La paradoja de Bankinter: un banco sano con un modelo cuestionado

  • Tras el anuncio de que Sabadell y Guipuzcoano negocian su integración, Bankinter vuelve a situarse en el epicentro de posibles operaciones corporativas. Su foto fija es una pura paradoja: tiene un modelo único, pero cuestionado, y ha sufrido un durísimo castigo en bolsa a pesar de su escasa morosidad y de tener un riesgo promotor mínimo en comparación con sus competidores.
Enrique Utrera

Ya lo avisó su presidente Pedro Guerrero el pasado mes de abril durante la junta de accionistas. "Nuestro camino natural es el crecimiento orgánico que ha permitido a Bankinter pasar desde muy atrás hasta el puesto número cinco de los grupos bancarios españoles. Ahora es el momento idóneo para apretar el acelerador en esta línea y lo sabemos. Pero si se presentan oportunidades, cosa que es muy probable, no dudaremos en aprovecharlas, como lo hicimos el pasado ejercicio con Línea Directa Aseguradora".

El mercado ha puesto estas palabras en valor y premió el viernes a Bankinter con la mayor subida en bolsa del sector bancario, lanzado por el anuncio de integración de Sabadell y Guipuzcoano que abre lo que parece un imparable proceso de concentración entre los bancos medianos.

El banco en el que Jaime Botín y el grupo francés Credit Agricole son los mayores accionistas está llamado a tener un papel clave en la reordenación del sector. No es su estrategia la de comprar –siempre ha apostado por el crecimiento orgánico con operaciones puntuales como la de Línea Directa- y mucho menos la de ser comprado.

Pero las circunstancias mandan y el banco está llamado a jugar un papel clave en un escenario que, forzado por una crisis sin precedentes, va a dar un vuelo al estatus quo del sector financiero español.

Un inconveniente es su valor en bolsa, que hace menos atractiva para el banco la posibilidad de una fusión con canje de acciones como la que proponen Sabadell y Guipuzcoano. La razón es que la bolsa ha golpeado sin disimulo al banco: desde los máximos de 2009 acumula una caída superior al 50% que ha dejado su capitalización bursátil en apenas 2.300 millones de euros.

Es decir, exactamente la mitad de Banesto, el banco con el que tantas veces se le ha relacionado. Seguro que la ecuación de canje –una por dos- no convence a ningún directivo ni accionista de Bankinter.

De vuelta a las grandes cifras, al cierre del primer trimestre del año, el crédito dudoso del banco se situó en 1.144,4 millones, con una tasa de morosidad del 2,56%. Es decir, menos de la mitad del sector, con el añadido de un índice de cobertura de la morosidad del 72,84%. Además, la cartera de activos adjudicados del banco está valorada en 343 millones, un 0,5% de la cartera del total del sistema financiero. Por lo tanto, queda claro que el problema no es el ladrillo, sin el modelo.

De hecho, tras la vuelta de tuerca del Banco de España a las reglas del juego sobre cómo contabilizar los activos adjudicados y cómo realizar provisiones, Bankinter sale bien parado. Nomura cree que la propuesta del Banco de España tendrá un impacto del 8% en los resultados de 2010 de Bankinter, frente al 55% de Sabadell o el 34% de Popular.  De la quema se salva Banesto.

¿Cambiará el modelo?

El problema de Bankinter está en los márgenes que le deja un modelo basado en el crecimiento orgánico y la tecnología. En el primer trimestre del año, los resultados han caído un 3,5% sin contar los extraordinarios del año pasado, el margen de explotación se ha reducido en un 6,07% y la morosidad, aunque se ha triplicado hasta el 0,49%, sigue siendo ridícula en comparación con la de sus competidores.

Son unas cifras que tienen mucho que ver con la realidad de todo el sector, que se enfrenta a un año 2010 muy difícil. Es verdad que la crisis demanda tamaño, una necesidad la que Bankinter va a hacer frente con una clientela de perfil de medio-alto sin parangón en su competencia, con el hándicap de que todo el negocio depende de España.

La estructura accionarial del grupo está llamada a jugar un papel fundamental en el futuro del grupo. Credit Agricole, con alrededor del 23% del capital, está esperando su oportunidad ante la mirada vigilante de Jaime Botín. Aunque el banco galo no tiene presencia en el consejo, si tendrá un papel capital si el banco afronta un fusión que, muy a su pesar, Bankinter parece obligado a protagonizar.

Mostrar comentarios