Salvados: "La diplomacia española no se ha puesto al día"

    • Jordi Évole ha querido saber para qué sirve la diplomacia española y cuánto se gasta en ella
    • En 'A cuerpo de embajador', Salvados ha indagado en el sistema diplomático español
"Salvados", el programa no deportivo más visto de la historia de La Sexta
"Salvados", el programa no deportivo más visto de la historia de La Sexta
lainformacion.com

Jordi Évole comenzó su periplo por la diplomacia española charlando con el periodista del periódico ARA, Ferrán Casas, con quien pudo descubrir el entresijo de instituciones españolas repartidas por todo el mundo. "La diplomacia española ha vivido por encima de sus posibilidades y creo que no se ha puesto al día", destacó Casas después de afirmar que "en España hay cierta reminiscencia imperial".

A juicio de este profesional de la información, la diplomacia española "no se ha puesto al día" y "la acción al exterior no es propia del siglo XXI". Lo cierto es que así lo parece, si tenemos en cuenta que, en el actual panorama económico, se destinaron más de seis millones de euros a la residencia del embajador español en Rabat. Todo esfuerzo parece poco si atendemos al argumento de Fernando Perpiñá-Robert, ex diplomático español, que dijo "si está en juego la imagen de España" los 43 millones de euros destinados al mantenimiento de las instalaciones en el exterior, "no era excesivo".

Según este ex embajador en Alemania y Turquía y actual profesor de aquellos jóvenes que quieren acceder al cuerpo diplomático, "no se despilfarra en diplomacia" pese a que, como dijo el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, "no sabemos el número de edificios, el número de funcionarios y quién está haciendo qué en el exterior".

Quizá sea esta la razón por la que, cuando Francisco, Pablo y Carlos, españoles residentes en el extranjero, tuvieron que recurrir a los servicios diplomáticos en aquellos países se encontraron completamente desamparados y ningún funcionario les prestó ayuda. "Cuando se mueven unos intereses realmente importantes, ahí sí vas a encontrar los servicios de la embajada", llegó a decir Pablo Prieto.

Un escenario sin duda esperpéntico que corroboró Melitón Cardona Torres, un diplomático jubilado. Fue él quien demostró lo usual de los cócteles en las embajadas de todos los países, quien desveló cómo las fiestas acababan en auténticos desmadres en los que todo el mobiliario podría sufrir y quien no dudó en afirmar que "a medida que se incrementa el nivel alcohólico de los asistentes empieza a surgir información muy valiosa".

Gracias a Melitón Cardona pudimos conocer el verdadero cometido administrativo al que antes tenían que hacer los embajadores y que "perfectamente se podría hacer desde España". Ahora, asegura que, pese a bajar el nivel de exigencia y tener labores más propias de "relaciones públicas", muchos "diplomáticos no habrían superado el bachiller por faltas de ortografía". Confesaba a Évole que en idiomas tampoco habíamos avanzado, aunque afirmaba que cualquiera podría llegar a formar parte del equipo diplomático.

Sin embargo, todo "el look pomposo y palaciego", al que hacía alusión Ferran Casas en referencia a los edificios españoles en el exterior, y que tantos diplomáticos consideraban poco menos que imprescindible, acaba por resultar inútil cuando el equipo de Salvados nos mostró las instancias del cuerpo diplomático de Dinamarca en nuestro país.

Un ático, que aunque situado en la lujosa calle Serrano de Madrid, pero alquilado y una casa propiedad del Estado, donde la embajadora residía y utilizaba para diferentes actividades de su agenda. Pero no solo eso, sino que además nos mostró un sistema completamente distinto a cualquier otro país en el que no son necesarios oposiciones. Basta con acceder a la oferta de trabajo que hace pública el ministerio de Exteriores que, entre todos los candidatos, selecciona al más válido.

Además, aunque parezca increíble para muchos diplomáticos españoles, las nuevas tecnologías estaban completamente integradas en las actividades de los funcionarios presentes en la embajada. Donde incluso se había integrado un departamento comercial para ayudar a los empresarios daneses que quisieran entrar en el mercado español. Pero, cuidado, que esos servicios los cobraban. Como si de una empresa se tratase. ¡Nos queda tanto por aprender!

Mostrar comentarios