Un portavoz del Ministerio del Interior keniano, Karanja Kibicho, ha confirmado que "la acogida de refugiados tiene que terminar", algo que ya adelantó el año pasado el Gobierno y que recibió numerosas críticas a nivel internacional. El Ejecutivo teme que terroristas se infiltren en estos campos, que albergan principalmente a refugiados somalíes y sursudaneses.
Kibicho ha reconocido que la decisión "tendrá efectos en la vida de los refugiados", pero ha insistido en que "Kenia ya no les va a acoger", según el periódico local 'The Star'. El país africano, ha añadido, soporta "un gran peso económico, de seguridad y medioambiental".
En este sentido, el portavoz gubernamental ha instado a la comunidad internacional a trabajar de forma "colectiva" y a "asumir la responsabilidad" que conlleva este flujo migratorio, así como las "necesidades humanitarias" asociadas.
Según Nkaissery, más de 200.000 sursudaneses viven en el campo de Kakuma tras huir de la violencia en su país. En Dadaab, que llegó a albergar a más de medio millón de personas, siguen viviendo más de 300.000 refugiados, en su amplia mayoría de origen somalí.
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