Chinos y rusos quieren vivir como reyes y miran a España en busca de sus castillos

  • A la hora de comprar no solo hay que tener en cuenta el precio del inmueble, sino el elevado gasto de mantenimiento que estos implican.
Castillo de Castilnovo, Segovia
Castillo de Castilnovo, Segovia

Son espacios grandes, señoriales y entre sus muros guardan historias de hace varios siglos. ¿Quién no ha soñado con vivir en un castillo? En España hay unos 2.900 castillos en venta, aunque menos de la mitad son habitables, incluso con reforma. Después de que este mercado cayera en picado con la crisis, inversores extranjeros están volviendo a mostrar interés en este producto inmobiliario, tanto es así que su compraventa se ha duplicado en los últimos años. “Hay una creciente demanda de casas señoriales, palacios, castillos y fincas en España por parte de inversores rusos y chinos”, reconocen desde Engel & Völkers.

Este tipo de compradores posee unas peculiaridades distintas al que solo está centrado en las viviendas de alto ‘standing’ en las capitales españolas. A pesar de que suelen viajan con su propio personal ya que no conocen bien el idioma, “los compradores de este tipo de activos toman las decisión de un modo emocional y es importante un buen asesoramiento para mostrar la parte racional que conlleva la compra”, explican desde esta inmobiliaria.

“En este sentido cabe destacar que más que el precio de la propiedad hay que tener en cuenta el coste que conlleva el mantenimiento de fincas con un alto patrimonio así como las regulaciones a las que están sujetas a la hora de acometer rehabilitaciones o nuevas construcciones”, continúan.

Es el caso del castillo medieval de Llorenç del Penedès, a la venta por 1,5 millones de euros, una de las obras civiles más antiguas de la comarca del Baix Penedès. Según la consultora Lançois Doval, el edificio cuenta con siete dormitorios, varios salones e, incluso, una prisión. Además, la torre conserva dibujos que realizaron refugiados de la Guerra Civil española. Asimismo, llama la atención el castillo del Condado de Castilnovo, en Segovia. Tiene 5 plantas, 21 habitación y 24 baños, todo ello en 5.457 m² construidos. Se vende por 15 millones de euros.

Más asequible es el que se vende cerca del pantano de El Grado, en Huesca, por 600.000 euros. Consta de una superficie útil de 420 metros cuadrados y se puede adquirir un palacio próximo a él. A buen precio también se puede comprar un castillo en Villa del Prado, en Madrid. ¿Su precio? 119.000 euros por 140 m2 distribuidos en dos plantas, 2.397 m2 de parcela con un pozo y completamente amurallada.

Se venden para obtener liquidez

La mayoría de los que venden estos castillos lo hacen por una necesidad de liquidez. Suele ser gente que ha heredado la propiedad y ya no le interesa vivir en la zona. Hace años, solían alquilarse para eventos de empresa, pero con la crisis, esa actividad deja de ser lucrativa. Desde aldeasabandonadas.com, una inmobiliaria especializada en este tipo de transacciones reconocen que vender este tipo de propiedades es complicado, y que, incluso, con un inversor interesado, la negociación puede dilatarse varios meses.

Por otro lado, a la hora de vender, suele pesar los altos gastos de mantenimiento que los castillos implican. “Ya no solo a la hora de rehabilitarnos o mantenerlos, que puede suponer más de 20.000 euros al año, también en gastos corrientes como luz o calefacción. Si se desea habitar en ellos, hay que asumir unos costes muy grandes, aunque solo sea por el gran tamaño que tienen”, afirman.

Además, si el inmueble está catalogado como Bien de Interés Cultural, según la ley, deben abrir al público cuatro días al mes. No obstante, mientras un propietario francés que abre al público su castillo desgrava el 100% de lo que invierte en mantenimiento, en España solo es el 15%, una ayuda que, desde el sector reconocen, no llega para cubrir las facturas más básicas. Por ello, el perfil del inversor extranjero se ha hecho fuerte en los últimos cuatro años. “Pueden usarlo como segunda residencia o para montar algún tipo de negocio. Su alto nivel adquisitivo les permite mantenerlo sin problemas”, concluyen.

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