que, en 1989, fundó AdBusters, una revista que se ha convertido en la biblia de la contracultura.

Inspirado por la Primavera Árabe, los indignados griegos y el movimiento del 15M, Lasn pensó el pasado mes de julio que había llegado el momento de trasmitir un mensaje a las élites políticas y financieras estadounidenses: "el actual modelo económico debe llegar a su fin".

¿Es consciente del revuelo que ha provocado con su iniciativa?

La idea de ocupar Wall Street se ha convertido en viral. Miles de personas de todo el mundo han decidido que es el momento de tomar los centros mundiales del capitalismo y quitarle el poder a la gente que controla el 'teatrillo' en el que se ha convertido el sistema financiero internacional. Esperemos que nuestra convocatoria sea el terremoto que haga que esta idea se propague por todo el planeta.

¿Cree que algo así habría sido posible sin internet?

Sin la Red, la mecha habría tardado mucho más en prender y habría sido todavía más complicado movilizar a los ciudadanos. Una de las razones por las que iniciamos Ocupemos Wall Street fue internet, permite que una buena idea se propague por todo el mundo en cuestión de minutos. Es una herramienta fantástica.

Supongo que, aún así, no habrá sido un proceso sencillo, ¿han recibido presiones?

Sí, desde el principio. El Departamento de Seguridad Nacional, la CIA y el FBI nos ha interrogado. Vigilan muy de cerca nuestros movimientos. No han parado de hacernos advertencias de todo tipo. Hace una semana hicimos una pequeña prueba: mandamos a 1.000 manifestantes a Wall Street a ver qué sucedía y nueve fueron arrestados sin motivo.

¿Teme que mañana se produzcan enfrentamientos con la policía?

La Constitución estadounidense defiende nuestro derecho a reunirnos y, si la policía intenta impedir por la fuerza que lleguemos de manera pacífica a nuestro objetivo, entonces le diremos a la gente que tome todo el sur de Manhattan. Así, en lugar de una gran concentración habrá pequeñas acampadas por todo el distrito financiero. Si hace falta, acamparemos en el vestíbulo de Goldman Sachs.

¿Han elaborado algún tipo de protocolo contra la violencia?

Siempre hemos mantenido que la única manera de convertir esta iniciativa en un éxito es que se realice de una manera completamente pacífica, al estilo Gandhi. Si se convierte en violenta, la opinión pública se pondrá en nuestra contra y será fin al sueño de crear un nuevo orden económico.

En ocasiones suena como el protagonista de la película El Club de la Lucha.

Sí, la vi hace una década y me absorbió. Sobre todo me impresionó la escena final [en la que acaba destruido el sistema bancario internacional]. Creo que hay una extraña similitud entre los sentimientos que trasmite ese film y lo que sucede en la actualidad en el mundo real.

Y si consigue llenar Wall Street con 20.000 personas, ¿cuál será el siguiente paso?

Es demasiado pronto para saberlo. Estamos poniendo toda nuestra energía en conseguir reunir a toda la gente que sea posible. La idea es permanecer allí, para que este no sea un evento de un solo día. Queremos que Wall Street sea como la puerta del Sol o la plaza de Tahrir (El Cairo, Egipto). Espero que los jóvenes estadounidenses puedan ocupar el centro financiero durante semanas o incluso meses hasta que se abra el debate político.

¿Buscan crear un nuevo partido?

Todo puede suceder, pero no es algo que tengamos ahora mismo en mente. Estados Unidos necesita urgentemente un tercer partido. Los republicanos y los demócratas son como la Pepsi y la CocaCola, se reparten el mercado y no  permiten que nada cambie. Necesitamos pasión para cambiar las cosas.

¿Cómo la del Tea Party, el otro gran movimiento ciudadano?

Pues sí, ellos han demostrado un poder y una determinación impresionantes. A pesar de que no comparto la mayoría de sus ideas, he de reconocer que han mostrado un gran espíritu revolucionario. Han conseguido marcar la diferencia y cambiar el panorama político estadounidense, neutralizando muchas de las políticas de Barack Obama. Por eso espero que Ocupemos Wall Street sea el despertar de la izquierda política en Estados Unidos.

Le noto resentido con el actual presidente estadounidense.

Ha sido una gran decepción. Antes de su elección existía la idea de que era el hombre que podría cambiar las cosas y buscar alternativas al actual sistema económico. Había mucha esperanza puesta en él, pero lo único que ha demostrado es que es un hombre sin agallas.

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