Bielorrusia, a un paso del caos

  • Economía, política, bienestar social… Todas las señales que salen desde Minsk son poco alentadoras. Los analistas creen que el Gobierno autoritario de Alexander Lukashenko podrá sortear algunos obstáculos, pero antes o después el presidente tendrá que acometer reformas en su sistema de estilo soviético.
Economía, política, bienestar social… Todas las señales que salen desde Minsk son poco alentadoras.
Economía, política, bienestar social… Todas las señales que salen desde Minsk son poco alentadoras.
EFE
David L. Stern, Vitebsk (Bielorrusia) | GlobalPost

Un signo de la magnitud del terremoto económico que sacude en estos momentos a Bielorrusia es que los temblores se han sentido incluso en Vitebsk, una ciudad bien cuidada, dormilona y cerca de la frontera con Rusia.

Vitebsk, con una población de alrededor de 300.000 habitantes, es más conocida por su festival anual de música de verano por ser el lugar donde nació el pintor modernista Marc Chagall, que por cualquier compromiso político. En un reciente domingo por la tarde, sus calles serpenteantes estaban atestadas de estudiantes y sus familias, al parecer más preocupados por disfrutar de uno de los primeros días cálidos del verano, que por la evolución económica en el resto del país.

Pero debajo de la risa y la cordialidad corría una corriente de ansiedad. Cuando se preguntaba a la gente, todos decían que estaban sufriendo por el estancamiento y la crisis financiera del país, provocados por una fuerte devaluación de la moneda nacional, el rublo.

La crisis ha dado lugar a un fuerte aumento de los precios, mientras que las monedas más estables, como dólares y euros, han desaparecido de los bancos del país. Algunos bielorrusos están gastando sus rublos en compras masivas motivadas por una oleada de pánico antes de que su moneda se devalúe todavía más.

"Por supuesto que estamos sintiendo la crisis", dice Slava, un estudiante universitario, mientras bebe cerveza con algunos amigos en un restaurante al aire libre. "No hay divisas en el país. Sólo rublos, que no le sirven a nadie".

"Todos nuestros salarios son en rublos, y los bancos no emiten dólares", prosigue.

Bielorrusia ha entrado en aguas desconocidas, política y económicamente. Durante el gobierno de 17 años de su autoritario líder, Alexander Lukashenko, el país ha operado de acuerdo con un tácito "contrato social". Lukashenko mantiene una economía estatal cas soviética que garantiza altas tasas de crecimiento económico, pleno empleo, una extensa red de seguridad social y estabilidad política. A cambio, la mayor parte de la población no cuestiona sus métodos de mano dura para preservar el orden.

Pero ahora, este contrato social está a punto de hacerse añicos, dicen los expertos. El modelo económico de Lukashenko está en las últimas, mientras el petróleo y el gas ruso barato ya no están disponibles. Además de la devaluación, las fábricas han comenzado a despedir a los trabajadores, aunque en pequeñas cantidades. Las autoridades dicen que también reducirán drásticamente el gasto social a finales de año.

Y la situación política también es inestable. Las protestas tras las elecciones presidenciales de diciembre dieron lugar a una represión contra la oposición al Gobierno. Más de 40 líderes y activistas han sido juzgados y muchos han sido condenados a largas penas de cárcel.

En abril, estalló una bomba mortal en una estación de metro en el centro de Minsk durante la hora punta. La ola expansiva mató a 14 personas e hirió a más de 200. Algunos bielorrusos comenzaron a cuestionarse el beneficio de un Estado autoritario si no podía proporcionar protecciones básicas, tales como evitar baños de sangre en el transporte público.

"El pueblo de Bielorrusia toleró y votó por él porque aseguró algún tipo de estabilidad", explica Jaroslavl Romanchuk, un ex candidato presidencial y experto económico. "Ahora no tenemos estabilidad política, no tenemos estabilidad económica, no tenemos estabilidad de ahorro. Así que creo que [el apoyo a Lukashenko] terminará".

Pero si Bielorrusia está entrando en el desafío de un nuevo mundo, ¿qué pasará ahora?

No es del todo imposible que Lukashenko y el Gobierno de Bielorrusia logren estabilizar el rublo y capear el temporal económico. Esto incluso podría dar un impulso a la economía del país, ya que el menor valor de la moneda nacional llevaría a que los productos bielorrusos fueran más competitivos en el extranjero.

"El problema de la moneda se resolverá, tarde o temprano, con un rublo más barato, que estimule las exportaciones", asegura Andrei Savinykh, portavoz de Ministerio de Relaciones Exteriores bielorruso. "Y las mayores exportaciones estabilizarán la economía".

Si el rublo se confirma, preparará el camino para las dolorosas reformas económicas previstas. De acuerdo con los expertos y diplomáticos, Lukashenko debe privatizar gran parte de la industria del país, o hacer frente al declive económico.

En gran parte depende de que el país sea capaz de asegurar millones de euros en préstamos de estabilización. De momento, esto no es algo seguro. Minsk ha pedido al FMI un rescate de hasta 5.500 millones de euros. Pero el FMI ya salió escaldado una vez ayudando a Bielorrusia, hace dos años el Ejecutivo de Lukashenko no cumplió las condiciones del préstamo de 2.400 millones de euros de su programa de ayuda. Y los estados miembros del FMI, como EEUU, pueden negarse a rescatar a Lukashenko, mientras mantenga continúe la represión política.

La otra fuente de ayuda, Rusia, también está ultimando un acuerdo difícil. Moscú, a través de la Comunidad Económica Eurasiática liderada por el Kremlin, aprobó el pasado fin de semana un préstamo de 2.000 millones de euros a Minsk, escalonado en tres años. En la próxima semana, Bielorrusia tendría que entregar el primer tramo de 550 millones de euros.

Pero algunos dicen que Rusia cobrará un alto precio por su ayuda, exigiendo a cambio una parte significativa de la economía del país.

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