La clase media brasileña, decisiva en las elecciones, se aprieta el cinturón

  • La mayoritaria clase media brasileña viene conteniendo sus gastos ante el aumento de los precios y el futuro incierto, precisamente cuando se le considera el fiel de la balanza en las elecciones presidenciales del próximo domingo en Brasil.

Por Javier García

Río de Janeiro, 29 sep.- La mayoritaria clase media brasileña viene conteniendo sus gastos ante el aumento de los precios y el futuro incierto, precisamente cuando se le considera el fiel de la balanza en las elecciones presidenciales del próximo domingo en Brasil.

El temor a un cambio de ciclo económico más restrictivo ha obligado a muchos brasileños a poner el pie en el freno de sus gastos o a racionalizarlos frente a las alegrías de tiempos pasados, dijeron diferentes expertos consultados por Efe.

Y la desaceleración del consumo afecta principalmente a la llamada clase C, integrada por 100 millones de brasileños y que representa un poco más de la mitad de la población del país, con ingresos mensuales per cápita que varían entre 320 reales (unos 130 dólares) y 1.120 reales (unos 500 dólares).

Un tercio de esa nueva clase media, al menos 30 millones de personas, vivía en la pobreza hasta hace apenas una década y se benefició de los programas de distribución de renta impulsados por el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva y por su sucesora y ahijada política, Dilma Rousseff, que aspira a ser reelegida el domingo.

Los sondeos de intención de voto indican que con Rousseff, favorita entre los más pobres, y la ecologista Marina Silva, su principal rival en la disputa por la Presidencia, liderando entre los más pudientes, será la clase media la que decidirá el futuro jefe de Estado de Brasil el domingo.

A una semana de las presidenciales, todos los sondeos indican que Rousseff y Silva serán las candidatas más votadas el domingo, pero también que ninguna de ellas superará el 50 % de los sufragios, por lo que deberán definir el duelo en una segunda vuelta, que se celebrará tres semanas después, el día 26, y en la que la jefe de Estado aparece como favorita, pero con una ventaja muy reducida.

La desaceleración de los gastos de la clase C, para los especialistas consultados, no es sólo un aviso a tener en cuenta en un país en el que el consumo interno es uno de los principales motores de la economía, sino también en momentos en que se decide el futuro de Brasil.

Según señaló a Efe Christian Travassos, responsable económico de la Confederación de Comercio de Río de Janeiro (Fecomercio), "la desaceleración del consumo de las clases medias está en sintonía con varios indicadores, como el de la inflación, que ronda el 6,5 % anual frente al 4,5 % previsto por el Banco Central, y con una mayor desconfianza por parte del consumidor".

Otros indicadores, como salarios bajos y el fuerte endeudamiento que padecen las familias de menor renta, completan el panorama.

"Una parte de la clase media está teniendo grandes dificultades para pagar las deudas que ha contraído", asegura Travassos, "y esa es otra de las causas que explican la mayor moderación que se percibe del gasto de las familias en los últimos meses".

Los vendedores de la zona comercial de Madureira, un barrio de clase media en la zona norte de Río de Janeiro que es en un hervidero de compradores, alertan sobre la situación.

André Luis, vendedor de una conocida firma de electrodomésticos, asegura que "el problema es que la gente gastó más de lo que podía por el Mundial de fútbol y ahora está cosechando lo sembrado".

María Lima, dueña de una tienda de ropa, cree que "por culpa de la inflación la gente atiende más a necesidades como la alimentación y no tanto al vestuario, que no es esencial".

Una vecina de Madureira, Maria Luzia Silva, reconoce estar preocupada con su presupuesto tras darse cuenta de que "con el mismo dinero el año pasado podía comprar más cosas que en este".

El Gobierno brasileño afrontó la crisis económica internacional de 2008 con incentivos para el consumo interno, que ahora comienza a desmontar.

La bajada del Impuesto sobre Productos Industrializados que tributaba productos como electrodomésticos, muebles y vehículos para beneficiar sectores afectados por la crisis impulsó las compras de la clase media, pero su elevación en los últimos meses frenó el consumo.

El aumento de los impuestos y la inflación amenazan ahora un consumo de las familias que venía creciendo por encima del propio Producto Interior Bruto (PIB) del país.

Según el gerente de Fecomercio, antes del choque, "la ventas aumentaban más de un 4 por ciento con un PIB estable".

Para tener una idea de la importancia que tiene el consumo de la clase C bastan las conclusiones de un reciente estudio del Instituto Data Popular, según las cuales en 2013 gastó cerca de 500.000 millones de dólares, el equivalente al PIB de un país del G-20, y movió casi el 60 % de todo el crédito en Brasil.

"La preponderancia de ese mercado es tal que marca el camino de la economía brasileña", asegura Travassos.

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