Eduardo Cunha, la caída del político que tenía todo calculado

Eduardo Cunha siempre fue un hábil equilibrista en el agudo filo de la política brasileña. Al frente de una Cámara de Diputados que conocía al dedillo se apuntó victorias como la apertura del impeachment a Dilma Rousseff, pero las acusaciones de corrupción acabaron empujándole al vacío.

Con los ojos húmedos y enrojecidos y la voz quebrada, Cunha renunció este jueves a la presidencia de la Cámara, dos meses después de que la Corte Suprema le apartara cautelarmente del cargo por manipular los reglamentos en su beneficio.

Para el alto tribunal, este hábil y maquiavélico político de 57 años trató de obstruir las investigaciones que le involucran en el escándalo de sobornos y contratos amañados en Petrobras y que finalmente le han forzado a dimitir.

La suspensión -que le impidió observar desde primera línea cómo su íntima enemiga Rousseff corría la misma suerte en el Senado- le congeló la autoridad y sus aliados comenzaron a bajarse de un bólido al que se le había quemado el motor en su explosiva carrera por el poder.

"Estoy pagando un alto precio por haber dado inicio al impeachment. La principal causa de mi alejamiento reside en ese proceso de impeachment", dijo Cunha en un intento por explicar una renuncia que hasta ahora había rechazado.

El gobierno de Rousseff vio en su decisión de iniciar el proceso de destitución un acto de "venganza" contra la mandataria, por no haber impedido que su Partido de los Trabajadores (PT) apoyara el proceso que la Comisión de Ética de la Cámara le había abierto a Cunha por ocultar cuentas en Suiza.

Cunha supo moverse para dilatar ese procedimiento que corría en paralelo al pedido de la fiscalía para que fuese apartado de su cargo.

No en vano lo llaman el Frank Underwood brasileño, en referencia al inescrupuloso personaje de la serie "House of Cards".

Frank Underwood "es ladrón, homosexual y asesino. Yo no", replicó una vez Cunha.

Su vínculo con casos de corrupción mermaron parte de su fuerza y le significaron amplia reprobación pública, pero este economista evangélico había conseguido seguir en su puesto moviendo los hilos de una Cámara que conocía obsesivamente hasta que la comisión recomendó finalmente su destitución en junio.

Cunha, además, es el único político brasileño con fueros que es juzgado por el máximo tribunal en el marco del megafraude a Petrobras. La fiscalía lo denunció el año pasado por corrupción y lavado de dinero vinculado a la red de sobornos en la estatal petrolera. La corte suprema acogió la acusación en marzo.

Si el impeachment aparta definitivamente a Rousseff a fines de agosto, su exvice y ahora mandatario en funciones Michel Temer asumirá el poder hasta el final de 2018. Y ya sin el lastre del polémico Cunha como primero en la línea de sucesión.

"Existen dos jefes del golpe, que actúan en conjunto y de forma premeditada", dijo Rousseff hace varias semanas, en un claro ataque a los dos protagonistas de este proceso.

Compañeros en el poderoso partido centrista PMDB, juntos diseñaron la caída de la mandataria izquierdista, una carrera de fondo en la que, por ahora, sólo Temer queda en pie.

Si bien Cunha quemó las naves con el gobierno y el PT al aprobar el pedido de impeachment, eso no le valió las gracias de la oposición, que guardó distancia con este controvertido político.

Algunos legisladores de la oposición incluso pidieron que dejara su cargo hasta que se aclarase su situación legal.

"Si derribo a Dilma, al día siguiente ustedes me derriban a mí", les dijo a políticos opositores en diciembre antes de dar luz verde al proceso contra la mandataria, según reportó la prensa brasileña. Cunha sabía oler el peligro.

El PMDB ha sido aliado del poder desde el fin del régimen militar en Brasil en 1985.

El ya expresidente llegó a los mandos de la Cámara a inicios de 2015 tras ganarle una pulseada a Rousseff, que promovía a un candidato más afín. Y no tardó en desatar la batalla con el Ejecutivo.

Desde su podio, este político dueño de más de 150 dominios de internet con la palabra "Jesús" impulsó proyectos conservadores como la reducción de la edad de responsabilidad penal a 16 años o la celebración de un "Día del Orgullo Heterosexual".

Conoce al detalle los reglamentos y sabe cómo moverse en los pasillos de la Cámara, donde tenía apoyos entre parlamentarios de la bancada "BBB" (Buey, Biblia y Bala) integrada por los lobbies agrícola, evangélico y de expolicías y militares que defienden el porte de armas.

Dio sus primeros pasos en política vinculado al tesorero de la campaña del expresidente Fernando Collor, quien renunció en 1992, también bajo la presión de un juicio de destitución.

"La historia hará justicia al coraje que tuvo la cámara de Diputados bajo mi conducción, de abrir el proceso de impeachment que terminó con el alejamiento de la presidenta, sacando al país del caos", lanzó antes de acabar su comparecencia de este miércoles.

Cunha se va, pero como el incansable Frank Underwood, puede que aún no haya dicho su última palabra.

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