Los portugueses cuestionan un salario mínimo que nos les da para (sobre)vivir

  • Portugal acaba de incrementar su salario mínimo de 485 a 505 euros brutos por mes después de tres años congelado, una subida que, para muchos, es insuficiente y reabre el debate sobre si esa cifra da para vivir.

Renata Hirota

Lisboa, 3 oct.- Portugal acaba de incrementar su salario mínimo de 485 a 505 euros brutos por mes después de tres años congelado, una subida que, para muchos, es insuficiente y reabre el debate sobre si esa cifra da para vivir.

"Si mi jefe nos pagase aquí el sueldo mínimo, nos moriríamos de hambre. ¿Crees que se puede vivir con quinientos euros?", pregunta retóricamente Natividade Simoes, camarera de uno de los tradicionales cafés lisboetas y que expresa a la perfección el sentir de una parte de la ciudadanía lusa.

La cuestión no es baladí en un país donde el 12 % de los trabajadores recibe esta cifra, según estadísticas oficiales del Gobierno luso, lo que equivale a unas 650.000 personas, aproximadamente.

El aumento en 20 euros del salario mínimo fue acordado por el Ejecutivo, la patronal y el segundo mayor sindicato portugués (UGT), pero contó con el rechazo de la principal central sindical, que reclamaba un incremento más expresivo.

Los 505 euros mensuales se quedan, de hecho, en 450 netos una vez descontado el 11 % que todos los trabajadores pagan en concepto de contribución a la Seguridad Social.

En comparación con el resto de la UE, tampoco sale bien parado Portugal, y apenas los países de Europa del Este se encuentran por debajo de esas cifras.

Calculado en pagas de doce meses (el Gobierno luso lo hace en catorce), el salario mínimo de Lisboa queda fijado en 585 euros brutos por mes, lejos de los 685 euros de Grecia, los 753 de España o los 1.461 de Irlanda, por citar algunos ejemplos.

El incremento de 20 euros, que entró en vigor esta misma semana, es considerado como una "miseria" por Natividade Simões, una opinión que comparten buena parte de sus compatriotas.

José Pinto, de profesión taxista, también cree que esta subida es insuficiente. "Debería ser por lo menos de 550 euros", apunta.

"Estos sueldos son una vergüenza comparados con lo que otras personas cobran mientras no hacen nada por el país", lanza en clara referencia a las elites portuguesas.

La idea de una remuneración mínima que garantice a quien lo recibe unas condiciones de vida dignas se remonta a 1894, en Nueva Zelanda, y hoy es aplicado por decenas de países en todo el globo, aunque no por todos.

La subida del salario mínimo en Portugal puso de acuerdo a Gobierno, empresarios y al segundo mayor sindicato luso, que buscan con esta medida estimular el consumo y avanzar hacia la recuperación económica.

Sin embargo, su importe es objeto de polémica, y medios portugueses recuerdan estos días que con veinte euros más al mes, poco más se puede hacer en un país donde la cesta de la compra es similar a la de la vecina España (pese a que los sueldos son de media entre un 20 y un 25 % más altos) y la gasolina es una de las más caras de Europa.

A cambio, sí es más barato en líneas generales el ocio -especialmente comer fuera de casa- o el precio de la vivienda en comparación con otros países de su entorno.

Algunos empresarios recuerdan, por su parte, que el coste por trabajador es muy superior a su salario debido al pago de la Seguridad Social (la tasa es del 23,75 % por empleado).

"Yo creo que el aumento del salario mínimo está bien, pero para los patronos no son sólo los 505 euros", comenta Joao Pereira, el propietario de un pequeño bar en la capital lusa, que desgrana los costos por empleado uno por uno, de memoria.

Para compensar la subida del sueldo mínimo, el Gobierno luso concedió un descuento en esa contribución a la Seguridad Social que pagan las empresas.

El acuerdo alcanzado para mejorar el salario mínimo incluye un compromiso de no actualizarlo hasta finales de 2015, y según el ministro de Solidaridad, Empleo y Seguridad Social, Pedro Mota Soares, a partir de entonces deberá estar directamente vinculado "a la productividad del país".

Mientras, economistas lusos recuerdan que esta última subida no compensa siquiera la inflación acumulada desde que fue congelado, en 2011, y aseguran que el poder de compra de quienes reciben hoy esta cantidad es inferior incluso al que disfrutaban aquellos que recibían el salario mínimo en 1974, el año del fin de la dictadura en Portugal.

Mostrar comentarios