Escenas de una jornada histórica: Dilma enfrenta a sus acusadores

Con mirada y voz firme la presidenta brasileña Dilma Rousseff enfrentó este lunes una jornada que quedará en la historia: ejerció su propia defensa ante los senadores que quieren acabar con su gobierno en las próximas horas.

La comparecencia de Rousseff en el Congreso es un clímax en este proceso que se inició en diciembre pasado cuando el entonces presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, acogió el pedido de impeachment que meses después puede marcar el fin de su gobierno y de la era de la izquierda en el poder en Brasil.

La sesión tuvo todos los elementos de una tragedia repartida en cuatro actos.

Con un semblante tranquilo Rousseff llegó al Senado poco después de las nueve de la mañana a través de un acceso en el subsuelo. En ese lugar recibió el saludo de un pequeño grupo de manifestantes a los gritos de "Dilma, guerrera de la patria brasileña". Invitados como el expresidente Lula da Silva y el célebre cantautor Chico Buarque se suman luego para acompañarla desde las tribunas.

Vestida con una chaqueta oscura estampada de flores, la exguerrillera no perdió la compostura durante su comparecencia y mostró en su mensaje que estaba bien preparada para la sesión.

A las 12H53 GMT, Rousseff toma la palabra e inicia su histórico alegato. En un tono enérgico, aunque por momentos se le quiebra la voz, recuerda que fue detenida y torturada durante la dictadura militar, afirma que no conoce "la deslealtad ni la cobardía" y dice ser víctima de un proceso injusto que busca condenarla sin crímenes de por medio.

Compara los hechos de este lunes a aquella vez hace más de 40 años en que fue juzgada por un tribunal militar en pleno régimen.

"De esa vez quedó un registro, una fotografía en la que yo estaba de cabeza erguida mirando a mis verdugos, que escondían su rostro con miedo de ser reconocidos y juzgados por la historia. Hoy no hay prisión ilegal ni tortura (...) pero continúo de cabeza erguida mirando a los ojos de quienes me juzgan".

Después de su discurso se inicia el interrogatorio en el que deben participar más de 40 senadores. Recibe algunos apoyos de aliados, pero el foco principal son las indagaciones de sus opositores.

"Usted se presenta como víctima de un golpe, pero nosotros sabemos muy bien lo que es eso, nosotros trabajamos para reconstituir la democracia. Si usted falseó cuentas públicas, ahora también falsea la historia de este proceso", la cuestiona el senador Aloysio Nunes, del PSDB.

La senadora Simone Tabet, del PMBD, dispara: "Gastó lo que tenía y lo que no tenía, pidió a bancos a los que no podía (pedir). Se vendió a Brasil un Brasil irreal, los números irreales llevaron a la pérdida de confianza y estamos frente a la mayor crisis financiera de la historia del país".

"No he cometido crímenes", afirma Rousseff.

En los alrededores del Congreso, sobre la monumental Explanada de los Ministerios en el corazón de Brasilia, algunos centenares de manifestantes esperaba a Rousseff con flores y banderas, pero la presidenta optó por una llegada más discreta y sólo saludó a unos pocos adherentes en el ingreso subterráneo del edificio.

Los manifestantes planean seguir cerca del Congreso hasta la votación final sobre la destitución, que puede ocurrir entre martes y miércoles.

Las movilizaciones pro Dilma han perdido la fuerza que mostraron en el pasado, reflejo de la debilitada posición actual de la izquierda en Brasil, pero algunos manifestantes exhiben un espíritu irreductible. Luiz Saraiva, de 43 años, afirma a la AFP que todo el proceso contra Rousseff "es una farsa, un complot de la derecha".

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