Pakistán no es país para periodistas... ¿o sí?

  • ¿Qué tienen en común en Pakistán una embajadora en EE.UU., el máximo responsable de una de las cuatro provincia del país o dos de los cuatro emisarios del Gobierno en las negociaciones con los talibanes? Que son o han sido periodistas.

Pau Miranda

Islamabad, 15 feb.- ¿Qué tienen en común en Pakistán una embajadora en EE.UU., el máximo responsable de una de las cuatro provincia del país o dos de los cuatro emisarios del Gobierno en las negociaciones con los talibanes? Que son o han sido periodistas.

Paradójicamente, uno de los países más peligrosos para los profesionales de la información, objeto aquí de amenazas y agresiones, es también un lugar en el que cada vez más personas relacionadas con los medios acceden a "los pasillos del poder".

"Hay cierto acuerdo implícito entre los políticos, los propietarios de los medios y algunos periodistas de cierto prestigio para fomentar esa simbiosis", explica a Efe Aun Shahi, premiado reportero de investigación del diario local The News.

"Gracias a varios factores, entre otros la falta de cultura democrática, las empresas periodísticas han adquirido mucho poder y promueven que algunos de sus profesionales entren en las esferas de poder", prosigue Shahi.

Eso mientras esta semana la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF) afirma en su último informe que Pakistán es uno de los países más peligrosos del mundo para los periodistas.

Es habitual que cualquier dignatario extranjero de visita en Pakistán alabe la "vibrante prensa local", una expresión que se ha convertido casi un mantra cuando se habla de los titubeantes pasos de la democracia paquistaní.

"Hay una diferencia entre que sea vibrante y que sea realmente libre. Los medios (en Pakistán) están aún lejos de estar la margen de influencias políticas, y estas se manifestación en la cooptación de periodistas", dice a Efe el editor de Herald, Mohamed Badar Alam.

La publicación mensual dirigida por Badar, una de las más prestigiosas del país y que se caracteriza por sus reportajes sobre temas controvertidos, aborda en su editorial de este mes el tema y compara a periodistas de diferente signo.

"Uno de ellos es visto como garante de la seguridad y la integridad del Estado, mientras el otro tiene una desgraciada propensión a exponer fallos y lunares en la cara del Estado", dice el texto de Herald.

La revista se refiere en concreto a dos periodistas: Musa Kalim, acosado por las fuerzas de seguridad estatales por intentar informar sobre los peligros para la población de una instalación nuclear, y uno de los negociadores con los talibanes, Irfán Sidiqui.

Sidiqui, veterano reportero y columnista, fue designado asesor del primer ministro en temas nacionales y encabeza la delegación del Ejecutivo en los contactos con los integristas, equipo del que también forma parte el reputado periodista Rahimulá Yusufzai.

El Gobierno incluso propuso a otro reportero, Ansar Abbasi, que curiosamente estuvo también en la agenda de los talibanes para formar parte de su equipo negociador.

"Los periodistas aquí no saben lo que es el conflicto de intereses", lamenta Taha Sidiqui, actualmente corresponsal para la cadena France 24 y anteriormente miembro de redacciones en varios medios paquistaníes.

"Recientemente, parece haber muerto la honorable tradición de mantener separadas las profesiones de político y periodista. Hay muchos periodistas que llegan al poder, el Gobierno y la política sin molestarse en dejar su oficio de reportero", añade Badar.

Los casos de Sidiqui y Yusufzai se unen a los de Nayam Sethi, que llegó a ministro jefe de la región más populosa del país, el Punyab, y ahora preside la poderosa federación de cricket, o Sherry Rehmán, exeditora de Herald y embajadora en Washington durante la anterior legislatura.

El poder de algunos periodistas va incluso más allá de su adscripción a un partido o un cargo.

Uno de los presentadores estrella de la poderosa cadena Geo, Hamid Mir, se reunió con el emisario jefe de los talibanes, Samiul Haq, en las negociaciones antes de que empezaran "para transmitirle un mensaje de otra nación", según dijo su canal.

Las causas de la confluencia son diversas, según editores y periodistas locales, que mencionan la estructura de los medios, sin responsables informativos que protejan a los reporteros de la manipulación de los propietarios, y la falta de cuadros en los partidos políticos.

"Para algunos el periodismo es solo una forma de acercarse al poder y a sus beneficios", lamenta Shahi, que explica lo difícil que es llegar a fin de mes para "muchos otros profesionales, incluso de grandes medios, que apenas ganan 200 dólares al mes".

Además, los que osan preguntar más allá de lo permitido sufren los efectos de la falta de auténtica libertad de prensa en el país, situado en el número 159 de 179 en el índice elaborado por RSF.

"A pesar de su prensa viva y diversa, Pakistán sigue siendo uno de los países más peligrosos para los reporteros", afirma RSF en su informe 2014, que constata la muerte el año pasado de siete periodistas y torturas a varios más a causa de su labor.

"Kalim siempre se arriesgará a las prohibiciones y las amenazas de persecución porque se mantiene al margen del poder y el privilegio", explica Herald sobre su acosado redactor.

Mientras, otros en Pakistán prefieren las cómodas alfombras del poder. EFE

pmm/amg/ig

Recursos de archivo en www.lafototeca.com. Código 5039479 y otros

Mostrar comentarios