La crisis de deuda no sólo afecta a Europa: llega hasta Cabo Verde

  • La deuda soberana no sólo está causando dolores de cabeza a la zona euro: gran parte del mundo está implicado en estos problemas a través de los mercados financieros y también del comercio. Cabo Verde, por ejemplo, ya está temblando.
El presidente del BCE insta a los gobiernos a actuar
El presidente del BCE insta a los gobiernos a actuar
Ken Maguire, Atenas (Grecia) | GlobalPost

¿Crees que tienes problemas? No eres el único. Cabo Verde ha estado luchando en la última década por salir de la pobreza para lograr un estatus de "ingresos medios". Pero la escalada de la crisis de deuda en la eurozona está poniendo en peligro su logro.

¿El motivo? Los principales socios comerciales de esta isla de África occidental (adonde de momento siguen acudiendo algunos emigrantes portugueses en busca de una oportunidad) son Portugal y España.

Y es que el temblor de la deuda soberana no sólo es un dolor de cabeza para la zona euro: gran parte del mundo está vinculado está implicado en estos problemas a través de los mercados financieros y también del comercio.

El peligro es que los inversores corren a refugios seguros (como la deuda alemana o el oro), las economías se contraen, y aumenta el desempleo. De hecho, hasta Estados Unidos, la primera potencia mundial, y China y la India, dos de las economías más fuertes en la actualidad, están expuestos a estos peligros.

Y, si lo están los grandes, es lógico pensar que los países pequeños como Cabo Verde, con una población de medio millón, no pueden escapar de estos riegos, ya que se enfrentan a una menor demanda de exportaciones y a una menor inversión extranjera.

"Sin una solución a la crisis de la zona euro, la economía mundial podría ser arrastrada a una espiral descendente que colapse la confianza, a un crecimiento más débil y a menos empleos", ha dicho la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde. "Esto afecta a todas las naciones y, por ello, todos tenemos un interés en solucionar esta crisis".

 

La canciller alemana, Angela Merkel, ha dicho que Europa se enfrenta a sus "horas más difíciles desde la Segunda Guerra Mundial". Un escenario frustrante para muchos países, que sólo pueden ver como los líderes de la eurozona luchan por encontrar una cura a esta enfermedad.

Entonces, ¿qué puede hacer Europa para contener la crisis?

Muchos expertos han pedido al Banco Central Europeo que asuma en última instancia el papel de prestamista, al igual que lo hizo la Reserva Federal de Estados Unidos durante la crisis hipotecaria.

Los líderes más destacados (incluyendo al presidente de EEUU Barack Obama, el primer ministro británico, David Cameron, y el primer ministro ruso, Vladimir Putin) también han instado al BCE a adoptar este papel. Y lo han hecho con razón.

"El BCE es la única institución de la zona del euro que puede contener la crisis", apunta Dimitrios Malliaropulos, analista Eurobank EFC en Atenas. "Tiene una capacidad de poder ilimitada, y, si sabemos que el Banco Central cuenta con reservas suficientes, no vayas contra él porque te aplastará".

Según esta teoría, comprar grandes cantidades de bonos del gobierno, especialmente los de Italia y España (mucho más que la compra limitada que ha hecho recientemente el BCE) aliviaría los temores del mercado y reduciría sus costes de endeudamiento.

En la actualidad, Francia está discutiendo con fuerza para dotar de más poder al BCE. Sin embargo, Alemania no está de acuerdo. Hoy, la lucha se esparce entre la opinión pública, con los dirigentes de ambos gobiernos emitiendo declaraciones polémicas.

Alemania, el centro neurálgico de la zona euro, sostiene que dar más poder al BCE es una receta para una mayor inflación, y que elimina los incentivos para que los gobiernos reformen sus economías.

Jens Weidman, el presidente del banco central germano, ha rechazado la idea, asegurando que tal intervención violaría la legislación europea, y que sólo los políticos pueden resolver la crisis.

Alemania tampoco aprueba un plan francés para tratar un nuevo fondo de rescate de la zona euro (llamado el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) como un banco, lo que permitiría pedir prestados fondos al BCE.

Michael Schroeder, analista senior del Centro para la Investigación Económica Europea de Mannheim, Alemania, considera que la inflación "es un efecto secundario negativo muy grande".

"Hay algunas perturbaciones muy fuertes en los mercados de bonos, pero no veo la necesidad de que Italia necesite algún tipo de ayuda en este momento", dice. "No es tiempo de hacer otra cosa que no sea estabilizar su propio gobierno."

Sin embargo, no se trata de que los alemanes sean reacios a que transcurra una campaña de compras. El nuevo presidente del BCE, Mario Draghi, dijo el pasado 3 de noviembre, en su rueda de prensa de presentación que mantener la estabilidad financiera es trabajo de los gobiernos, y no del Banco Central.

Draghi dijo a los gobiernos "en primer lugar, pongan las finanzas públicas en orden y, en segundo lugar, emprendan reformas estructurales" para hacer crecer sus economías. También señaló que es "absurdo" pensar que intervenciones como la del BCE de compra de bonos soberanos pueda reducir los costes de endeudamiento durante un "periodo prolongado de tiempo".  Advirtió que la compra es temporal y "que la cantidad es limitada".

No es de la competencia del BCE convertirse en el prestamista de última instancia para los gobiernos, agregó. "La auténtica respuesta es contar con la capacidad de los países de reformarse a sí mismos con políticas económicas adecuadas", dijo Draghi.

El mes pasado, los líderes de la zona euro acordaron duplicar el fondo de rescate en un billón de euros, pero incluso esa cantidad no sería suficiente para rescatar a Italia, la tercera mayor economía de Europa.

Grecia, Irlanda y Portugal han recibido rescates, pero la crisis de la deuda en Grecia aumentó cuando los dirigentes de la UE se dieron cuenta de que su primer paquete de rescate no era suficiente.

El miedo continuo de una moratoria griega dio paso después a las preocupaciones sobre la capacidad de Italia para pagar sus deudas.

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