Otros presupuestos sin reformas relevantes...una vez más

    • Gastos e ingresos estatales han ido altran-tran, siguiendo una inercia que el Gobierno no ha querido, no ha podido o no se ha atrevido a romper.
    • Si el déficit público ha disminuido mayormente se debe a que los impuestos han aumentado.
Rajoy viajará a Alicante este sábado para participar en un acto del PPCV
Rajoy viajará a Alicante este sábado para participar en un acto del PPCV

Comparar los presupuestos de 2012 con los de 2016–primero y último de los elaborados por el Gobierno Rajoy—es un ejercicio altamente instructivo para evaluar el programa de reformas que, según el Presidente del Gobierno, se ha desarrollados en la legislatura que termina. Lo cierto es que resulta difícil evaluar las tales reformas porque, sencillamente, no ha habido ninguna.

Económicamente estos cuatro años han sido muy distintos: los dos primeros de depresión y los otros dos de reactivación, en cualquier caso, pero depresivos o de crecimiento, los cuatro ejercicios han pasado por los Presupuestos Generales del Estado como el rayo de sol por el cristal: sin romperlos ni mancharlos.

La inercia del tran tran

En efecto, gastos e ingresos estatales han ido al tran-tran, siguiendo una inercia que el Gobierno no ha querido, no ha podido o no se ha atrevido a romper. Los gastos consolidados –que incluyen, además de los del Estado, los de la Seguridad Social y otros organismos autónomos, pero no los de las comunidades autónomas— han subido un 16 por ciento en cuatro años ¿16 por ciento de más gasto público?¿Pero no estábamos en tiempos de ahorro y sacrificios para disminuir el déficit? .

Bueno, en fin, si hay que hablar claro, hablaremos claro: si el déficit público ha disminuido mayormente se debe a que los impuestos han aumentado (9 por ciento en el periodo), pues como queda dicho, la contención de gastos ha brillado por su ausencia. Solo una excepción, en la partida de subvención al desempleo.

Pero ni siquiera esta reducción –10.000 millones del ala—se debe a una decisión o a una política gubernamental, sino a la caída del número de parados. Se ha gastado más (6.641 millones) hasta en los gastos financieros, a pesar de que los intereses han caído drásticamente… Los intereses habrán caído, pero como la diferencia entre gastos a ingresos, en términos absolutos aumenta, se hace necesario seguir pidiendo prestado, con lo que con se dedica más dinero a pagar intereses.

¿Quién dijo reparto?

… Y eso que sólo estamos hablando del Estado, de la Seguridad Social y aledaños, pero no de las Comunidades Autónomas, cuyos presupuestos conjuntos superan con mucho al del Estado, y disponen de impuestos propios que no figuran en los cálculos aquí expuestos.

Y entonces si el sector público aprieta tanto en impuestos y no disminuye en gastos ¿Cómo es posible que la economía vaya bien? Es verdad que crece el valor de lo que se produce (PIB), se exporta, aumenta el consumo interior y el paro disminuye?: si a pesar de un sector público gastón, inmovilista y burocratizado la economía no va mal, es porque todo el precio de la crisis lo ha pagado el sector privado: es allí donde han disminuido los sueldos, ha aumentado el paro y se ha ganado en competitividad.

Y este comportamiento de la economía privada, a la vez saludable y doloroso, se debe a la única reforma significativa que durante la legislatura ha llevado a cabo el Gobierno de Mariano Rajoy: la reforma laboral. Gracias a ella las empresas han podido adaptarse a los malos tiempos, ajustando costes y plantillas y han vendido sus productos allende las fronteras.

Darth Vader, versión española

Visto lo visto, resulta inevitable una nostálgica sensación de orfandad: si un Gobierno conservador como el que ahora termina su mandato ha sido incapaz de repartir los costes de la crisis entre el sector público y el privado ¿Quién lo hará? ¿Uno de Ciudadanos? ¿Del PSOE?... Decididamente sería muy ilustrativo que en la versión española de la nueva Star Wars, el malo malísimo cambiara su nombre original de Darth Vader por el de Public Sector, dejando intacto su aspecto monstruoso.

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