Una montaña de cascotes simboliza en Bulgaria el descontento ante la pobreza

  • El descontento social tiene su particular termómetro en Bulgaria: un ascendente montículo de cascotes, flores y velas se ha erigido en la ciudad de Varna en un símbolo del malestar por la pobreza y la corrupción.

Vladislav Púnchev

Varna (Bulgaria), 9 may.- El descontento social tiene su particular termómetro en Bulgaria: un ascendente montículo de cascotes, flores y velas se ha erigido en la ciudad de Varna en un símbolo del malestar por la pobreza y la corrupción.

La segunda ciudad del país, a orillas del Mar Negro, se convirtió en enero en uno de los principales focos de las grandes protestas contra los elevados precios de la energía, que causaron la dimisión del Gobierno del populista primer ministro Boiko Borissov.

Su renuncia dio paso a un Ejecutivo técnico y la convocatoria de elecciones generales anticipadas, que se celebran este domingo, y en las que Borisov es de nuevo el principal favorito.

A pocos días de los comicios ya no hay manifestaciones, pero el crecimiento de este pequeño montículo indica que los "indignados" búlgaros no se han olvidado de su descontento.

La razón de este improvisado monumento contra el olvido: ante el ayuntamiento de Varna se quemó a lo bonzo el pasado 20 de febrero un manifestante de 36 años, que murió 12 días más tarde, en protesta por la miseria y la mala gestión de las autoridades locales.

Varios amigos de la víctima, Plamen Goranov, empezaron a amontonar piedras y cascotes en la plaza de la alcaldía, en contra de la voluntad de las autoridades, que sin embargo no se atreven a quitarlas por temor a desatar nuevas protestas.

Su muerte despertó la ira popular y varios medios de comunicación lo llegaron a comparar con el estudiante checo Jan Palach, quien se quemó a lo bonzo en 1968 en protesta contra la invasión soviética, o con Mohamed Bouazizi, el tunecino que prendió la chispa de la llamada "Primavera Árabe".

Bulgaria, el país más pobre de la Unión Europea (UE) con un salario medio de apenas 350 euros y pensiones de unos 100 euros mensuales, vivió este año por primera vez en su historia una oleada de inmolaciones como forma de protesta contra la miseria.

En tan solo tres meses siete hombres se prendieron fuego y seis de ellos han fallecido.

El primer caso sucedió el 18 de febrero, cuando un hombre de 26 años se prendió fuego en la ciudad de Veliko Tarnovo, y el último fue el pasado 20 de marzo, todos ellos motivados por el paro y la miseria en el país balcánico.

"Plamen se sacrificó por nosotros, como Jesús lo hizo por la humanidad", declaró a Efe Marina, una estudiante de 20 años, al colocar una piedra más en el centro de Varna.

La joven citó una declaración publicada por un grupo en solidaridad con Plamen en Facebook: "Que todos los políticos se pregunten por qué y para qué falleció Plamen".

"Que quienes pretendan gobernar lo hagan para que todos sean iguales ante la ley. Y que todos reflexionemos cómo votar de manera que no nos destruyamos a nosotros mismos", añadió Marina.

A pesar del cese de las protestas, en Varna, como en todo el país, se nota el creciente resentimiento contra la clase política, al no haberse cumplido las promesas de bienestar material tras la entrada del país en la UE en 2007.

"El resultado de las protestas es nulo, la nada absoluta. El Gobierno dimitió y llegó otro, interino, de personas de la misma clase política contra la que nos manifestamos", señaló Nikolay, un desempleado de 30 años de edad.

"Calmaron al pueblo con promesas para frenar las manifestaciones. Y ahora en las elecciones se presenta de nuevo la misma gente que repugnamos", agregó.

Por eso, el joven no cree que las nuevas elecciones supongan un cambio de rumbo, ni es optimista sobre que el próximo Gobierno sea capaz de mejorar la situación económica de los ciudadanos.

Tras decir esto, coloca otro cascote más para recordar a Plamen.

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