Los mineros viven el encierro como "un pequeño sacrificio para la causa"

  • Tres mil metros los separa de la luz del día y de sus familias, viven en 40 metros cuadrados en los que se respira humedad, pero, a pesar de ello, los cinco mineros que desde hace una semana están encerrados en el pozo de Santa Cruz del Sil (León), siguen dispuestos a continuar con este "pequeño sacrificio" por el futuro de las cuencas.

María Domínguez

Ponferrada (León), 18 jul.- Tres mil metros los separa de la luz del día y de sus familias, viven en 40 metros cuadrados en los que se respira humedad, pero, a pesar de ello, los cinco mineros que desde hace una semana están encerrados en el pozo de Santa Cruz del Sil (León), siguen dispuestos a continuar con este "pequeño sacrificio" por el futuro de las cuencas.

A setecientos metros de profundidad en el interior de la montaña, los cinco mineros que relevaron a los siete compañeros que permanecieron 52 días encerrados reconocen que ser los sustitutos "quita algo de protagonismo", aunque en esta lucha lo único que importa es seguir adelante.

Eliseo Otero, José Antonio Páez, Luis Ángel Castañedo, Miguel Ángel González e Ivo Mitkov entraron en el pozo con la cara tapada y sin avisar a sus familias, con las que hablan casi todos los días por el interfono que les comunica con el exterior, a pesar de que algunos, como Ivo, prefieren no comunicarse mucho con ellas.

La "clave" para llevar mejor las horas es "desconectar" del exterior, según reconoce a los periodistas que hoy han visitado el pozo Miguel Ángel González, de 43 años, quien relata que lo primero que hizo al entrar en la mina fue tratar de olvidarse "de lo que quedó fuera".

"Si te acuerdas todo el día de lo que tienes fuera lo pasas realmente mal, es un sin vivir. Esa es la mejor manera de bajar la moral", relata el minero.

Los cinco han hecho suyo el espacio que antes ocuparon los compañeros y en el que los mensajes de apoyo del exterior les recuerdan que no están solos, a pesar de la distancia.

Entre cartas de familiares y amigos y dibujos de los niños de las localidades cercanas, destaca una camiseta negra en la que se puede leer "El pueblo búlgaro en El Bierzo está con los mineros encerrados en Santa Cruz".

Y es que uno de ellos, Ivo Mitkov, llegó a la comarca leonesa desde Bulgaria hace cinco años, cuando le empezó a faltar el trabajo en su país.

En Bulgaria trabajó como minero, aquí trabaja como minero y tiene claro, que si el sector no sale adelante, emigrará de nuevo y lo hará parara seguir trabajando como minero "porque -dice- me gusta".

No obstante, tanto él como el resto mantienen la esperanza de que su protesta sirva para que el Gobierno reconsidere los recortes en más del sesenta por ciento en las ayudas al sector.

Por eso, desde las profundidades del pozo han querido mandarle un mensaje al ministro de Industria, José Manuel Soria: "Que se lo piense mucho porque está causando un daño catastrófico".

Aunque afirma no saber "mucho ni de economía, ni de política", José Antonio Páez, 44 años, le recuerda al ministro que el carbón es la única energía autóctona con la que cuenta España, por lo que es necesario mantenerla.

Además, le acusan de querer plantear un futuro "cuando nos quiere quitar el presente", en referencia a la intención de Soria de comenzar a negociar el próximo Plan del Carbón (2013-2018) sin sentarse antes a hablar sobre las ayudas de 2012.

Mientras aguardan una solución, los cinco mineros de Santa Cruz pasan las horas entre juegos, paseos por la galería o la lectura diaria de la prensa.

Los chicles de nicotina ayudan a los fumadores a sacudirse las ganas de fumar un cigarro, mientras que las pastillas les permiten vencer los dolores musculares y un canario, al que llaman "Fraude", llena de sonidos los silencios. EFE

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