La Bolsa hace aguas: ¿otro apretón de tuercas justificado o una exageración?

  • En apenas cinco semanas, las que llevamos de año, han ocurrido suficientes cosas (y ninguna de ellas buena) como para que los mercados revisen a la baja aún más a nuestra bolsa.
La incertidumbre sobre la recuperación económica y la deuda pública española hundió ayer al Ibex 35, que revivía las caídas de finales de 2008
La incertidumbre sobre la recuperación económica y la deuda pública española hundió ayer al Ibex 35, que revivía las caídas de finales de 2008
lainformacion.com
Enrique Utrera

Ayer, a la misma hora que Emilio Botín alababa la fortaleza y la solidez de España, empezaba a gestarse una caída que al cierre fue de casi el 6% en nuestro Ibex. Un revival ya veremos si puntual de los peores días de la crisis financiera que nuestras bolsas habían dejado atrás después de los mínimos de marzo del año pasado. Los optimistas quieren convencernos de que el cuadro económico de nuestro país está más que descontado en los mercados y que lo de ayer es sólo una sobre reacción. ¿Seguro?

La primera conclusión es que los mensajes de tranquilidad de nuestros grandes transatlánticos no pasan la prueba del algodón. Ayer nadie hizo caso a las palabras tranquilizadoras del presidente de Banco Santander. El dinero tiene mucha memoria y recuerda como el banquero cántabro, en aquel célebre encuentro de 2007 con el presidente Zapatero en la sede de Santander en Boadilla cuando el PP empezaba a azuzar el palo de la crisis contra el Gobierno, elogiaba el "éxito" de la economía española y auguraba "elevadas tasas de crecimiento" en el futuro.

Nada queda ya de la foto fija de España en la segunda mitad de 2007. Hace mucho tiempo que los inversores han descontado que el país va a pasar mucho tiempo en el furgón de cola de la zona euro. La obstinación en meter en el armario el problema inmobiliario y la inacción del Gobierno, paralizado hasta hoy mismo, está pasando una factura muy dura.

Pero el caso es que en apenas cinco semanas, las que llevamos de año, han ocurrido suficientes cosas como para que los mercados nos aprieten las tuercas. Es decir, que nos revisen a la baja aún más. Ahí van unas cuantas, todas ellas de suficiente calado como para, unidas, justificar el sopapo de ayer y otros que pueden venir. Por el lado de ese subprime español llamado ladrillo, el reconocimiento de la Asociación Hipotecaria de que la deuda de los promotores es incobrable para el sector financiero o las palabras del presidente de BBVA, Francisco González, sobre la necesidad de que bancos, cajas y promotores se pongan de acuerdo para, por fin, meterle mano al precio de la vivienda. Es decir, certificando en ambos casos que a nuestros sector financiero el problema se le está yendo de las manos.

En lo macro, más allá del dramático y desgraciadamente descontado avance del desempleo, el déficit público ha desbordado las peores previsiones. El salto hasta el 11,4% certifica el imparable deterioro de las cuentas públicas.

Y en lo político, ¿cómo podría cotizarse la posibilidad de una moción de censura al Gobierno reconocida ya oficialmente por la oposición? Como ayer, con un desplome generalizado. A una situación de extrema emergencia a la que habría que responder con un gran pacto de Estado y con todos los remos del barco apuntando a la misma dirección, se le suma la posibilidad de una moción que traería ruido de sables en lo político con el consiguiente parón en la toma de decisiones. Inconcebible y difícil de justificar si queremos convencer a alguien de que no estamos en el mismo saco de Grecia o Portugal.

Con el debate sobre el futuro de nuestra bolsa más abierto que nunca conviene también recordar que el Ibex fue el mejor gran índice en Europa en 2009 y que nuestro selectivo no es precisamente una réplica exacta de la economía española. Pero convendría que también en el terreno de lo micro cuidáramos nuestra imagen, bastante menoscabada ya por el sainete de los procesos de fusión de las cajas de ahorros. Batallas como la librada en enero en un blue chip como Repsol no ayudan precisamente a mejorar las cosas. Ustedes juzgarán si lo de ayer en bolsa es ataque de nervios puntual o si vamos a necesitar tranquilizantes durante todo el año. Yo, por si acaso, me lo haría mirar.

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