Lufe, el ‘Ikea vasco’ un año después: así sobrevivió al boom mediático y al éxito

  • La empresa vasca ha superado su ‘crisis de crecimiento’ y en apenas dos años ha pasado de facturar 200.000 euros a más de cuatro millones.
Lufe
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Fue hace 15 meses cuando alguien les ‘bautizó’ como el 'Ikea vasco' y no hubo medio de comunicación que no se hiciera eco de su existencia al calor de la comparación con el gigante escandinavo. “Nos tocó la lotería, fue un auténtico golpe de suerte”, reconoce el fundador de Lufe, Enrique Arrillaga. Aquello de “el 'Ikea vasco' que vende camas a 30 euros por internet fue la locura y supuso el despegue definitivo para la empresa”. Pero el ‘boom’ mediático en el que se vio inmersa esta pequeña fábrica de muebles de Azpeitia (Gipuzkoa), que vende sus creaciones solo online, estuvo a punto de provocar una auténtica crisis de éxito y de dar al traste con todo lo logrado hasta entonces. “Fue nuestro trampolín, pero también podía haber supuesto nuestro fin porque a veces la piscina no tenía agua… Y todo aquello, la verdad, es que hubo un momento en que daba verdadero vértigo”.

Pasaron, en apenas unas semanas, de recibir 20 pedidos al día a más de 160 y de 2.000 visitas a “nuestra página web a casi 200.000”. “No podíamos atender todos los pedidos, ni a la mitad de los que nos llegaban, y toda la vorágine que se nos vino encima de repente”. Con solo nueve personas en plantilla “nos vimos desbordados, no estábamos preparados para aquello. Se nos acabaron las existencias del stock que teníamos y tuvimos que reducir buena parte del catálogo, poner pie en pared, frenar los pedidos y la expansión internacional y ampliar el margen de entrega de los pedidos de 48 horas a dos meses. Entre marzo y octubre del año pasado no tuvimos fiesta ni un solo día, ni fines de semana, ni puentes, ni vacaciones… hasta que logramos estabilizar la situación”.

Lufe nació en 2014 de las cenizas de una empresa familiar del gremio maderero ahogada por la crisis, “con 2.000 euros de inversión y una web que hicimos mi mujer y yo”, explica Arrillaga, “en la oficina de un amigo” y hoy, año y medio después de su vorágine mediática, ha pasado de facturar 200.000 euros en 2016 a “los más de 2,5 millones del 2017 y los más de 4 con los que esperamos cerrar este 2018”.

En apenas dos años, esta empresa del corazón del guipuzcoano valle del Urola ha experimentado un crecimiento del 2.000%. Ahora mismo cuenta con 21 trabajadores, “y servimos en un máximo de 15 días, aunque el 80% de los pedidos están en casa del cliente en 48 horas”, entre 80 y 100 al día. Además, preparan su expansión a Latinoamérica -los primeros países en los que esperan aterrizar son “Argentina y Colombia”- y a Europa, principalmente al país vecino, Francia. “He perdido mucho dinero en otros negocios”, explica Enrique Arrillaga, ingeniero de Eibar de poco más de 50 años, y ahora “estoy disfrutando de este éxito. Además, el crecimiento de Lufe se está produciendo sin endeudamiento, con los recursos que generamos, lo que es un alivio y te da una gran autonomía y tranquilidad para tomar decisiones”.

¿La clave? “Un poco de suerte, el apoyo y la visibilidad que nos dieron los medios de comunicación, que hacemos un producto de calidad a muy buen precio, al alcance de todo el mundo, y mucho, mucho trabajo”. “¿Si nos molesta que nos llamen el 'Ikea vasco'? No, es un honor, que comparen a un pequeña fábrica como la nuestra con la multinacional sueca”. Un honor que ha llevado a Enrique Arrillaga a estar incluido en 2018 en la lista de Forbes España como una de las 100 personalidades más influyentes de nuestro país.

Lufe, o lo que es lo mismo Local, Universal, Funcional y Ecológico. “Muebles de fabricación local, universales porque sus precios son para todo el mundo, sus diseños son funcionales y completamente ecológicos”, explica Arrillaga. Sillas, camas, cabeceros, sofás modulares, mesas, cómodas… Desde los 40 euros que cuesta el producto que les lanzó a la fama, la cama Testa, al sofá tresillo por 180 euros, pasando por los apenas 20 euros que cuesta un cabecero de cama, todo ello con ese estilo nórdico que puso de moda la multinacional creada por Ingvar Kamprad.

Los muebles son fabricados por Lufe en madera maciza de ‘pino insignis’, una especie de rápido crecimiento muy abundante en el País Vasco, de bosques cercanos a la fábrica, y su producción es totalmente ecológica, pino que se tala pino que se replanta; y cuenta con el sello PEFC, el sistema de certificación forestal más extendido en el mundo. Lufe, que solo vende por internet y sin intermediarios, con lo que “podemos abaratar el precio un 30%”, controla todo el proceso desde que se tala el árbol hasta que el paquete con destino al cliente sale de la fábrica, y se vanagloria de su cercanía al cliente, “creemos que ofrecemos lo que la gente pide”, de ofrecer un producto “fácil de montar”, flexible… y de las facilidades, por ejemplo, para devolver el dinero al cliente si surge algún imprevisto o defecto en el envío.

En definitiva, su fundador define el mueble de Lufe como “honesto”. Porque es “un mueble de diseño, moderno, al alcance de todos por su precio, ecológico, que crea empleo en la zona, con los sueldos que aquí se pagan…”. Y ahora, una vez que en su catálogo ya están otra vez a disposición del cliente todas las referencias que tuvieron que quitar para no morir de éxito, le dan vueltas a su crecimiento, como seguir creciendo “de manera sostenible y sana” o, por ejemplo, a cómo incorporar la tecnología a sus muebles: Bluetooth, USB, cargadores inalámbricos de móvil…

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